Alexis siembra la duda

Alexis Sánchez tomó el fierro caliente. Quizás no fue él quien dio el paso al frente y quedó allí porque todos sus compañeros dieron uno hacia atrás. Da lo mismo. Habló. Y lo hizo para aclarar, un verbo que no aparece entre las prioridades de los fútbolistas. Fue clarito en esa tarea, pero no pudo lograr que no quedaran dudas.

El accionar paradójico de Alexis no tiene que ver con su retórica. La situación es compleja. Alexis habló bien para ser alguien que no habla mucho. La primera vez que lo hizo, y que la gente pudo saber cómo hablaba, fue en una entrevista pagada previa al Mundial de Sudáfrica 2010. Esa conversación, en un restorán de Udine lleno de banderas atrás, sirvió para que Stefan Kramer armara su libreto más exitoso y recordado. De ahí en adelante, la gente ubica el hablar de Alexis gracias al imitador.

Alexis Sánchez protagonizó hace menos de un año una hilarante rueda de prensa en San Petersburgo, durante la Copa Confederaciones. Estuvo sentado, hablando y chacoteando, con el más serio de sus compañeros, Claudio Bravo. Una mezcla rara y que resultó explosivamente graciosa.

Esta vez, Alexis tuvo que salir a hablar sobre Bravo. Fue directo, sin evasivas. Comunicó adecuadamente lo que el grupo quería comunicar y escondió lo que había que esconder. Y, al final de cuentas, no quedó mucho en claro. Después de oir a Alexis, es una incógnita aún mayor saber si el arquero histórico volverá a jugar por la Roja. Y en qué situación se encuentra con sus compañeros.

Lo único claro es que, en Estocolmo y Aalborg, Alexis superará al guardavallas en el registro histórico de presencias internacionales por la Roja. Y probablemente ocupará la jineta que era de Bravo.