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MUNDIAL 2018

Los goles de Xhaka y Shaqiri: una historia marcada por la guerra

Los protagonistas del triunfo ante Serbia usaron el mismo festejo: el símbolo del águila bicéfala de la bandera de Albania.

Actualizado a
Los goles de Xhaka y Shaqiri: una historia marcada por la guerra
LAURENT GILLIERONEFE

El Mundial de Rusia nos ha entregado todo tipo de festejos, pero ninguno con un significado tan profundo como los que protagonizaron los suizos Granit Xhaka y Xherdan Saquiri, autores de los goles que le dieron el agónico triunfo a Suiza frente a Serbia.    

La celebración de ambos, las manos convertidas en la representación del águila bicéfala de la bandera de Albania, demostraban lo que para ellos significaba este partido. Un clásico marcado por su ascendencia albana-kosovar, y con una historia en común: el sangriento en conflicto entre Kosovo y Serbia.

Ragip, el padre de Xhaka, fue arrestado en 1986 en la antigua Yugoslavia y se mantuvo preso durante tres años. La razón: manifestarse contra el gobierno comunista de Slobodan Milosevic, un régimen pro-serbio que castigaba con dureza las reinvidicaciones de croatas, kosovares y bosnios.  

"Era un kosovar orgulloso y pensó que tenían derecho a existir. Estaba defendiendo sus derechos y eran derechos democráticos básicos, necesidades, como poder votar", contó Xhaka a The Guardian. "A veces le pregunto: 'Cuéntamelo otra vez', pero todavía no creo que haya revelado todo. Siempre ha habido momentos de silencio en los que he sentido que se ha tragado algo y no ha derramado la verdad. Tal vez era demasiado y quería ahorrarles a sus hijos todo el dolor": 

Cuando quedó en libertad, los padres de Xhaka tomaron la decisión de escapar de la guerra y en 1990 emigraron a Suiza. Ahí nació Taulant, y le seguiría 18 meses después Granit. Ambos son futbolistas. El primero juega en Basilea y representa a la selección de Albania. El segundo lo hace en el Arsenal y Suiza.    

Sólo meses después de Xhaka, nació Xherdan Shaquiri. Lo hizo en Gnjilane, una pequeña ciudad kosovar, pero a corta edad aprendió el significado de ser inmigrante. Sus padres, ambos albanseses, decidieron escapar de una zona de guerra cuando él tenía dos años. Se radicaron en Augst, donde Shaquiri creció como un suizo más: se armó en el Basilea, debutó en un Mundial en Sudáfrica 2010, y se ha convertido en una de las figuras, pero nunca ha olvidado su origen.  

Un mes antes del Mundial de Rusia publicó los zapatos que iba a usar en la cita: en la izquierda la bandera de Suiza; en la izquierda la bandera de Kosovo. Con ellos hoy anotó el gol más emotivo de su carrera. Una forma de sanar, aunque sea mínima, las heridas de la guerra. 

Suiza, una selección de inmigrantes. 

El caso de Xhaka y Shaquiri no es aislado. En el plantel conviven hijos de familias kosovares, albanesas, macedonias, bosnias y croatas. Una selección de inmigrantes donde destacan también Josip Drmic (croata) Valon Behrami (albanés) Blerin Dzemaili (macedonio-albanés), Admir Mehmedi (macedonio) Mario Gavranović (bosnio), Haris Seferovic (bosnio) y que es dirigida por Vladimir Petkovic, el hombre que ha sido capaz de unir detrás de un objetivo toda esa multiculturalidad.