El mejor heredero de Pinilla
Con el argentino, la U empieza a subsanar una falencia de funcionamiento que lo persigue desde la salida del jugador de Coquimbo.
Joaquín Larrivey ha disputado como titular todos los partidos de Universidad de Chile en 2020. El argentino fue la gran contratación para la presente temporada y, salvo la expulsión contra La Calera, la continuidad en el terreno de juego ha sido el rasgo de sus primeras semanas en el país. Su aporte futbolístico ya se palpa en el elenco que dirige Hernán Caputto y, yendo atrás en el tiempo, esta contribución lo vincula directamente con Mauricio Pinilla.
El impacto de Larrivey
Tras la salida del actual centrodelantero de Coquimbo, la U no volvió a tener un atacante con esas características y eficacia en su forma de juego. Hasta la llegada de Larrivey, un ariete que replica las funcionalidades tácticas en ofensiva que los azules perdieron por la salida de Pinilla y que Marcos Riquelme ni Leandro Benegas lograron reproducir.
Más allá de los goles que ha convertido, el principal impacto del argentino ha estado en la continuidad del juego de ataque a través de las conexiones desde las líneas inferiores del equipo. En las acciones de recepción de balón (con o sin marca en la espalda) y apoyo posterior mediante pases descendentes y laterales, Larrivey exhibe hasta ahora una cuota de acierto relevante.
Esto permite el avance de los azules en el terreno de juego, conservando la posesión de la pelota, para instalar el foco del trámite del partido en el sector oponente. De esta forma, el ariete se ha convertido en un garante de la progresión de la U en la cancha bajo la lógica de habilitarlo en ofensiva para soportar la marca, proteger el balón y conectar con el jugador cercano mejor situado en pos de la continuidad del juego.
La labor de Pinilla
Con Pinilla sucedía algo similar. Su presencia en el eje ofensivo gatillaba conexiones con balón y, por su buena capacidad de maniobrar de espalda al arco rival, la seguridad era plena de que la posesión de la pelota continuaría al mando de los azules. En pocas ocasiones el balón le rebotaba y pasaba al control de los oponentes, desbaratando cualquier posibilidad de avance.
Para mal de los azules, el rasgo de juego desapareció con la partida del goleador en 2018. Hubo intentos por corregir la disfuncionalidad táctica, con la presencia de Benegas y Riquelme en el centro del ataque, pero no fructificaron.
Movedizos, trazadores de diagonales a las espaldas de los centrales y batalladores, ambos argentinos carecían de capacidad de retención de balón, maniobrando de espalda a la portería rival, para darle continuidad al juego. Al final terminaron marchándose de la U y, como la necesidad futbolística persistía, gestaron entonces la llegada de Larrivey.