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Chile vs México en la Copa: Gracias fútbol

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A mí me gusta el fútbol. Mucho. No es lo que más me gusta ni lo más importante de mi vida, pero no imagino mi existencia sin el fútbol. No tengo ningún recuerdo sin una pelota o una cancha, desde que mi abuelo Osvaldo me llevó antes de los dos años al estadio La Granja a ver jugar a Curicó Unido.

Soy un privilegiado. Trabajo viendo fútbol. No es lo único que hago, pero es una porción importante. Me pagan por ir al estadio. Por viajar por el mundo viendo fútbol. Pertenezco a ese grupo de personas que hacen con su vida lo que siempre soñaron hacer.

Es probable que los amargos despedacen esta columna. Felicito a quienes tienen sangre fría. Yo no tengo ni quiero tenerla. Grito los goles de Curicó y los de Chile. Todos. A mí me gusta reportear victorias porque crecí con muchas derrotas y triunfos morales. Crecí con una distorsión de la realidad, otorgando cualidades que no eran, mirando con distancia y envidia a los que ganaban, creyendo el discurso que venía desde arriba que decía que perdíamos por manos negras y confabulaciones.

Soy un privilegiado. Me ha tocado reportear victorias con esta generación de jugadores. Los vi ser terceros del mundo en Canadá el 2007. Ahí mismo, en la cancha. Los vi clasificar a dos mundiales. Los vi pelear en dos mundiales. Los vi ganarle al campeón del mundo. Los vi ganar en Wembley. Los vi ser campeones de América y los acabo de ver haciéndole 7-0 a México. Los amargos tienen el discurso preparado. Que el rival es de mentira, que el marcador es engañoso, que el torneo es de papel lustre. Ellos, como yo, crecimos con muchas derrotas. Esta generación que juega, al igual que la de mis hijos, creció creyendo que podía ganar. A lo mejor pierde, pero compite, pelea, mira a los ojos.

Bravo juega en el mejor equipo del mundo. Alexis es un delantero de talla estelar. Vidal compite de verdad por ser el mejor futbolista chileno de todos los tiempos. Vargas está entre los artilleros máximos de la historia. Siete jugadores de esta plantilla tienen más de ochenta partidos defendiendo a la Roja.

No tengo idea como le irá a Chile en la Copa América Centenario. Yo quiero que gane. No temo admitirlo. No me hace ni mejor ni peor periodista. Pero pasarán los años y podré contar que estuve en el estadio cuando Chile le hizo siete goles a México en Estados Unidos, con 70 mil personas en contra, que terminaron vitoreando al contrincante y gritándole puto a su propio arquero cuando sacaba.