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Entrevista AS

Fue hasta Egipto y ganó un Mundial para Chile: "Venderé mi clóset para pagar el viaje"

Anhay Díaz logró la medalla de oro en el Campeonato Mundial de kickboxing: "Le usé todo el antejardín a mis papás para hacerme un gimnasio y poder entrenar".

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Fue hasta Egipto y ganó un Mundial para Chile: "Venderé mi clóset para pagar el viaje"

Anhay Díaz (29) concretó su mayor anhelo. La luchadora chilena de kickboxing viajó hasta el Mundial de Egipto y el pasado lunes 25 se consagró campeona mundial en la categoría 49.700. Un logro histórico para nuestro país, que además fue solventado de manera completamente autónoma por la deportista. Un hecho que se repite, sobre todo para aquellos que se dedican a disciplinas que no resultan tan convencionales.

En los últimos dos años, el esfuerzo de Díaz es encomiable. Pero su trayecto no ha estado libre de dificultades: "En cuarentena pusimos un techo en el patio de mi casa para entrenar, porque se venía la lluvia, llegó la municipalidad y nos sacó un parte que aún no puedo pagar (ríe)", adelanta, en diálogo con AS. En esta conversación, la peleadora revela el recorrido que la llevó hasta lo más alto del kickboxing mundial.

- ¿Cómo fue el trayecto para llegar hasta el Mundial?
- En cuarentena, decidí embarcarme en el proyecto de ir a pelear al Mundial de Egipto, teniendo que hacer rifas, juntando dinero, entrenando en el patio de mi casa, porque la cuarentena cerró los gimnasios. Me compré tatamis, hasta que logré tener casi un gimnasio para entrenar estos dos últimos años. Les ocupé todo el antejardín a mis papás (ríe). Me despertaba a las cinco de la mañana, entrenaba cinco veces diarias, porque me iba a enfrentar a las mejores y quería estar a la altura. El kickboxing chileno tiene muy poco roce, y ellas pelean todos los fines de semana. En cambio yo, no tenía más de doce peleas. Por eso mismo entrené muchísimo con un equipo de profesores espectaculares, que se levantaron conmigo en la madrugada a ayudarme. Después empecé a entrenar en un gimnasio, gastándome la vida, todo subvencionado por mí, algunos particulares y mi familia, que me ayudó mucho. Con eso emprendimos el viaje.

- Y una vez allá, ¿cómo se dio el torneo?
- Bueno, llegamos allá y la organización era un desastre. El Mundial tenía que empezar cierto día y empezó al día siguiente, nos decían que iniciaba a las ocho de la mañana, y comenzaba más tarde. No sabíamos a qué hora peleábamos, no había nada de orden. Hasta que al tercer día apareció mi llave y decía que peleaba dos veces. Primero, con una portuguesa que era campeona nacional, y quien ganaba ahí iba con una polaca que era tres veces campeona europea. Cuando salí a pelear con la portuguesa lo hice siempre confiando en mis capacidades. Gané claramente el primer round y ella tiró la toalla, prefirió no seguir. Luego vino mi máximo desafío, que era la polaca. Salí con todo y gané en el segundo round con un high kick. Al tercer round decidió no salir a pelear. Al final me tocó enfrentar a una competidora tunecina, muy rápida, contragolpeadora, yo no podía dar paso atrás porque sino el contragolpe iba a puntuar más que lo que yo hiciera. Esa pelea fue al día siguiente y estuve diez horas esperando, porque me tocó en el último turno. Duró los tres rounds, solo porque ella tenía un corazón muy grande. Yo la miraba a los ojos y noté que no quería seguir. De hecho, pensé que al tercero no saldría, pero lo hizo, apenas moviéndose. Fue un momento muy emocionante cuando gané.

- ¿Cómo se sintió una vez que ganó el oro?
- Vi que la organización era muy rara. Muchas veces ganaron atletas sin merecerlo, pero que tenían un idioma similar o algo así. Yo no sabía si me iban a quitar el oro, porque, la verdad, hubo muchas peleas robadas en el torneo. Una vez que terminó la pelea miro a mi entrenador y le pregunto "¿soy campeona mundial, verdad?", y él me abraza y me dice "eres campeona mundial". El juez me levantó la mano, veo la cara de insatisfacción de mi contricante y me convencí que había ganado.

- Sé que le había prometido a su padre que sería campeona mundial. ¿Él fue importante en el rumbo deportivo que decidió tomar?
- Decidí tomar este camino a los 24 años, antes nunca había hecho deporte. En los últimos dos años aposté todo. Era ver si se acababa todo o si era campeona mundial. Creo que dedicarme a esto es el don que tengo. Mi papá siempre confió en mí. En cuarentena pusimos un techo en el patio para entrenar, porque se venía la lluvia, llegó la municipalidad y nos sacó un parte que aún no puedo pagar (ríe). Cuando hicimos esa inversión le prometí que sería campeona mundial y lo logré.

- ¿Y qué la motivó a practicar kickboxing?
-
La influencia ahí fue total de parte de mi hermano y mi primo. Ellos practicaban en una sede acá cerca de donde vivimos, en La Reina. Recuerdo la primera vez que fui a practicar... al otro día no podía ni moverme de la cama, tenía un dolor muscular que no había sentido antes. Tuvieron que ayudarme hasta a pararme (ríe). Creo que no hay nada más bonito que este deporte. Quiero seguir aprendiendo y perfeccionarme.

- ¿Fue muy difícil la transición entre solo practicar a competir de manera profesional?
- Sí, me habría encantado conocer antes el kickboxing. Creo que sería mucho mejor si estuviera más publicitado, pero creo que estamos en buenas manos hoy en día. Hay varias que estamos aportando a que sea más conocido.

- Como me decía, tuvo que pedir aportes para viajar hasta Egipto. ¿Siempre es así cuando necesita costear alguna competencia?
- Sí, aquí no te ayuda nadie, no hay nada. O sea, la municipalidad me pasa un parte, entonces me están haciendo gastar más plata, antes de darme ayuda. Mi familia, algunos privados y yo misma, que hice rifas, vendí mi ropa. De hecho, ahora estoy vendiendo mi clóset para pagar la tarjeta de crédito, porque el Mundial no salió barato.

- ¿Nunca le han ofrecido alguna ayuda gubernamental?
- No, me encantaría tener algún tipo de ayuda, la verdad. Estos dos años me dediqué de cabeza a entrenar y, de hecho, mis auspiciadores me pedían que subiera fotos, pero no tenía ni ganas. Solo entrenaba y quedaba tan muerta que quería comer y dormir. Incluso, en un momento pensaba "no quiero auspiciadores, quiero entrenar tranquila no más".

- En redes sociales cada vez gana más notoriedad. ¿Cómo utiliza esa herramienta?
- En este último tiempo la he utilizado para trabajar. A la gente le gusta saber lo que hago a diario y he recibido muy buenos comentarios de niñas. Nunca pensé que podía a llegar a ser un buen referente para niñas y ayudar a que esto crezca me pone muy contenta. Son todos resultados en base a esfuerzo y constancia.

- ¿Cuáles son sus próximos objetivos?
- Bueno, soy campeona mundial y sudamericana, pero no soy campeona nacional y es algo que me encantaría. Tras eso, mi objetivo es debutar pro. Quiero quemar todos los pases. Después me gustaría irme a Holanda a entrenar, aunque primero tengo que pagar Egipto (ríe), pero a mediados de abril me gustaría viajar hasta allá para seguir profesionalizando mi kickboxing.