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ATHLETIC-MARSELLA

Sabin Merino clasifica a un angustiado Athletic de Bilbao

Un gol forjado entre Susaeta y el canterano, que dibujaron una jugada a lo Iriondo y Zarra, sacó a los leones del atolladero ante un notable Marsella.

Actualizado a
Sabin Merino clasifica a un angustiado Athletic de Bilbao
BEIN SPORTS

Fue una jugada mágica. De esas que forjaban entre Iriondo y Zarra. De Marcos lanzó a Susaeta, que se disfrazó de Rafa para sacar un precioso centro hacia Sabin Merino (Telmo). Su cabezazo en plancha, estereotipo de los que dibujaba el rey del gol en el Athletic, sacó la angustia del cuerpo a San Mamés. El Marsella, con una primera mitad fantástica, había transformado a los rojiblancos en una banda. Batshuayi igualó al filo del descanso y pareció el principio del fin.

El primer capítulo fue un baño marsellés. Sólo Rafa Iriondo, velando desde el cielo por sus leones, mantenía al Athletic en la eliminatoria. El equipo rojiblanco estaba angustiado, a remolque de lo que dictaban Cabella y N’Koudou. Había futbolistas de Valverde que penaban sobre el verde.

Iago Herrerín sacó una mano en una carambola de Batshuayi a despeje de Raúl García, Fletcher cabecearía a placer a sus manos y la ocasión más clara para los galos llegaría en un saque de Mandanda que pilló en cueros a la zaga, incluido su meta, que salió a no sé qué. N’Koudou hizo un vaselina que Iriondo desvió con un soplido al poste. No podían tener tan mala suerte los de Míchel, así que Batshuayi pilló un balón suelto que pegó en Laporte y lo mandó a las mallas para igualar el voleón de Aduriz en el Vélodrome.

Empuje local. El plan de Míchel había sido perfecto, pero como había dicho de víspera, los leones se transforman con la camiseta rojiblanca. Hay que rematarlos. Después de que un centro-chut de Mendy besase el larguero, llegó la carga local. Mandanda hizo un paradón a saque de falta de Susaeta. El Athletic provocaba córners, pero el tanto que le metio en octavos llegó en una jugada a campo abierto. Sabin Merino, fresco, se tiró con hambre a por ese balón que venía del cielo. No podía fallarlo. Llevaba el nombre de Iriondo.