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No fue culpa mía

Lo más fácil en estos momentos es ser moralista y dictar cátedras. No es la idea.

Arturo Vidal lanzó un video en redes sociales donde cuenta que tuvo un accidente, que no fue su culpa, que su familia está bien y muchas gracias... por la preocupación, supongo.

Es probable que el todocampista no haya ido a exceso de velocidad. Poco probable a la luz de los hechos. Y es posible que haya debido realizar una maniobra temeraria para esquivar a otro vehículo que frenó intempestivamente y lo hizo perder el control. Ahora, es difícil que pasé algo así cuando se maneja dentro de los límites de velocidad adecuada. Pero sólo los peritos podrán decir lo contrario.

Sí hay hechos objetivos indesmentibles, proporcionados por la policía y la justicia: una colisión por alcance y estado de ebriedad. Quienes manejan saben que el que choca por detrás no tiene atenuantes. Será su culpa sí o sí, porque debe respetar distancias y tener una velocidad adecuada para maniobrar ante imprevistos.

Y el estado de ebriedad, que informó el fiscal Luis Pablo Cortés, no es la apreción del carabinero que controló al futbolista. Ni tampoco se deduce porque el detenido tenga hálito alcohólico, hable con la lengua traposa o lo hayan enviado a hacer el "cuatro" y se haya caído. Hay un examen que impone la ley, una muestra objetiva, que arroja niveles por sobre lo permitido. Y eso puede producirse por dos copitas que, a simple vista, puedan parecer inofensivas.

Entonces, hay culpa. Y es objetivamente comprobable.

Si un jugador desvía la pelota con la mano dentro del área propia, será penal. Por eso recogen las extremidades o las escoden tras el cuerpo cuando un rival se apresta a rematar. Si un futbolista quiere evitar la opción de cometer un foul, intenta anticipar al adversario. ¿Sencillo no?

La duda enorme es: ¿Por qué no aplicar lo mismo en la vida civil y evitar el bochorno?