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Espantando fantasmas

Actualizado a

Que los autores de los tres goles del partido entre Universidad Católica y Colo Colo se hayan quitado la camiseta para celebrar no fue una casualidad.

Claro, no se ha inventado nada más lindo que ganar. Y si bien el Pájaro Valdés festejó su gol como si hubiese sido del triunfo -empatar con 10 jugadores como visita a dos minutos del final es como si lo fuera- el del otro Pájaro, Gutiérrez, era para tirar la casa por la ventana. Era su primera anotación de la temporada, en el quinto minuto de descuento, y después de que lo enviaran a la cancha en el minuto 90, cuando las esperanzas del triunfo eran las mismas de encontrar un mirlo blanco.

Lo del goleador de Curacaví es parecido a cuando Diego Maradora, seleccionador argentino, envió a la cancha a Martín Palermo en el partido que empataban con Perú en Buenos Aires. "Martín, entrá y definílo". El Loco le dijo "¿Cómo Diego?". La respuesta fue: "No sé, definílo". Y anotó el gol del triunfo.

Mario Salas no hizo la "ballenita" (celebrar deslizándose con la barriga por el pasto mojado) en San Carlos y reconoció que no existe instrucción para ese momento. "Es mérito y talento del jugador", dijo el Comandante, quien además obvió cualquier adjetivo como proeza, hazaña o similares.

El del domingo en San Carlos de Apoquindo fue un partidazo. Y no por una exultante exhibición de buen fútbol. Ni por velocidad. Y mucho menos precisión. Si no que porque ambos equipos dejaron todo en la cancha. Especialmente la UC, que si quiere espantar a esos fantasmas que hablan del frío en el pecho, tiene que regalarle a sus hinchas más partidos como este.

El partido reflejaba algo más que la rivalidad de dos equipos. Era la definición del campeonato. Con un triunfo albo, lo mejor era entregarles de inmediato la copa e irse todos para la casa. Ahora, la UC quedó a dos puntos del Cacique, le arrebató el invicto y a ambos les queda jugar con el archirrival: la U.

Nuestro alicaído fútbol, ese que sale perdiendo a la hora de la comparación con el despiadado zapping con la Premier, la Liga o la Serie A, tuvo un punto alto, notable, este domingo.

Mi amigo Javier llevó por primera vez al estadio a su hijo Lucas, hincha de la UC y quien cumplía ocho años. Ahora tendrá que ir con él todas las semanas, porque le tocó ver a la mejor versión de los cruzados, una que podría seducir a cualquiera.

La UC festeja. ¡Y cómo no! Insisto: no se ha inventado nada más lindo que ganar.