Tiene 74 años y se luce haciendo clases en Chile: “Quería seguir aportando”
Es una de las docentes más queridas y mejor evaluadas por los estudiantes de IACC, institución donde lleva casi una década en las aulas.
“Mi vocación siempre ha estado en el trabajo social y en el cuidado de otros”, contó María Cristina Rojas, desde su hogar a través de una videollamada por la plataforma Teams. Su historia de vida se teje entre el servicio, la vocación y la decisión de no detenerse por voluntad propia.
Hoy, a sus 74 años, es una de las docentes más queridas y mejor evaluadas por los estudiantes de IACC, institución en la que lleva más de ocho años impartiendo clases en la carrera de Trabajo Social y Técnico en Trabajo Social de la Escuela de Ciencias Sociales y Educación.
Antes de llegar a la educación superior online, trabajó por más de 20 años como directora de la Casa Nacional del Niño, la institución más antigua del país, dedicada a la protección de la infancia. “Ahí aprendí que las personas no solo necesitan ayuda material, sino también sentirse escuchadas y acompañadas”, afirmó.
A las aulas virtuales
A los 65 años, cuando muchos piensan en jubilarse, María Cristina decidió transformar su futuro. Tras una vida dedicada al servicio público y al trabajo social, sintió que aún tenía mucho por entregar. “Quería seguir aportando, y la docencia fue la forma de hacerlo. Me motivó profundamente el poder transmitir mi experiencia a nuevas generaciones”, recordó.
Fue así como en 2016 ingresó al Instituto Profesional IACC para impartir clases en modalidad 100% online y asincrónica, un desafío que asumió con entusiasmo pese a no ser nativa digital. “Al principio me costó, pero me capacité, hice varios cursos del instituto y aprendí muchísimo, sobre todo de colegas con más experiencia en estas herramientas. No porque tenga el pelo blanco voy a quedarme atrás. Cada día hay que esforzarse, aprender y seguir adelante”, dijo.
Con respecto a la relación con sus alumnos, comentó que “la empatía es primordial. Yo siempre les digo a mis estudiantes que no están solos, que pueden contar conmigo. Detrás de cada alumno hay una historia y eso hay que entenderlo con respeto y humanidad”.
Vocación compartida
La historia de María Cristina Rojas Castro es la de una mujer que ha convertido su vida en torno a la pasión por enseñar y acompañar a otros. Viuda y madre de dos hijos, enfrentó sola la crianza, combinando la firmeza y la ternura para guiarlos hacia sus propios caminos. Su hija tiene 52 años y es doctora en bioquímica e investigadora en Suiza tras doctorarse en Harvard. Su hijo Paul, tiene 49 años, es abogado y coordinador académico en IACC. Ambos comparten la vocación por la educación.
“Trabajar con mi hijo es muy entretenido. Somos muy unidos y tenemos mucho que compartir. Él comprende profundamente lo que significa acompañar a los estudiantes”, comentó la docente.
Su vínculo con la tecnología nació de un desafío mayor. Recordó con humor su primer encuentro con un computador por allá en el año 2000: “No sabía ni encenderlo. Tenía a mi cargo 125 personas y debíamos registrar todo digitalmente. Con mi jefe administrativo nos apoyamos, apretamos teclas, intentamos y exploramos hasta que pudimos aprender a fuerza de ensayo y error. No fue fácil, pero lo logramos”.
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Han pasado más de 25 años desde esa primera experiencia, y hoy combina su amor por la enseñanza en aulas virtuales con una vida activa y llena de propósito. Su día comienza con un desayuno ritual, luego prepara sus clases y dedica gran parte de su tiempo a acompañar a sus estudiantes. Comenta que muchos son adultos que luchan por alcanzar metas postergadas. Por las tardes, se permite bajar el ritmo, es ahí donde sale a caminar y se dedica a su pasatiempo favorito, tejer, una práctica que traduce en gestos de afecto para su familia, como el vestido de lana que confeccionó para su nieta “Tete” hija de Paul.
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