ENTREVISTA AS
Dejó su casa a los 15 años y hoy es la número uno de Chile: “La pasé mal; estaba un poco chata”
“Tuve que dejar Punta Arenas y viajar a Santiago. Estaba lejos de mi casa, era chica, y la estaba pasando muy mal, no tenía ganas de seguir en esa dinámica”, señaló.
El próximo lunes 27 de mayo será una fecha histórica para el pádel en Chile. Nuestro país, por primera vez, albergará un Premier Pádel P1, transformando así a Santiago en una de las fechas más importantes del calendario. De hecho, sólo se disputan diez de estos torneos en el año. Gabriela Roux, número uno a nivel nacional (junto a Giannina Minieri), participará del certamen. “Va a ser increíble”, asegura.
Eso sí, el camino no ha sido sencillo para la jugadora puntarenense. Su ruta en el deporte inició motivada por un sueño: ser tenista profesional. Por lo mismo, dejó su hogar en su ciudad natal y viajó a Santiago con sólo 15 años. “Yo quería ser como Martina Hingis”, recuerda. Sin embargo, ese período en la capital no se desarrolló como hubiera deseado. “La estaba pasando muy mal, no quería seguir en esa dinámica”, adelanta.
- ¿Por qué?
- Como magallánica, odiaba un poco Santiago, pero sabía que era la única forma de dedicarme a mi sueño. Como deportista, uno va para adelante nomás, es como el carácter que uno tiene. Como sea hay que ganar el partido, digamos. Y llegué a vivir a la Federación de Tenis de San Miguel, era la única mujer, pero estaba mi hermano, tres años mayor y eso fue un plus para mis papás, en términos de seguridad. Después, obvio, me terminé encariñando con Santiago y descubrí sus bondades, que también las tiene.
- Imagino que debe haber sido muy difícil para usted, sobre todo porque, como dice, no había demasiadas mujeres.
- (Piensa) La verdad… A nosotras nos tocó ser deportistas mujeres en una época difícil. Yo creo que ha cambiado harto el deporte acá. Desde términos políticos, incluso. O sea, ahora hay un Ministerio, cuando yo era chica eso no existía. Estaba Chiledeportes, que le decíamos Chilerecortes (ríe). Hoy hay otro apoyo. Yo tenía un peso económico y, sobre todo, mis papás, que me tenían que pagar todo. El presupuesto destinado a hombres y mujeres era muy diferente. Si yo no ganaba el torneo, por ejemplo, tenía que llamar a mis papás y pedirles plata para vivir. Encima estaba lejos de mi casa, era chica, y la estaba pasando muy mal, no tenía ganas de seguir en esa dinámica. Además, siempre tuve las ganas de estudiar y en Chile pasa que el ámbito académico está muy separado del deportivo. Es difícil desarrollarse en ambos frentes o tener instancias intelectuales ligado al deporte.
- ¿Y cuándo conoció el pádel?
- A los 20, me retiré y volví a vivir unos meses a Punta Arenas, para preparar la PSU. Y ahí es donde conocí el pádel. En el sur se juega mucho, sobre todo allá que hay más conexión con Argentina, entonces es una disciplina famosa. Y comencé para desestresarme del tenis, que me tenía un poquito chata. Luego tuve que volver a Santiago para estudiar en la universidad y ahí seguí jugando. Éramos súper poquitas mujeres. Luego comencé a ir a Sudamericanos y Mundiales, pero nos costaba incluso conseguir a las ocho jugadoras del equipo (ríe). Ahora ya está todo más formalizado.
- Al final, estudió psicología. ¿Por qué tomo esa decisión?
- No recuerdo cuando iniciaron mis deseos de estudiar sicología, pero siempre quise estudiarlo, nunca tuve dudas. Siempre me interesó el funcionamiento de la mente, cómo vivimos, como aprendemos, sobre todo eso. También viviendo la experiencia de ser deportista, conocer cómo influyen las emociones en los aprendizajes. A veces uno entrena súper bien, después llega a la cancha y no te sale nada, entonces, ¿por qué pasa eso? Y me orienté al tema de la educación porque creo que esa es mi vocación, aunque últimamente estoy teniendo una crisis vocacional. Ese período que pasan los jóvenes entre los 18 y 20 años, yo lo estoy pasando ahora (sonríe).
- ¿Tiene que ver con que no ha podido compatibilizar su labor profesional con el deporte?
- Sí, puede ser. Hoy no estoy trabajando directamente como psicóloga educacional, más allá de que uno traslada su formación a todo lo que hace en la vida, yo creo. Hoy estoy en un club de pádel, llamado Club Central, en Llanquihue, que me da facilidades para entrenar, salir a viajar, entonces eso me ha permitido desarrollarme en los últimos años como deportista. Y pienso que es lo que tengo que hacer, al final es el momento, tengo 35 años, es el boom del pádel. El cuerpo va cambiando también. Y sé que otras compañeras lo tienen mucho más difícil que yo, porque no trabajan en el área del deporte, tienen que pedir vacaciones para poder ir a jugar torneos, no tienen dónde entrenar. Entonces, en ese sentido, tengo esa facilidad y estoy, de todos modos, súper agradecida.