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ENTREVISTA AS

Del campamento Juan Pablo II al fútbol australiano: "Hay que aprovechar las oportunidades"

Matías Toro pasó de jugar en Curacaví, equipo de la Tercera División chilena, a vivir en Sidney: "Acá la calidad de vida es otra cosa".

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Del campamento Juan Pablo II al fútbol australiano: "Hay que aprovechar las oportunidades"

Matías Toro (27) se crió en el campamento Juan Pablo II de Lo Barnechea, uno de los lugares más vulnerables de la Región Metropolitana. Allí creció con el sueño de ser futbolista. Y lo consiguió. Su éxito, eso sí, fue lejos de Chile. Hace cuatro años, mientras militaba en Curacaví (equipo de la Tercera División), aceptó una propuesta para ir a jugar a Australia. De ahí en adelante su vida cambió radicalmente.

"El profesor Francisco Arce me comentó de esta opción y un amigo que había viajado de Oceanía a Chile a jugar con nosotros me recibió en su casa. Encontré club y empecé esta aventura", cuenta en diálogo con AS Chile. Actualmente, juega en el SD Raiders FC, equipo del ascenso australiano.

- ¿Cómo le fue con el idioma y con el cambio radical de vida?
- Yo no sabía nada de inglés cuando llegué. Jamás pensé en venir para acá, pero una vez acá tienes que entender el idioma para hablar en tu equipo y para relacionarte en el día a día. La calidad de vida es completamente distinta, la cultura es distinta. Su mentalidad es diferente. A los 18 años tienen de todo, pero no porque se los regalen, sino porque son buenos para el trabajo. Y como se paga bien, todo es más accesible.

- ¿Usted se dedicó sólo al fútbol o tuvo que trabajar en otras cosas?
- Al principio igual tenía que trabajar, porque aquí la vida es cara. Tenía que hacer una platita extra al principio. Estuve trabajando en una especie de fábrica de cosas para casas. Yo empaquetaba camas, mesas o sillas. Era trabajo físico más que nada, pero después me iba feliz a entrenar.

- ¿Qué es lo que más le ha gustado de vivir en Sídney?
- Me gusta la calidad de vida, te hacen sentir tranquilo, sin tantas presiones ni preocupaciones. Eso te relaja y te hace enfocarte en lo que realmente te gusta, que es el fútbol.

- ¿Su idea es quedarse allá para siempre o le gustaría volver a jugar a Chile?
- Mi contrato termina este año y claro que me gustaría volver a jugar a Chile, pero siempre y cuando la opción sea mejor que acá. Es que acá la vida es otra cosa. El fútbol no está en un nivel tan alto, aunque físicamente son unas máquinas.

- ¿Está viviendo solo o con familia?
- Estuve viviendo con mi novia hasta hace dos semanas, pero por cosas de la vida no funcionó y terminamos. Ahora vivo solo con mi perro. Ella es chilena-australiana, pero nació acá. Muy buena chica, nada que decir.

- Imagino que en esta aventura ha tenido muchas anécdotas...
- (Risa) Sí, muchas, pero la mayoría no se pueden contar. Una de las mejores, ocurrió al principio. Un amigo chileno tenía licencia de conducir y con él me movía. Una noche entró contra el tránsito en una autopista y venían 50 autos contra nosotros. Hizo una maniobra y salimos rápido, pero la cantidad de puteadas que nos ganamos fue impresionante. Acá todo es al revés y cuesta acostumbrarse.

- ¿Qué le diría a alguien que se le presente una chance similar a la suya y no esté tan seguro de ir a jugar al fútbol australiano?
- Que no es fácil, sobre todo en el fútbol que cada vez es más difícil. Pero cuando sale una oportunidad, hay que aprovecharla. Tienes que pensar qué es lo mejor para ti y tu familia. Yo creo que en Dios y puse todo en manos de él. En la vida hay que arriesgarse. Seguramente en el camino vendrán fracasos, pero de eso se aprende también, nunca hay que rendirse. Yo quiero llegar lo más arriba posible para ayudar a mi familia. Vengo de un campamento y sé que soy un ejemplo para muchos.