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ENTREVISTA AS

“Empezaron a ver mis clases como una terapia”: el orgullo de una seleccionada chilena

Karen Elal hace clases en Club Pádel Arena de La Serena a niños y adultos. “Después se toman un café, comparten sus historias y uno como que ayuda en cierta forma”.

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“Empezaron a ver mis clases como una terapia”: el orgullo de una seleccionada chilena

Karen Elal tiene 31 años y hace unos seis se metió de lleno en el pádel luego de haber jugado tenis durante su infancia y adolescencia. “En el tenis competía con gente de Chañaral o Vallenar, siempre con gente mayor que yo. Llegué a ser 7° regional. Fernando González hizo una clínica y me quería llevar para Santiago, pero mi mamá dijo que no porque era muy chica y caro. El tenis sigue siendo caro”, cuenta a AS Chile.

En poco más de un lustro, la copiapina fue subiendo su nivel al punto de representar a Chile en Panamericanos y otros torneos extranjeros. Hoy, compite en la categoría femenina más alta a nivel nacional. Todo eso también la llevó a convertirse en profesora de la disciplina, donde ha logrado cosas que la han marcado. En esta charla aborda el tema.

- ¿Se acuerda del primer acercamiento que tuvo con el pádel?

- ¡Absolutamente! Me invitaron a jugar unas amigas y me metí a un torneo de una y salí segunda en un torneo del Club 4 Esquinas de La Serena. Era la primera vez que había jugado y me motivó inmediatamente. Después lo combinaba con el tenis y se me empezó a agrandar la cancha (ríe). Vendí la raqueta, me compré una pala y empecé full. En mi casa somos cuatro hermanas y las cuatro jugamos.

- ¿Cuándo se dio cuenta que quería seguir solo con el pádel?

- Fue raro, porque en el tenis, como era de Copiapó viajaba mucho a La Serena y no había tanta competencia. Las mujeres se fueron al pádel y no encontraba con quién competir en tenis. Ahí me metí de lleno.

- ¿No ve como una moda este deporte?

- No, no. Se va a quedar mucho tiempo. La farándula va a estar (ríe). El pádel es muy familiar, todos se adaptan y no es un deporte en el que te lesiones tanto. Es muy dinámico y se hace más divertido. Cualquiera puede jugarlo y eso lo hace entretenido. Por ejemplo, he visto muchos futbolistas que no tienen tanta coordinación en el tren superior, pero en el inferior... ¡llegan a todas!

- ¿En qué momento se dio cuenta que podía ser seleccionada?

- Fui a un torneo en Viña y la coach de la Selección me invitó a participar de los selectivos. Ahí me metí un poquito más en el tema y quedé seleccionada. Empecé a competir, ganar puntos y así fue sucediendo. Cuando me dijeron que tenía que representar a Chile en Brasil fue genial, porque ni en el tenis había viajado. De hecho, empecé a viajar por el pádel.

- ¿Y la competencia internacional cómo es?

- Mucho más alta que acá. El deporte en Chile... tu sabís. No te da mucho. En Argentina había niños de cuatro años con la pala y es muy barato. En unos Panamericanos en Argentina salimos segundas, pero nos tocaron unas argentinas con una paciencia increíble. Acá es como ‘peguémosle fuerte no más’ y allá analizan todo. Te podían tirar 100 globos y jugaban con tu mente. Una estrategia notable tenían.

La ‘terapia’ que inició sin querer

En La Serena, Elal hace clase para niños de entre cuatro y nueve años y también tiene una academia para adultos. “Hay que formar jugadores de pádel desde chiquititos, pero no sé si se va a dar en Chile”, indica.

- ¿Por qué?

- Depende de cada papá también. Me ha tocado escuchar a papás que me dicen que no exija tanto a sus hijos, pero yo no perfecciono a niños. Mi idea es que sea recreativo y no les voy a generar otro estrés. Sería bueno que no sepan nada de nada porque ahí los adaptas tú como profesor.

- ¿Puede vivir del pádel?

- Sí se puede. Yo hago clases y aparte tengo otro sueldo administrativo. Tengo muchos convenios con bancos y mineras, entonces estoy súper bien. Ahora mi papá quiere hacer un club en Copiapó, así que estamos con eso. Yo antes ni siquiera cobraba por las clases, pero una vez una señora se me acercó y me dijo que lo que estaba haciendo era muy bueno porque empezaron a ver mis clases como una terapia. Muchos salen de la rutina, van a dejar a los niños al colegio y van a jugar un ratito. Si se arma un partido, para ellas es bacán. Después se toman un café, comparten sus historias y uno como que ayuda en cierta forma. Y eso es bacán. Quedo pagada con eso.