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Hinzpeter, honre su palabra

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De mismo modo en que el fútbol eligió a un nuevo presidente hace algunas semanas, el tenis chileno está en una etapa clave para la elección de sus nuevas autoridades. El aire fresco en una actividad que viene en crisis hace largos años se torna tan urgente como imprescindible pero como en todo proceso de esta naturaleza los escenarios son dinámicos pueden cambiar de un día para otro.

La salida de José Hinzpeter después de nueve años al mando de la orgánica es un desenlace saludable. El aún presidente tuvo aciertos como convocar a Nicolás Massú y Marcelo Ríos al proyecto de renovación del equipo de Copa Davis, desarrollar, en promedio, más de diez torneos futuros por temporada y apoyar a las selecciones menores y a los juniors más destacados con financiamiento y un soporte técnico adecuado. Sin embargo, la lista de tareas incompletas o, derechamente, mal ejecutadas es igual de extensa e impone una intervención inmediata.

Si bien es cierto que el mandato de toda federación es ocuparse de la elite otra labor igual de importante es hacerse cargo del desarrollo del tenis chileno. Y ahí el déficit es lapidario. El tenis de menores está en el suelo, con números históricamente bajos respecto de la cantidad de participantes y un calendario de torneos muy mal pensado y ejecutado. Este solo hecho condiciona la imagen de la federación porque el descrédito entre los entrenadores, padres y jugadores es evidente. Hace un par de años, el padre de un destacado junior chileno, a pocas horas de comenzar la etapa local de la Cosat, comentaba que su hijo había viajado solo a la primera parte de la gira y nadie de la federación fue capaz de preguntarle si estaba bien o necesitaba algo. Ambos nos preguntamos qué costaba que el entrenador del equipo chileno, el técnico que viajaba con los dos o tres mejores de Chile pagados por la orgánica, hubiese tenido un gesto con los otros niños. Los altos costos de este deporte hace que la mayoría de las veces los menores viajen solos y el acompañamiento que puede hacer la federación tiene un valor enorme.

Este tipo de ejemplos abundan como también el de torneos internos mal organizados, sin promoción y escasísima participación. Es que el tenis debe entenderse como un todo. Por eso era importante que la Federación mantuviera buenas relaciones con Tenis Chile, los técnicos agrupados en la Anatech y los seniors donde juega un alto porcentaje de los gerentes que pueden invertir en esta actividad. Esa sinergia se fue perdiendo y llegó a un punto muerto. Cómo no entender que la relación con el tenis competitivo –aunque lo desarrollase un tercero– los técnicos y los tenistas entre 35 y 85 años era crucial para el desarrollo de este deporte. No entenderlo fue uno de los grandes pecados de esta administración.

Con todo, Hinzpeter se está yendo por decisión propia. Más allá de los cuestionamientos nadie le puso una pistola al pecho para que renunciara. Aunque haya quienes digan que la situación era insostenible, en su determinación hay una cuota de generosidad no menor. Ahora debe cumplir, con grandeza, y no articular leyes de amarre, ni dejar en el cargo a sus ex directores. Sería impresentable. Hinzpeter debe seguir el camino de José Santelices, el vicepresidente saliente, quien con su renuncia y consciente del ciclo cumplido le envió una señal demoledora al resto del directorio respecto de que lo que cabía era dar un paso al costado.

En ese marco, las elecciones del próximo sábado constituyen una oportunidad de oro para cambiar el rumbo. La lista que encabeza el abogado y ex jugador del circuito ATP Ulises Cerda congrega a ex tenistas profesionales, ex juniors de figuración internacional, activos participantes del circuito mundial senior y destacados empresarios de la plaza. Nominalmente es una lista de lujo. Si se confirma su llegada tendrá una ardua tarea, especialmente en el ámbito de la gestión comercial. Recuperar la credibilidad entre las marcas es una labor determinante y debe ser una de las tareas prioritarias porque hoy, por ejemplo, el tenis de menores perdió el auspicio de Milo y está carente de financiamiento.

La lista de Cerda tiene en sus manos una gran oportunidad, pero debe entender que el tenis nos conocemos todos y tanto en la planta administrativa de la federación como en el directorio saliente hay gente valiosa que puede seguir aportando. En el caso de algunos dirigentes que abandonarán sus cargos, desde otros ámbitos.

En su declaración de principios Cerda ha planteado que lo mueven los cambios pero también la inclusión. Confiemos que así sea porque siempre será mejor trabajar en un clima de ciertos consensos básicos. Y confiemos también que Hinzpeter honrará su palabra y no articulará para que sus compañeros de directorio se aferren por un año más en el cargo propiciando un continuismo que le haría un gran mal al tenis chileno.