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Arcos

La pelota siempre al 10

Actualizado a
La pelota siempre al 10
ANDRES PINA/PHOTOSPORT

Y Jesús dijo "me voy,

De tácticas ya no hablo

Pero un consejo les doy

La pelota siempre al diez

Que ocurrirá otro milagro".

Las Pastillas del Abuelo

Pertenezco a la generación dónde el dorsal de los futbolistas tenía un sentido, reflejaban una misión en la cancha y era, ante todo, un concepto. El 2 y el 4 eran los laterales. El 6 el volante que cortaba el juego adversario, el 7 el puntero por la derecha, el 11 el extremo por la izquierda, el 9 el goleador y el 10 era el mejor de todos. El que trataba la pelota con más sutileza que los demás. El que hacía lo que otros imaginaban. El que veía espacios y oportunidades donde el resto encontraba encierros y agobio. El pase gol, el dueño de la pelota parada, el distinto.

En los momentos de apremio, ya sea en la final de la Champions o en la pichanga de la población, miramos al 10 para pasarle la pelota. Probablemente lo que venga después de recibir el balón será mejor que la jugada previa. O al menos lo intentará. El 10 era y es el último guardián de la esperanza cuando el partido se termina.

Hoy se ocupa cualquier número. Es un detalle cosmético si se quiere. Los equipos ya no juegan del 1 al 11. Los futbolistas lucen incluso números estrambóticos, fuera de todo pronóstico. 34, 77, 29. Cualquier cosa. Pero además la función del 10 durante mucho tiempo fue defenestrada. En un juego donde ya no hay futbolistas sino que atletas, el vigor, la resistencia física, la capacidad para desenvolverse en muchos puestos son los atributos máximos. Si hasta los arqueros hoy presentan como carta credencial su juego con los pies antes de comprobar si atajan o no.

Pero el 10 sobrevive. Siempre está, tratando de meter una gambeta, un caño, un pase gol, un milagro en medio de una pizarra donde todos los movimientos parecen mecanizados. Ahí está el 10 para asombrarnos todavía, para demostrarnos que ante la urgencia será el encargado de mover el tablero y destruir los pronósticos. Universidad de Chile se quedó con el mejor 10 del último campeonato, Marcelo Cañete, de gran temporada en Cobresal. Si bien no es un 10 clásico, el nombre de Luis Jiménez es uno de los más codiciados en el mercado de pases. Y andan más dando vueltas, con características diferentes pero con un eslabón común: jugadores que ven lo que el resto no puede siquiera imaginar. A algunos 10 se les bajó la cortina por diferentes motivos. Walter Montillo en la U, Jorge Valdivia en Colo Colo, Carlos Espinosa en Curicó. Ojalá pronto veamos herederos suyos en una cancha.

Crecimos con el Coto Sierra, el 'Coke' Contreras, Jaime Riveros, Marcelo Trobbiani, el Mago Merlini, la Vieja Reinoso, Leo Rodríguez. Algunos seguimos buscando al 10 dentro de la cancha esperando que pronto un compañero le pase la pelota. Algo bueno puede pasar.