Cómo jugará la Roja de Juan Antonio Pizzi
Juan Antonio Pizzi tuvo su último encuentro con los medios de comunicación antes de enfrentar a Argentina. Se esperaba que diera nuevos conceptos en torno a la idea que procurará desarrollar. No obstante, con la frase "mi trabajo es preservar la información sobre el equipo" cortó toda posibilidad de ahondamiento en el tema táctico.
Habrá que quedarse con las únicas ideas futbolísticas expresadas en las semanas a cargo de la Selección. En la segunda conferencia de prensa que brindó desde que asumió sostuvo que buscará "mayor posesión, disminuir los riesgos que implica ser vertiginosos, insistir con la presión y, por supuesto, ganar los partidos".
Se puede concluir que contra Argentina el equipo debería mostrar atisbos de mayor tenencia del balón, disminución de los riesgos defensivos y mantenimiento de los niveles de presión. Todo esto siendo muy optimistas, en vista de las pocas horas en cancha que el DT tuvo con sus nuevos dirigidos.
Hacer mayor hincapié en la posesión llama la atención. En el último tiempo el rasgo sobresaliente en el cambio de modelo de juego en Chile fue precisamente este aspecto. De un fútbol vertical y directo, con pocas dilaciones para llegar al área rival, el equipo se movió hacia trámites de partidos de mayor elaboración, con una circulación más acompasada, pero sí mucho más segura. Por ejemplo, en la final de la Copa América contra Argentina, la Roja obtuvo un 57 por ciento de tenencia, rendondeando la cifra.
La interpretación barata lleva a sostener que Pizzi buscaría poseer aún más el balón en función de su importante paso como jugador por el Barcelona, la escuela máxima del estilo centrado en tenencia.
Sin embargo, los antecedentes más potentes de su labor como DT que manejamos en el país nos dirigen hacia la UC 2010, elenco campeón del torneo en el año del fatídico 27/F. El cuadro efectivamente tenía el balón, pero no era un diáfano intento chileno por replicar el juego del Barcelona. La fisonomía que logró en este matiz es la de un conjunto de elaboración segura de juego, con énfasis en la precisión de las cadenas de pases, pero no muy extendida en el tiempo del partido.
Así aconteció mayormente con los otros equipos que dirigió Pizzi después, San Lorenzo, Valencia y León. Tendremos que ver qué pasa de aquí para adelante con el padrón de juego de la Roja para observa sí concretamente hay un cambio al respecto.
En lo que puede haber una modificación es en la postura defensiva de la Selección. Con Jorge Sampaoli, cuando el equipo tenía la pelota se expandía bastamente en el terreno de juego en procura de generar amplias línea de pases. Así lo reza el Juego de Posición, la sensibilidad futbolística a la que adscribió el ex DT de la Roja. Sin embargo, tras la pérdida, al estar tan expandido, el conjunto podía ser sorprendido.
Pizzi ofreció menos riesgos y seguramente así acontecerá. Los procesos defensivos son de más fácil implementación, aunque nunca tanto para su asimilación en tres días de prácticas. Sin embargo, es factible que veamos una escuadra más segura. El primer paso ya está dado con el sistema de juego (1-4-2-3-1). Es noble este esquema, pues los volantes que actúan por los costados, con su ubicación más adelantada o retrasada según el tono del partido, pueden incidir significativamente en el cuidado de la portería.
Finalmente, en el tópico de la presión todo debiera mantenerse igual. Porque el propio Pizzi lo anunció y debido también a que la Roja aparenta encontrarse en un estadio posterior e irreversible a la etapa del Pressing de Marcelo Bielsa y de la fase inicial de Sampaoli.
Da toda la impresión de que, a esta altura, resultaría contraproducente exigirle al grueso del plantel, que aspira a jugar ya su tercer Mundial consecutivo, involucrarse en tan demandante faena táctica defensiva. Hoy, el equipo vuelca sus energías prioritariamente a la elaboración de juego, constituyendo ya su ADN futbolístico. Por lo tanto, asignar recursos físicos a otros asuntos no parece apropiado. Pizzi lo sabe y con los volúmenes de presión de la Roja es suficiente.