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Gracias Carrizo

Actualizado a

Hay dos aspectos que me gusta tomar en cuenta cuando el tema a tratar es el de los arqueros de fútbol: la sensación de invencibilidad que generen y su capacidad para realizar intervenciones mágicas. O sobrenaturales, por llamarlas de alguna manera.

¿Cómo cuál? Como la de Roberto Rojas en la eliminatoria para México 1986, el 3 de noviembre de 1985, en el Estadio Nacional de Lima. Aquella vez, el Cóndor estaba en el piso, la pelota picaba en la línea y José Velásquez entraba como una aplanadora para reventar el balón contra las redes. Nadie supo nunca cómo el Cóndor, ni siquiera él mismo, estiró la mano, desplazó la pelota y el peruano terminó pateando el aire.

Pedro Carrizo, un tipo con apellido de arquero ilustre, fue protagonista de una atajada sobrenatural. Ocurrió en el 3-3 contra la UC, en el Carlos Dittborn. Fue en el primer tiempo y tuvo dos patas. Primero, cuando venía devolviéndose hacia el centro del arco, se estiró cuan largo es para sacar un cabezazo de Erick Pulgar. El meta quedó desparramado dentro del arco y el rebote le llegó a Álvaro Ramos, quien le pegó a media altura. Desde dentro de la portería, Carrizo se afirmó en el brazo izquierdo para levantar el derecho y frenar la pelota. Todo su cuerpo, salvo esa mano, estaba detrás de la raya de gol.

El Pájaro Gutiérrez, testigo privilegiado de la escena, puso la misma cara que tuvo José Arcadio Buendía cuando los gitanos le mostraron el hielo, en Cien Años de Soledad. Y fue la misma cara de asombro, acompañado por un "¡Ohhh!" de todo el estadio y de todos quienes lo seguíamos por TV.

A Carrizo, capitán e ídolo de los hinchas de Arica, le habían hecho dos goles en todo el torneo hasta antes de este partido contra los cruzados. Pese a su intervención mágica, el sábado le anotaron tres, su equipo desperdició el triunfo en los descuentos y la opción de quedar como líderes de la Primera División chilena por primera vez en su historia. El bueno de Pedro se retiró indignado y ni siquiera fue a recibir el premio como figura del partido. Así es la vida de los arqueros.