A fines del año pasado, Matías Navarrete abandonó Unión Española, tras casi toda una vida en Santa Laura, pues había llegado con apenas siete años. No tendría muchas chances de jugar y decidió buscar nuevos rumbos. Pero no logró fichar en ningún club y, a los 24 años, tuvo que vivir una inesperada cesantía. Hasta ahora, cuando fue anunciado como nueva incorporación en Temuco .
"Estoy agradecido por la oportunidad que nuevamente se me dio. Tengo muchas ganas y mucha ilusión, y también estoy bien preparado para lo que viene. Quiero que todo me salga bien en Deportes Temuco", sostiene Navarrete AS Chile.
"Estuve preparándome a conciencia por si surgía alguna chance. Estaba la opción de ir a Temuco y abracé con todo la posibilidad. Ahora se concretó y no queda más que jugársela con todo nomás", agrega.
-Llegará a una ciudad muy entusiasmada con el equipo luego de tantos años sin estar en Primera División. -Lo tengo claro. Está a la vista lo que ha crecido el club con un trabajo serio de los dirigentes, del dueño, de los técnicos y de los jugadores también. Da la impresión de que la pasión por el club, allá en la zona, se vive de una manera distinta.
-¿Cómo se mantuvo en actividad durante este semestre sin fútbol competitivo? -Sí, estuve estuve entrenando en la Clínica Meds en la parte física, con (el preparador físico) Carlos Burgos. En lo futbolístico, me ayudaba Eduardo Rubio, quien se está recibiendo de técnico y está haciendo como una especie de minipráctica. Él planificaba nuestro entrenamiento y además participaba. También ahora en vacaciones se sumaron otros jugadores. Hacíamos trabajo de pases, de tenencia del balón y de resistencia también.
-¿Fue muy complicada esta etapa? ¿Ansiaba que llegara pronto mayo para tener alguna oferta? -Sí, no ha sido fácil. Pero uno tiene que mirarlo desde el lado positivo. Me sirvió para darme cuenta y ver la simplicidad de las cosas. A veces con cosas muy chicas, uno puede ser feliz. En el fondo, uno se da cuenta cuando no tiene las cosas y aprende a valorarlas.
-Salió campeón en 2013 con Unión, ¿qué sucedió que finalmente se fue del club? -En algún momento existió la posibilidad de poder quedarme, pero uno siempre tiene que privilegiar lo deportivo por sobre lo económico. Hablé con el técnico (Fernando Vergara) y me dijo que no iba a tener tanto la oportunidad de jugar. Entonces preferí no estar en un lugar en el que no iba a desarrollarme como yo quería.
-Aun sabiendo que existía la posibilidad de que quedarse sin club. -Así es, opté por jugar con ese riesgo. En el fondo uno siempre debe estar donde lo quieran. Si vas a estar en un lugar donde no te van a ocupar o no te valoran como uno quiere, hay que tomar una decisión. Hay gustos y opiniones de los técnicos que uno también debe acatar, más allá del esfuerzo o la perseverancia personal.
-¿Y qué pasó? ¿Por qué se quedó sin club en ese momento? -La verdad es que no hubo nada concreto en relación a lo que yo quería, que era seguir juagando en Primera División. En el fondo también el tema de los cupos me perjudicó un poco. Solo podían llegar tres jugadores, porque era la mitad de la temporada, no como ahora que están todos los cupos disponibles. Uno tiene que ver el lado positivo de las cosas. Igual me sirvió para recuperarme bien físicamente y ponerme a punto.
-¿Mantiene algún sentimiento especial por haber salido de Unión? Estuvo más de 15 años en el club. -Uno siempre tiene cariño por la institución donde se formó. Llegué siendo niño y terminé contrato a los 23 años. O sea, toda una vida ahí. Fue complicado cuando me fui. Uno está conforme, está en su casa, pero pasa que de repente te dicen que tienes que partir. La ley de la vida es así. Al final, lo tomé de la mejor forma. Uno pasa un pequeño luto, pero después cambia la mirada y hay que echarle para adelante nomás.