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El vuelo del Cóndor

Actualizado a

Cada vez que Chile juega contra Perú en Lima, es imposible olvidar la mejor atajada que le vi a mi ídolo de niñez: Roberto Antonio Rojas Saavedra.

Fue el 3 de noviembre de 1985 en la primera ronda de dos del repechaje camino a México 86. En la ida, Chile había ganado 4-2 en el Estadio Nacional, el día en que al portero Eusebio Acasuzo lo acusaron de "comerse" tres goles. En estricto rigor, tuvo responsabilidad solo en dos.

En esos tiempos, a diferencia de los actuales, Chile no era protagonista jugando fuera de casa. La táctica era defenderse, apostar por un carrerón del Pato Yáñez o un tiro libre de Jorge Aravena, confiar a ultranza en el talento de un arquerazo como Roberto Rojas y encomendarse a todos los santos. Perú tenía un equipazo. De la mitad para arriba eran notables: Gerónimo Barbadillo, César Cueto, Franco Navarro y Juan Carlos Oblitas. Te quitaban la pelota y no la prestaban más.

Vi el partido por TV, con relato de Pedro Carcuro, como era habitual en los tiempos de mi adolescencia. El Estadio Nacional de Lima era un potrero. Había tierra en los arcos y los regadores de bronce que sobresalían del terreno eran el mayor peligro de lesiones.

Recuerdo la jugada. Dispara José Velásquez, el Cóndor detiene el balón y este queda sobre la línea de gol. Arremetía el peruano Barbadillo, delantero del Udinese en los tiempos que los clubes italianos tenían sólo tres extranjeros y los demás europeos ocupaban plaza de foráneos. El gol era inminente. No sé cómo, de milagro, Rojas se estira desde el suelo y con la punta de los dedos le toca la pelota para enviarla al corner. Los peruanos no lo podían creer. Yo tampoco.

"Velásquez entró en diagonal y le pegó de volea desde el punto penal. Yo estaba pegado a la línea de gol, casi dentro del arco. Volé, puse la mano izquierda, la pelota paró en mi mano y perdió potencia, entraba pegada al palo... Velásquez festejaba. Usé la fuerza del cuerpo y la cintura para estirarme y con la punta de los dedos, yo digo que con la uñas. Le di muy suave al balón desde atrás hacia adelante en momentos en que el Chupete Hormazábal y dos jugadores peruanos pasaban por encima mío". El relato de Roberto Rojas sacado del libro "Historias secretas del fútbol chileno III", de Luis Urrutia O'Nell.

Chile ganó 1-0, con gol de tiro libre de Jorge Aravena, y clasificó a la siguiente ronda, donde perdió con el Paraguay del Gato Fernández, Romerito y Cabañas.

Aquel día en Lima vimos, sin lugar a dudas, el mejor vuelo del Cóndor. Reconocido por él mismo. Histórico. Memorable.