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Vidal förlorar världscupen, världscupen förloras mot Vidal

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Vidal se pierde el Mundial, el Mundial se pierde a Vidal. Eso dice el título de esta columna. Esta es una invitación para aquellos que tengan la posibilidad de ver a Arturo Vidal en la cancha, en el estadio, donde se ve el fútbol de verdad. Porque la televisión nos muestra un trozo, una parte. Por más que las cámaras sean de alta tecnología, por más que las repeticiones reflejen detalles imperceptibles a la primera mirada, por más que casi no existan secretos en el campo de juego, no existe comparación entre ver un partido por la pantalla y presenciarlo en la cancha. Allí, cerca del pasto, los invito un día a no seguir con la vista la pelota. Sigan a Vidal. Vean como se mueve. Como intuye el juego. Como en un segundo es capaz de elevarse por sobre el resto, como toma la pelota de primera, como esquiva los rivales o los encara, como es capaz de sacar un zurdazo o derechazo, con la misma potencia, sin necesidad de alguna preparación. Los invito a mirar en la cancha a un futbolista superclase.

El partido contra Suecia no es un parámetro para sacar conclusiones tajantes. Partir ganando siempre es bueno. Jugar mejor que tu rival siempre suma. Probar futbolistas que respondan a la oportunidad es una señal provechosa. Intentar mantener un estilo, más allá de los rendimientos individuales, es señal que no hay marcha atrás en la idea de juego, esa de ser protagonista de los partidos, esa que ya parece un adn de este equipo más allá del entrenador de turno. Para quienes nos criamos viendo a técnicos, jugadores y periodistas que defendían el colgarse del travesaño como dogma, sostener esta bocanada de aire fresco es ganancia pura.

Volvamos a Vidal. Lo vemos jugar y nos preguntamos cómo un futbolista de esa categoría no juega la Copa del Mundo. Y encontramos la respuesta en el mismo equipo chileno, incapaz de cerrar una clasificatoria que si bien es la más difícil del mundo, tenía todo para estar en Rusia 2018. Y cuando pierdes más por errores propios que virtudes del rival, la rabia y la tristeza se convierten en impotencia sin consuelo. Porque no existe consuelo. Bien lo dijo Jean Beausejour después del partido contra los suecos. De seguro en el Mundial habrá equipos que juegan mucho menos que Chile. No es consuelo. Todo lo contrario. Bien lo dijo Hristo Stoitchkov, el gigante búlgaro que estaba presente en el Friends Arena. Si tienes todo para clasificar, si tienes los jugadores y no lo haces, debes revisarte internamente porque algo pasa.

Arturo Vidal no jugará el Mundial en la plenitud de su carrera. Y el Mundial se perderá a uno de los mejores volantes del mundo, sino el mejor de todos en su puesto. Lo mismo para Alexis Sánchez, Claudio Bravo, Gary Medel, Charles Aránguiz, Mauricio Isla. Más rabia da por los puntos perdidos. Por Paraguay en casa, por Bolivia afuera, por Ecuador en Guayaquil, por Colombia en Santiago.

Pero ya fue. Hay que seguir escribiendo la historia. Aunque un crack como Vidal tenga que ver el Mundial por televisión. Y como ya lo dije, por tv nunca es lo mismo que en el estadio.