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Así es el Toromiro, el árbol extinto en Rapa Nui, que fue arrasado por el incendio en el Jardín Botánico de Viña del Mar

El devastador incendio de Viña del Mar consumió el 90 por ciento del jardín, destruyendo cerca de 1300 especies y donde destaca este tradicional arbusto.

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Así es el Toromiro, el árbol extinto en Rapa Nui, que fue arrasado por el incendio en el Jardín Botánico de Viña del Mar

La devastación causada por los incendios de Viña del Mar en febrero de 2024, con un lamentable saldo de 112 personas fallecidas hasta el momento, se perfila como una de las catástrofes más graves en la historia reciente de Chile, solo superada por el terremoto del 2010. Este desastre natural no solo ha dejado una huella profunda en términos de pérdidas humanas, heridos y destrucción de viviendas, sino que también ha infligido daños irreparables en uno de los tesoros naturales y botánicos del país: el Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar.

Este emblemático espacio verde, que ha sido casi completamente consumido por las llamas, perdiendo el 90% de su extensión, también fue escenario de una tragedia personal con la muerte de una empleada del área de horticultura y tres de sus familiares dentro del parque. El incendio no solo ha afectado a las personas y estructuras, sino también a la biodiversidad única del lugar, incluyendo la pérdida significativa del toromiro, un arbusto originario de la Isla de Rapa Nui, ya extinto en su hábitat natural.

Toromiro, arbusto originario de Rapa Nui

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La historia del Sophora toromiro, un árbol endémico de la Isla de Rapa Nui, es un relato de belleza y pérdida, simbolizando la fragilidad de los ecosistemas insulares frente a las intervenciones humanas. Declarado extinto en su hábitat natural en 1960, el último ejemplar creciendo en estado silvestre fue cortado en el interior del volcán Rano Kau, marcando el fin de una era para esta especie única.

El toromiro, un pequeño árbol con hojas compuestas y flores tubulares amarillas similares al copihue, sufrió las consecuencias de la colonización polinésica desde el siglo XII. La transformación de la vegetación natural de la isla en cultivos, sumada a la introducción de especies invasoras como ovejas y ganado, ejerció una presión insostenible sobre el toromiro y su ecosistema. La tala humana para la fabricación de utensilios de uso cotidiano redujo aún más su número, hasta su eventual desaparición.

La falta de conciencia sobre la extinción de especies en aquellos tiempos contribuyó a que los últimos árboles fueran talados, posiblemente para la creación de objetos destinados a la venta a coleccionistas o museos. Esta triste realidad resalta la importancia de la conservación y el conocimiento sobre el impacto humano en la biodiversidad.

Afortunadamente, la historia del toromiro lleva consigo un rayo de esperanza. Seis descendientes del último árbol, cultivados a partir de sus semillas (el último murió en 1999), han sido preservados fuera de Rapa Nui y llegaron a manos de CMPC, donados por el Jardín Botánico de Viña del Mar. Este esfuerzo de conservación destaca el papel crucial que juegan los jardines botánicos y las instituciones en la preservación de especies en peligro, brindando una segunda oportunidad a aquellos que hemos estado al borde de perder para siempre.

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