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Guarello

El maderoso regusto del pasado

Actualizado a
El maderoso regusto del pasado
Mauricio DueñasEFE

Si en la banca hubieran estado Luis Santibáñez, Orlando Aravena o Nelson Acosta el cuadro sería del todo coherente: Chile bien plantado en su campo, con una línea de cuatro contenida (los laterales jamás cruzaron la mitad de la cancha, los centrales nunca se descolgaron), cinco volantes y un solo extremo. A veces el volante derecho (Fuenzalida) se descuelga como puntero y crea peligro. A veces uno de los volantes centrales (Vidal) acompaña en ataque y llega a posición de remate. El único atacante neto (Vargas), debe picar a todas, ir al sacrificio, mostrarse una y otra vez. Mientras hay fuelle, se tiene control del balón y se mantiene al rival muy lejos del arco propio. Cuando el físico comienza a decaer (primera media hora ya), se pierde la pelota, el equipo retrocede, se juntan las líneas y se espera al rival en los primeros 40 metros. Un dato es revelador: Ospina sólo atajó un remate directo (Vargas de media distancia) en todo el partido.

Así no más fue. Chile se defendió. Sin alardes, sin golpear, sin meterse tan atrás. Pero se defendió. Hoy decirlo es un sacrilegio. Cualquier entrenador que no proclame el “protagonismo” es tildado de ratón, burro, antifútbol y de suerte no lo tratan de traidor a la patria. Por eso es que Juan Antonio Pizzi no lo puede admitir. Claro, Chile fue más en la primera media hora, pero esto dura 90 minutos. Y en el resto del partido se dedicó a esperar. Fue un gran trabajo neutralizando a Colombia. James nunca pudo meter una pelota con intención y apenas remató una miga de pan que atajó Herrera, no se crearon un mano a mano y las dos más claras llegaron a través de pelotas detenidas. La faena defensiva fue extraordinaria. Y con suerte se pudo ganar con ese contragolpe de Vargas y Fuenzalida. Pero nadie puede discutir la justicia del resultado.

El empate, visto el resto de la fecha, es muy valioso. Quedamos quintos, a un gol del cuarto lugar. La forma no fue muy linda ni responde a los parámetros estéticos en boga. Tuvo un ligero gusto al pasado, pero nadie va a ir a devolver el empate a la FIFA por “feo”. Ahora hay que ganarle a Uruguay. Esto es un camino largo.