ENTREVISTA AS

“El día que gané, sentí la compañía de mis papás, su energía estaba ahí... Mi mamá me había preparado para un momento así”

“Me dieron ganas de llorar, pero nunca dejé de sonreír. Me acordé de los tips de mis compañeras”, cuenta Valentina Rojas, la nueva figura promisoria del culturismo chileno.

Valentina Rojas
Es periodista desde 2017. Se especializa en fútbol, tenis, golf y pádel. Actualmente cubre Universidad de Chile.
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Hace unas semanas, Valentina Rojas vivió un día inolvidable. La joven enfermera debutó en Grizzly Battle, una competencia nacional de culturismo con un primer lugar en la categoría True Novice (atleta que nunca ha competido en una categoría específica de culturismo de la National Physique Committee) y un segundo puesto en la categoría Novice, lo que la posicionó como una de las nuevas figuras de la escena chilena.

Para llegar a estos logros, ‘Vale’ hizo un ardua preparación que le permitió cumplir un sueño. “Yo soy natural y me preparé cuatro meses con coach, pero yo venía años preparándome con una vida casi que de culturista, pero sin competir”, cuenta en el inicio de su charla con AS Chile.

- ¿Y cuándo le dieron ganas de competir?

- Yo en 2020 quería competir, pero era muy caro. Piensa que el puro equipo que te prepara vale más de 100 lucas. Y aparte tienes que comprarte todos los suplementos, que mensualmente también son como 80 lucas más. Y súmale el gimnasio, las comidas, que son seis al día, todas con pollo, con pescado, te piden huevos, claras... Es harta inversión y harta energía. Hay que entrenar todos los días, cumplir los entrenamientos de cardio... Era un reto para el cual me fui preparando. En 2023, cuando yo me empecé a preparar, también pasaron cosas.

- ¿Qué cosas?

- En mi vida personal terminé una relación, tuve que dejar un departamento, dejar de trabajar con un coach, que me estuvo preparando dos meses gratis y a mí ya me daba vergüenza. También, no me sentía emocionalmente bien, entonces fue duro. Pero hace unos cuatro o cinco meses ya me sentía preparada para competir. Me metí en el nicho por el gimnasio en el que empecé a entrenar, que es el Forza Nostra.

- ¿Qué miden los jueces en su categoría?

- Mi categoría es Bikini, y los jueces se fijan en que seas una mujer marcada, con incisiones musculares, pero que no tenga tanto desarrollo muscular. Y que tenga la forma de reloj de arena, entonces te piden glúteo, hombro y cintura. Hay mucho de acting también, porque puedes tener el físico, pero si te paras insegura, pierdes mucho.

“Mi terapia fue el gimnasio, así fui sanando. No quiere decir que no lloraba por mis papás, pero me cargaba con energía positiva por entrenar”

- Usted debió afrontar la muerte de sus padres hace unos años. ¿Cuánto la ayudó el deporte en todo este proceso?

- Cuando en el gimnasio se enteraron de eso, asociaron que mis entrenamientos tan fuertes o que fuera tan disciplinada era porque estaba cubriendo el duelo. Pero a mí siempre me gustó entrenar, desde muy chica, entonces es como que coincidió en que era la ayuda que necesitaba en ese minuto. Mi hermana se fue a Brasil con su hija y esposo, entonces ya tenía un propósito. A mí me faltaba encontrar el mío y creo que el culturismo me lo dio.

- ¿Y no tener un propósito la hizo estar mal?

- Sí, yo estuve con una depresión heavy. Recurrí a las terapias tradicionales, pero cuando tenía el efecto de los antidepresivos no me sentía bien porque yo iba a entrenar sin emociones, no lo disfrutaba. Dejé las pastillas y mi terapia fue el gimnasio, así fui sanando. No quiere decir que no lloraba por mis papás, pero me cargaba con energía positiva por entrenar.

- Imagino que se acordó de ellos cuando ganó la competencia...

- Totalmente, y siempre los tengo presente. Siento su presencia de forma muy potente y dentro del evento también, sentí la energía de ellos ahí. Eso te da más empoderamiento y más confianza para después salir a la tarima. Son cosas súper espirituales.

- ¿Por ejemplo?

- Antes de salir a la tarima teníamos que hacer una fila y yo sentía que mi mamá estaba ahí, al lado mío, te lo juro. Ella era profesora de danza y me hacía bailar sola en el colegio y cuando ensayábamos, ella me transmitía muchos tips. Y en un momento esa fila como que dije, ‘no sé de qué estoy nerviosa si en el fondo mi mamá me preparó para el escenario’. Ella me había preparado para un momento así.

- ¿De qué forma?

- En un momento, me di vuelta y veía a los otras chicas practicando las poses. Ahí sentí que mi mamá estaba ahí mirando conmigo, porque siempre me decía ‘jamás en la vida antes de una presentación, practiques lo que tienes que presentar. Nunca. Lo único que hay que hacer ahí es respirar y controlar los nervios, para que lo que tú ya ensayaste te salga bien’. Pensé en eso y entré empoderada, sabía lo que tenía que hacer.

- ¿Qué sintió cuando ganó?

- Me dieron ganas de llorar, pero nunca dejé de sonreír. Me acordé de los tips de mis compañeras, y de toda la gente que me ayudó a llegar a ese momento. Fue increíble, porque cuando empecé a aprender a posar, me sentía ridícula (ríe), no era yo. Tuve que aprender a quererme cada vez más, para desarrollar el autoestima.

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