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Lo de Arturo Vidal frente a Perú fue de esas actuaciones que se recuerdan por mucho tiempo. Porque el volante fue mucho más que la figura del partido, fue mucho más que el autor de los dos goles. Fue el hombre indicado en el momento preciso. Respondió cuando más se le requería. Tuvo un rendimiento futbolístico de altísimo nivel, mostró una actitud, un despliegue, un coraje que contagió a sus compañeros de Selección y al siempre frío público que asiste a ver a la Roja.

Vidal se graduó de súper crack. Tras el desastre ante Ecuador (donde fue uno de los pocos que al menos corrió), fue el baluarte en un primer tiempo donde Chile mostró su mejor cara. El oriundo de San Joaquín hizo un gol, pudo hacer dos más, participó en todas las jugadas elaboradas de Chile, encabezó el testimonio de un equipo que volvió a marcar muy arriba, que recuperaba rápido la bola, que circuló el juego a su antojo y cuya única crítica que se le puede hacer es que debió irse al descanso con más goles.

Pero en las clasificatorias más difíciles del mundo no hay partido sencillo. Vidal, que no entrenó en los días previos, que amaneció este martes con 39 de fiebre, sufrió un golpe que casi lo saca del juego cuando Perú creció hasta empatar un partido que quizás no merecía igualar. Ahí es donde la figura de Vidal se agigantó. Cuando todos corrían desesperados, Vidal tuvo calma. Cuando jugaban al pelotazo, Vidal buscaba asociarse. Cuando insistían en la maniobra individual, Vidal levantó la cabeza. Así, disminuido, anotó el gol de la victoria, a cuatro minutos del final, con un zurdazo mordido, pero inalcanzable.

Hace rato, mucho rato, un jugador no mostraba en cancha una noche tan destacada, en lo futbolístico y lo espiritual.

Vidal es un ganador. No por los títulos conseguidos en Colo Colo o Europa. No por ser campeón con los albos, la Juventus y el Bayern Munich. No por ser el mejor jugador de su equipo en casi todos los partidos que juega. No por ser, tranquilamente, uno de los mejores volantes mixtos del planeta. Arturo Vidal Pardo es un ganador porque le ganó a su propia biografía, a su historia llena de carencias afectivas y materiales. Vidal transita por la cornisa y lo sabe. A veces se ha caído y tantas veces se ha vuelto a parar. Imperfecto, como todos, en cancha demuestra ser el jugador más completo en la historia del balompié nacional.

Estamos en presencia de uno que va camino a ser el mejor jugador chileno de todos los tiempos. Con el enorme respeto a Elías Figueroa, quien es por consenso el más grande de todos hasta ahora. Vidal parece no tener techo. Le quedan varios años en buen nivel. Ya le ganó a la pobreza, a una sociedad que entierra a niños como él, a un modelo económico y social que no hace nada por gente como Arturo Vidal y que después los muestra como ejemplo de valores y virtud. Vidal le ganó a su historia, a un destino predeterminado. Después de eso, ganar un partido de fútbol es apenas un detalle.

No nació como Rey. Pero nunca un apodo fue tan preciso, certero y conmovedor.

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