El Perú
Un reportero le pide un grito de aliento para su selección a un grupo de peruanos fuera del Germán Becker, minutos antes del partido con Bolivia. Desde los rincones más lejanos de la memoria, y tal vez del alma, sale de manera unánime la vieja canción "Perú campeón", compuesta luego de que este país ganara el Sudamericano de 1939. Antigua y casi olvidada, disonante con las últimas tres décadas del fútbol peruano.
Siempre oportuno, como mil veces citado casi como una maldición, cabe perfecta la pregunta de "Conversación en la catedral", de Mario Vargas Llosa: ¿En qué momento se había jodido el Perú? Exacto. ¿En qué momento una de las escuelas de balompié más brillantes y con más clara identidad del mundo, casi un sello de calidad, como la cocina peruana, se jodió hasta convertirse en un deslavado arroz de acompañamiento, una presencia casi inmaterial, casi un recuerdo?
Pocos pueblos son tan futboleros como el peruano. Al contrario de Chile, con su oscuridad intelectual y atavismo determinista, en Perú las más lucidas plumas, las mentes más brillantes, los grandes pensadores, no tienen el defecto y el trauma de reconocer su gusto por la pelota. Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echeñique, Jaime Baily, Alejandro Neyra, Francisco Lombardi, Javier Pérez de Cuellar o Gastón Acurio, por nombrar unos pocos, sufren y gozan con su selección desde lugares tan disímiles como el Premio Nobel, los estudios de Hollywood, la secretaría general de la ONU o las cocinas más reputadas y elegantes del mundo. Y con ellos todo Perú.
Pero el equipo nacional, desde esa humillante caída frente a Polonia en el Mundial de 1982, no ha sabido ni podido entregarles una retribución a esos apasionados e incondicionales. Nada, ni a nivel adulto, Sub 23, Sub 20 o Sub 17. Han sido tres décadas de frustraciones y promesas, un tiempo perdido en toda la dimensión del término proustiano. Toda una vida. Juan Manuel Vargas le preguntó de manera desafiante a la prensa de su país: "Díganme la verdad. ¿Alguno de ustedes creía en esta selección?". El desafío se le podía replicar sin problemas: Dígame la verdad señor Vargas ¿Alguna vez dieron motivos para creer en ella?
El lunes, Perú será nuestro rival en la semifinales de la Copa América. Una opción más para la selección del Rímac, pero con un aditamento especial: es también la última oportunidad para que los publicitados "Cuatro Fantásticos" (Farfán, Pizarro, Guerrero y Vargas) se hagan merecedores de su fama. Que le den a su selección algo más que indisciplina, noches de fiesta y escándalos.
He visto tres partidos de Perú en directo y me parece una selección muy bien parada. Utiliza dos líneas de cuatro aplicadas y fuertes y dos delanteros potentes, con oficio, como son Paolo Guerrero y Claudio Pizarro.
En el arco está Pedro Gallese, alto y delgado, un descubrimiento de Ricardo Gareca en un puesto que siempre le ha dolido a Perú. Hasta el momento ha respondido. Sobrio, atajador, intenta no complicarse. Por las bandas están dos previsibles: Advíncula y Vargas. Manejan muy bien la posición y saben proyectarse en ataque. Advíncula tiene gambeta y velocidad, Vargas tiene potencia y saca centros de zurda a la medida. En el centro vemos a Ascues y Zambrano, grandotes, duros, fuertes por arriba, no le hacen asco a meter la suela. Fuera del área se complican.
Arriba ya lo dijimos: Paolo Guerrero y Claudio Pizarro. Veteranos, muy fuertes, goleadores, entre los dos tienen casi 50 anotaciones por la selección de Perú. Pizarro es el líder, el que ordena a todos. Contra Venezuela tuvo una pelota de gol y la mandó guardar con un zurdazo mortal. A los 37 años todavía hace sentir su 1.87 metro y sus 84 kilos. Paolo Guerrero se mueve por la derecha y es temible por arriba, contra Bolivia tuvo una tarde iluminada. Enchufado en este Copa América, es el principal arma de los peruanos.
Claro, contra Chile les cuesta mucho de visitante, pierden metódicamente en el Nacional y el último partido que ganaron acá fue en 1985, un amistoso donde Franco Navarro desplegó toda su calidad. Historia vieja, como la canción "Perú campeón". Nuestro rival es un viejo luchador, vapuleado por tres décadas, que vive levantándose del piso, pero que nunca está del todo muerto. Atención con Perú, que anuló a Colombia, tuvo a Brasil contra las cuerdas y a Bolivia le ganó fácil. Va a ser más duro de lo que muchos creen. Tal vez más que Uruguay.