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Venezuela, el triunfo del fútbol de verdad

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Venezuela se clasificó a la final del Mundial Sub 20 tras vencer a Uruguay en penales en una definición emocionante. Horas antes, Neomar Lander, un estudiante de 17 años, falleció en las calles de Caracas tras recibir un proyectil en el pecho y se transformó en la víctima 66 de las protestas que llevan ya dos meses.

"Hoy la alegría nos la ha dado un chico de 17 años y ayer murió uno de 17. Presidente, paremos ya las armas, que esos chicos que salen a las calles lo único que quieren es una Venezuela mejor", pidió Rafael Dudamel tras la histórica clasificación. La frase resumía todo. El técnico era consciente que la única diferencia entre Lander y los jóvenes que dirige es que el primero –quizás- no era tan bueno con una pelota.

Hay dos formas de entender el fútbol. Está Dudamel enviándole un mensaje a Maduro, y está Cristiano Ronaldo diciendo que no le importa el escándalo en la FIFA, Messi en silencio frente a los casos de corrupción en la Conmebol y los jugadores de la Roja, aunque nos duela, sin ninguna opinión frente a los delitos de Sergio Jadue. Ni hablar de desigualdad, Penta o Caval.

¿Cuál es el fútbol de verdad? Para mí, es el que es capaz de trasladar a la cancha lo que ocurre fuera de ella. Al ver jugar a Venezuela uno recuerda eso. Mire como grita Fariñez, como se barre Herrera, como gambetea Soteldo y Peñaranda, y la fuerza de Córdova. No piensan en la fama, ni en los contratos millonarios. Los moviliza algo mucho más importante: unir al menos por 90 minutos a un país que hoy en lo único que está de acuerdo es que no está de acuerdo en nada.

Uno de los momentos que marca la adolescencia, es cuando se encuentra una causa por qué pelear. Para los que nacimos en Chile a comienzos de los noventa, las marchas por la educación se transformaron en eso. Para los venezolanos es algo aún más trascendental: la libertad. Que no muera el amigo, el compañero, el vecino, por pensar diferente.

El domingo la Vinotinto tendrá la oportunidad de coronar una hazaña insospechada para un país que podría resumir su historia en el fútbol en un párrafo. Ojalá se dé. Es de esperar eso sí que detrás de ese final feliz, cuando se acaben los fuegos artificiales, no se olvide el verdadero triunfo. La historia de unos chicos menores de 20 años que le demostraron al mundo que pueden reescribir el presente, aún cuando todo esté a oscuras.