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Hurtado y el sueño de una noche de verano

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El fútbol, ese deporte mágico que contiene muchas ilusiones y pocas certezas, nos regala historias que no podemos hallar en otro lado. La grandeza, ese rasgo que creemos que pertenece sólo a los escogidos, de vez en cuando recae en los que transitan la carrera larga, lejos de la cima, las luces y las portadas. Amamos el fútbol por noches como las que tuvo Fernando Hurtado defendiendo el arco de Antofagasta en el Maracaná ante Fluminense.

Las palabras son estrechas, seguramente, para reflejar lo que debe sentir un hincha de un equipo como los Pumas cuando te toca debutar internacionalmente en el estadio más grande del planeta. A la cancha no entraron solo los dirigidos de Gerardo Ameli. Entraron los recuerdos, la biografía, los años duros cerca del desierto y lejos de todo. Los amargos atardeceres de magros resultados. Sentir durante 90 minutos que todo valió la pena, más allá del marcador, con el nervio propio de un juego que afortunadamente no se puede predecir.

Porque si el fútbol pudiera anticiparse, pocos habrían apostado por la actuación portentosa de Hurtado cuidando el arco nortino. Le tocó remar como suplente de Paulo Garcés durante toda la temporada pasada. El azar, que siempre juega su partido en el fútbol, lo puso debajo del arco ante Fluminense por el castigo al arquero titular y porque Agustín Rossi, la flamante contratación, aún no esta habilitado para jugar.

Atajó todo y más que eso. Mostró aplomo y seguridad. Contagió al resto del equipo en un empate sin goles ante un grande de Brasil. Hurtado jugó contra Fluminense y contra sí mismo, porque rara vez le ha tocado ser el protagonista en la portada de la revista. La luchó en Antofagasta, Cobreloa, San Felipe. Una lesión en el tendón de aquiles lo convenció a retirarse hace algunos años. Por suerte eso no ocurrió, sino la noche en el Maracaná no habría existido.

El elenco Puma se jugará su paso a la siguiente fase en un mes jugando en casa. Ojalá pueda avanzar. Quizás no lo haga. Lo único claro es que la noche de Fernando Hurtado atajando todo en el Maracaná quedará en la memoria de todos, esa memoria que va más allá de la estadística y los números, la memoria agradecida del hincha, esa que perdura y es capaz de vencer el tiempo y sus caprichosas amarras.