La innovación con lombricultura que llama la atención en Chile: “Un impacto positivo”
A través del proyecto “BioCotto”, la fundación Pequeño Cottolengo transformará semanalmente más de 150 kilos de residuos orgánicos que son generados en sus cocinas.

La lombricultura es una técnica ecológica que utiliza lombrices para descomponer residuos orgánicos y generar humus, un fertilizante natural que mejora la calidad del suelo. Con el lanzamiento de “BioCotto”, la Fundación Pequeño Cottolengo de Cerrillos integra esta práctica en su Ciudad Inclusiva, convirtiendo los desechos orgánicos de sus cocinas en un recurso valioso y sostenible
Gracias a la adjudicación de un fondo concursable de Banco Santander y al apoyo de Constructora Ruz, que contribuyó con la construcción de las instalaciones, la obra Cottolengo sigue liderando en innovación social y ecológica.
“Este proyecto refleja nuestro compromiso con una gestión responsable y con la creación de espacios donde la inclusión y la sostenibilidad sean protagonistas. Con BioCotto, damos un paso más en nuestra misión de ofrecer oportunidades que no solo mejoran la calidad de vida de nuestros residentes, sino que también generan un impacto positivo en el entorno”, señaló Cristian Glenz, Director Ejecutivo de Pequeño Cottolengo
Sustentabilidad, inclusión y beneficio terapéutico
La iniciativa genera múltiples beneficios. Desde el punto de vista medioambiental, se transformarán semanalmente, más de 150 kilos de residuos orgánicos, ayudando a reducir la cantidad de desechos que terminan en vertederos. Estudios indican que la lombricultura tiene la capacidad de reciclar hasta un 80% de estos residuos, disminuyendo la emisión de gases de efecto invernadero como el metano.
Además, la participación en el proceso de lombricultura ha demostrado ser una herramienta terapéutica valiosa, especialmente para personas con discapacidad intelectual. A través de actividades como la preparación de los residuos, el cuidado de las lombrices y la cosecha del humus, los residentes desarrollan habilidades motoras, cognitivas y sociales. El trabajo en equipo y la interacción social también fortalecen el sentido de comunidad y bienestar.
Para garantizar que los residentes, sin importar sus capacidades, puedan involucrarse en todas las etapas del proceso, que van desde la recolección de los residuos hasta la cosecha del humus; el proyecto consideró la construcción de caminos accesibles, el diseño de mesas de lombricultura elevadas para personas con movilidad reducida y la capacitación al personal en accesibilidad cognitiva.
“BioCotto es mucho más que una iniciativa ambiental; es una herramienta de desarrollo integral para nuestros residentes. Su valor radica en la oportunidad que brinda a nuestros residentes para participar activamente en el proceso, fortaleciendo su autonomía y habilidades a través de una actividad con impacto ambiental positivo”, destaca Francisco Pizarro, Director del Área de Rehabilitación de Pequeño Cottolengo.
Un futuro más verde y sostenible
En línea con los compromisos sociales de Pequeño Cottolengo, el proyecto buscará además extenderse a la comunidad en un futuro, con el desarrollo de talleres de compostaje y vermicompostaje comunitario, enseñándole a las familias de la comuna cómo hacer un buen manejo de los residuos orgánicos domiciliarios, ayudando a construir su propia compostera y apoyándolos con algunas lombrices para que puedan desarrollarlo de la mejor manera.
Además, el proyecto busca fortalecer la inclusión laboral dentro de la fundación. Al ofrecer nuevas oportunidades de empleo y capacitación, se espera ampliar el número de residentes contratados bajo la Ley de Inclusión Laboral, abriendo nuevas alternativas de ocupación y crecimiento personal.
Con BioCotto, Pequeño Cottolengo reafirma su compromiso con el desarrollo sustentable, la inclusión y el bienestar de sus residentes, demostrando que la innovación y la conciencia ecológica pueden transformar vidas.