ADN RadioConcierto Radio
NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Camino al Super Bowl LI

Figura de los Falcons: "La semana del Super Bowl apesta"

Dwight Freeney, que disputará su tercera Super Bowl, cree que las dos semanas entre las finales de conferencia y la final son una agonía.

Actualizado a
HOUSTON, TX - FEBRUARY 02: Dwight Freeney #93 of the Atlanta Falcons speaks with the media during the Super Bowl LI press conference on February 2, 2017 in Houston, Texas.   Tim Warner/Getty Images/AFP
 == FOR NEWSPAPERS, INTERNET, TELCOS & TELEVISION USE ONLY ==
Tim WarnerAFP

Si eres de los que terminó con las uñas de las manos antes de la Pro Bowl y a estas alturas ya ha hecho una escabechina con las de los pies, entenderás a Dwight Freeney. Es más, estarías dispuesto a aportar dinero para que se le hiciera una estatua después de que haya dicho, alto y claro, lo que la mayoría de aficionados a la NFL pensamos: “¡¡¡LA SEMANA DE LA SUPER BOWL APESTA!!!”

Freeney no es un recién llegado, ni de esos jugadores que disfrutan de la experiencia por primera vez y llevan toda la semana deslumbrados por los focos de los días previos al gran partido. El defensive end de los Falcons es el jugador de la plantilla que más veces ha estado en una Super Bowl. Esta es su tercera presencia después de haber jugado dos finales con los Colts, y ganado una de ellas.

La explicación de Freeney es demoledora: “honestamente, creo que el proceso apesta porque dura dos semanas”. “No es como una semana de descanso durante la que te sacas el football de la cabeza por un instante y haces lo que te apetece. No. Es como si estuvieras concentrado en un partido durante dos semanas seguidas. No puedes esperar tranquilamente a que llegue. No haces más que hablar sobre él cuando lo único que quieres es jugarlo. Todo el proceso es una agonía. Eso es lo que nos espera hasta que empiece: dolor, el dolor de esperar que comience de una vez”.

Durante muchos años, la Super Bowl se disputaba una semana después de jugarse las finales de conferencia. Y la Pro Bowl se celebraba una semana después, cuando toda la competición había terminado. Sin embargo, la NFL decidió en 2003 que a partir de la Super Bowl XXXVIII hubiera dos semanas entre las finales de conferencia y la Super Bowl. Curiosamente, ese año también se celebró en Houston, entre Patriots y Panthers, y fue ganada por los primeros.

La explicación era muy razonable. No había tiempo material para organizar la venta de entradas a las aficiones de los equipos campeones, para organizar los viajes, para preparar las fiestas, para… De hecho, la venta de entradas y los sorteos consiguientes se organizaban antes de la disputa de las finales de conferencia. Todo se preparaba por duplicado con el aumento de costes y los problemas logísticos que se generaban.

Por tanto, la NFL decidió tomárselo con más calma, darse otra semana de margen, meter la Pro Bowl con calzador entre medias, y dar más empaque a la semana previa al partido, que ahora está plagada de acontecimientos, actividades y fiestas. Un regalo para la ciudad organizadora y una nueva fábrica de ganar dinero.

Sin embargo, y aunque parece algo inevitable y una nueva tradición inamovible, para los aficionados la espera se convierte en interminable. Y los jugadores, poco acostumbrados a este tipo de concentraciones largas más habituales en el fútbol europeo que en el football estadounidense, acaban hartos de tanta parafernalia y están deseando jugar el partido y volverse a sus casas cuanto antes.

Estoy seguro de que tú, querido lector, estarás completamente de acuerdo con Freeney, mientras piensas que por culpa del partido vas a tener que pedir un préstamo para pagar la factura del podólogo.

¡Mucho ánimo!