La histórica universidad chilena que está al borde del colapso: deuda de $7.600 millones

El 27 de febrero de 2023, Cristián del Campo Simonetti, recién nombrado rector de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), convocó a una reunión urgente con los estamentos de la universidad, sorprendiendo a la comunidad académica que esperaba una simple presentación. Lo que se reveló fue un escenario financiero desolador para la institución educativa, desencadenando una serie de medidas drásticas, incluidos despidos significativos.

Un extenso reportaje de The Clinic da cuenta del complejo escenario que vive el centro educativo, perteneciente a la Compañía de Jesús, y que mantiene actualmente una deuda de $7.600 millones. Los representantes reconocen los problemas, sin embargo, descartan que esté en riesgo la continuidad del proyecto. Apuntan que los recortes de gastos y un fondo de reserva serán suficientes para seguir adelante.

Inicialmente, los académicos no sospechaban la gravedad de la situación debido a un informe de finanzas positivas compartido a fines de 2023. Sin embargo, la realidad se impuso con la llegada del nuevo rector, quien comparó la situación financiera de la universidad con la famosa frase de Javier Milei: “No hay plata”. Esta declaración marcó el inicio de una política de austeridad que incluyó la posibilidad de recortes de personal, aunque sin especificar en ese momento la magnitud del desbalance financiero.

La dimensión exacta del problema se reveló en una reunión posterior el 23 de mayo, donde se convocó a toda la comunidad universitaria. En ese evento, lleno de tensión, se anunció un déficit de 7.600 millones de pesos, y se confirmó la eliminación de 33 puestos de la planta directiva y administrativa como parte de las medidas de austeridad iniciadas el 17 de mayo. En total fueron despedidos 55 profesores, y la Facultad de Educación fue la más afectada, con 17 miembros menos del personal.

La crisis financiera en la UAH se atribuye a varios factores. La mala gestión anterior, las optimistas proyecciones de ingresos y los altos gastos en proyectos ambiciosos como la expansión del campus y la creación de nuevas facultades. Además, las fluctuaciones en la financiación estatal y una disminución en el número de matriculados han exacerbado la situación.