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CAVALIERS 108 - CELTICS 111 (2-1)

Boston remonta 21 puntos y acaba con la racha de LeBron

Un triple de Avery Bradley decidió en el último segundo. La pizarra de Stevens, clave. LeBron James jugó uno de los peores partidos de su carrera.

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Jae Crowder festeja el triunfo de los Celtics en Cleveland ante LeBron James e Iman Shumpert.
Jae Crowder festeja el triunfo de los Celtics en Cleveland ante LeBron James e Iman Shumpert.DAVID MAXWELLEFE

Ver para creer. Los Celtics obraron un imposible en Cleveland. Sin Isaiah Thomas (de baja para lo que queda de temporada) y cuando todo estaba más cuesta arriba (los campeones dominaban 77-56 en el ecuador del tercer cuarto), Boston remontó 21 puntos para acabar con la imbatibilidad de los Cavs en estos playoffs. Como tantas otras veces a lo largo de su historia, los pupilos de Brad Stevens sacaron a relucir su orgullo para completar una de las mayores sorpresas en la historia de los playoffs. Lo recoge ESPN Stats&Info: acabamos de asistir a la "derrota más inesperada de las últimas 20 postemporadas". Se dice pronto. Marcus Smart (27 puntos, 5 rebotes, 7 asistencias y 2 robos) se echó el equipo a la espalda y asistió, tras una nueva delicatessen de Stevens con la pizarra, a Avery Bradley para que se convirtiera en el héroe (se le da muy bien resolver partidos en Ohio) de la gesta con un triple que rompió el empate a una décima de la conclusión (108-111). Tras ser vapuleados en los dos primeros asaltos y con su estrella ausente, los Celtics se levantaron y tomaron 'The Q'. Ver para creer.

La NBA y en especial estas finales de Conferencia necesitaban algo asíSeguramente (visto lo visto mejor no afirmarlo, por lo que pueda pasar) este triunfo de los de Massachusetts se quede en una mera anécdota en medio de la aplastante superioridad mostrada por Cavaliers y Warriors camino de reeditar su pulso en las Finales por tercer año consecutivo. Pero lo sucedido esta noche aporta algo de emoción a una eliminatoria que regresará a Boston cuando nadie daba un duro por ello. De repente, el Game 4 adquiere una cierta expectación tras el 10-0 con el que abrieron los Cavs los playoffs (ya solo los Warriors pueden superar el mejor inicio de siempre en las eliminatorias por el anillo). Lo que ya es algo.

LeBron es humano

Al margen de la reacción de casta y orgullo de los Celtics, la otra noticia la encontramos en LeBron James. Nos habíamos olvidado que, por increíble que parezca, el Rey es de carne y hueso como el resto de los mortales. Tras la lluvia de triples durante la primera mitad (66-50), LeBron se desconectó. Una sombra de sí mismo, no marcó la diferencia en los minutos calientes como acostumbra hacer. Por segunda vez en su carrera se quedó sin anotar ni un solo punto en el último cuarto de un encuentro de playoffs (acumula 209). Hay que remontarse más de 11 años atrás para encontrar un rosco suyo en el acto decisivo de un partido jugado en casa. Fue el que menos anotó (11 puntos —4/13 en tiros de campo y 3/6 en tiros libres— que rompen su racha de ocho citas seguidas yéndose a la treintena) de los titulares de Cleveland. Tuvo el mismo número de pérdidas (6) que de asistencias. Una actuación para olvidar que coronó tirando por la borda una ventaja igual o superior a la veintena por vez primera en su carrera en playoffs (49-1 de récord). Pero ni con estos datos Stevens se atrevió a valorar su actuación: "No voy a criticarle ni un pelín. Es el mejor jugador del mundo". Mejor no despertar a la bestia.

El orgullo celtic

Con Kevin Love (28+10) —el de Santa Mónica está brillando en lo que va de serie— y Kyrie Irving (29 y 7 asistencias) sosteniendo a los de Lue y Tristan Thompson (18+13) haciendo estragos, una noche más, en la pintura; el mal día de LeBron fue el elemento que permitió a los visitantes colocar el 2-1 en la eliminatoria. Aunque conviene no restar ni un ápice de mérito al trabajo de un equipo que acabó llevándose el gato al agua pese a lanzar 24 tiros libres menos. Kelly Olynyk y la irrupción de Jonas Jerebko (+22 en los más de 12 minutos que el sueco estuvo sobre el parqué) marcaron la diferencia desde el banquillo. La segunda unidad de Boston pegó un repaso a los suplentes locales, pero el verdadero factor X fue Marcus Smart. Su fe, sus 19 puntos en la segunda parte y su acierto exterior (7/10 desde más allá del arco) dignificaron el orgullo celtic. Como tantas otras veces, los verdes apelaron a esa mística que les convierte en una franquicia única para hacer posible lo imposible. Mucho corazón, pero también hubo cabeza en la remontada. La de su entrenador, Brad Stevens. Tres tiempos muertos solicitó en el último minuto. Los tres se tradujeron en canastas para su equipo (7 tantos), incluido el triple ganador de Bradley. Tras lo acontecido en Boston, los Celtics se repusieron ganando en Cleveland. Quién lo diría. Ver para creer.