ENTREVISTA AS
“En 16 años en el fútbol, creo que fui feliz sólo uno... Ahora estudié y recuperé mi alegría”
“La gente acá todavía me conoce, entonces me preguntaban qué hacía en clases (ríe). Iban con camisetas mías para tomarse fotos, era súper bonito”
Danilo Arrieta (37) está feliz. El ex futbolista chileno, que fue fichado por Valencia a los 15 años, hoy vive una realidad completamente alejada al fútbol. Hace unos días, anunció a través de su cuenta de Instagram que se graduó como profesor, algo que había buscado en el último tiempo. “He trabajado duro durante los últimos seis años: primero fui al noveno grado, luego a una escuela secundaria y ahora aquí estoy alguien completamente calificado”, escribió.
Ahora, desde Dinamarca, atiende el teléfono para profundizar sobre su nueva vida. “Yo ahora voy a trabajar con niños que han tenido problemas ligados a la criminalidad, para que se reinserten en la sociedad. Es como un Servicio Nacional de Menores. Estoy muy feliz”, cuenta Arrieta a AS Chile.
- Dice que hoy es feliz con esta nueva etapa. ¿Lo fue en el fútbol?
- En 16 años en el fútbol, creo que fui feliz sólo en uno. Mi carrera fue dura, con muchas lesiones. Uno tiene que vivir muchos meses de recuperación hasta volver al equipo, pero eso de estar feliz en el fútbol... para mí fue difícil. Por eso necesitaba un sitio para pensar en otra cosa. Creo que ahora recuperé mi alegría con este nuevo camino. Los últimos seis años han sido los mejores de mi vida.
- ¿Qué lo motivó a seguir este camino?
- Cuando jugaba fútbol tenía un montón de tiempo después de entrenar. Jugaba PlayStation, estaba con amigos, pero a veces me aburría y quería hacer algo nuevo. Yo conocí a un amigo que ayudaba a un niño que tenía problemas y a mí siempre me ha gustado eso de ayudar a las personas. Empecé a trabajar con un niño, y estuve con él durante ocho años mientras jugaba.
- ¿Y cómo fue esa experiencia?
- Él tenía 10 años cuando lo conocí y tenía diferentes problemas: no iba al colegio, no podía estar solo, le costaba sociabilizar... Decidí ayudarlo y hoy ya tiene 25 años, vive en Madrid y es otra persona. Formamos una linda amistad. Ver su evolución hizo que me gustara ese trabajo.
- ¿Le escribió cuando se graduó?
- ¡Sí! Es un amigo y me felicitó cuando me gradué. Yo le di las gracias porque sin él, no hubiera empezado en este camino.
“Me quiero especializar en cómo uno puede motivar a las personas para que dejen el alcohol y las drogas”
- ¿Qué le enseñan en la carrera?
- Tuve que cursar ética, varios cursos teóricos sobre la motivación, principalmente. Cuando era futbolista, algunos días me quedaba más horas perfeccionando la técnica, los penales o lo que sea, pero en otros meses, lo único que quería era que terminara el entrenamiento e irme a mi casa. Ahora lo que he aprendido es cómo yo puedo motivar a otra gente. Saber qué hay detrás de la motivación.
- ¿Fue muy extraño cursar junto a compañeros más jóvenes?
- La gente acá todavía me conoce, entonces me preguntaban qué hacía en clases (ríe). Iban con camisetas mías para tomarse fotos, era súper bonito. Cuando me gradué, uno llegó con un camiseta de hace 10 años para que se la firmara (ríe).
- ¿Ya tiene trabajo para este año?
- ¡Sí! Comienzo el 1 de febrero de forma oficial, pero yo ya hice seis meses de práctica ahí. Conozco a los niños y la estructura del lugar, estoy muy contento ahí.
- ¿Le gustaría ser profesor en colegios más adelante?
- Sabes que me quiero especializar en cómo uno puede motivar a las personas para que dejen vicios como el alcohol y las drogas. Haré un curso sobre eso en unos meses. También quiero especializarme en charlas motivacionales para empresas o mismo en el ambiente del fútbol.
- ¿Qué opina su familia de esta etapa de su vida?
- Están súper orgullosos de la manera que he seguido mi camino. Yo pienso que aunque hayas ganado mil millones de dólares en el fútbol, hay una vida después de esa carrera. Puedes ir a jugar golf todos los días, pero siento que de igual forma algo hay que hacer. Yo cuando dejé el fútbol, no tenía nada, entonces tuve que estudiar con gente de 16 años y yo tenía 32. Fue duro, pero valió la pena.