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ENTREVISTA AS

“Con Pinilla y ‘Kike’ Acuña eras intocable, pasabas a todos lados gratis y tenías buena compañía”

“Andar con ellos era una burbuja”, cuenta a AS Chile quien fuese lateral izquierdo en Universidad de Chile. Allí, vivió un duro momento en la época de Sergio Markarián.

“Con Pinilla y ‘Kike’ Acuña eras intocable, pasabas a todos lados gratis y tenías buena compañía”

Robin Melo (36) se retiró del fútbol profesional en 2016 con menos de 30 años. El formado en la U decidió dejar la actividad luego de su paso por Deportes La Serena, porque ya estaba desencantado de la profesión en muchos aspectos.

Todavía hay jugadores de mi generación que están activos y en muchos casos es un por un tema de carácter más que por un nivel de juego. O están los casos de gente que era muy disciplinada y no llegó a Primera y otros que eran muy desordenados y sí lo hicieron”, dice a AS Chile.

- ¿En cuál grupo estaba?

- Es que hubo un momento (ríe)... que en la U me encontré con (Mauricio) Pinilla y con (Kike) Acuña. Hicimos buenas migas, de hecho de repente cruzamos un par de mensajes con alguno y el mundo de ellos era como el de un magnate. Por ejemplo, mi primer contrato fueron 700 lucas y estos jugaban póker por esa cantidad en Viña. Entonces, andar con ellos era una burbuja. Eras intocable, pasabas a todos lados gratis, no hacías fila, tenías buenas compañías, pero te sacaba del camino de lo deportivo. Yo no fumo, en algún momento tomé, pero nunca fui el señor de la noche (ríe), pero claro; el problema es que en algún momento te gusta más la noche que el día. No puedes rendir si vas a dormir dos horas menos, una hora menos, lo que sea. No puedes esperar andar bien. Con 20 años, momento en el que te crees el dueño del mundo, puede ser, pero a la larga ese tipo de cosas te va quitando posibilidades. Pero hay otros jugadores que están tocados por la varita que necesitan salir para rendir (ríe).

- ¿Cuánto le duró esa etapa? ¿Se dio cuenta solo que no era el camino o se dejó aconsejar?

- Directamente cuando salí de Santiago. Después empiezas a valorar mucho más las cosas que parecen menos importantes. Por ejemplo, llevar tus cosas de entrenamiento a lavar a la casa. Yo viví la quiebra de la U y el equipo era sólido cuando te pagaban al día... Era como ‘vamos a ganar si nos pagan’. Uno buscaba equipos que económicamente fueran ordenados. Fue justo en la transición de eso de pasar de las corporaciones a la sociedad anónima.

- ¿Se perdió el romanticismo con las Sociedades Anónimas?

- Sí. La mística que te entregaba la U en algún momento, que la gente te empezaba a cantar hasta el último y te sacaba adelante. Ahora, para bien o para mal, por un tema de negocio y de que los jugadores quizás tienen acceso a otras cosas, por lo menos económicamente, siento que se puso un poco más frío, más calculador, perdió esa esencia de la competencia. Es lo mismo que pasó con el VAR. Si bien estoy de acuerdo con él, el fútbol perdió picardía. ‘Kalule’ (Meléndez) te pegaba y te daba la mano para que te pararas. Ahora la imagen te acusa. Deportivamente, es mejor, pero se perdió esa mística.

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La U, Markarián y la decisión que lo hizo arrepentirse

- ¿Quedó conforme con lo que hizo como futbolista?

- Yo siento que el fútbol me entregó más de lo que yo le entregué.

- ¿En qué sentido?

- En la cantidad de tiempo que jugué y en los lugares que estuve. Lo viví en algún momento cuando salí de la U a préstamo a Unión La Calera. En la U entrenábamos con 100 personas y en Calera jugábamos con 90. En la U podía elegir, short, buzo, pantalón tres cuartos o polera sin manga, polerón o cortavientos. En Calera tenías una tenida para toda la semana.

- ¿Y fue feliz siendo futbolista?

- Sí. La pasé muy bien y muy mal.

- ¿Por qué?

- Muy bien porque era lo que me apasionó toda la vida, fue por lo que luché día a día en inferiores para llegar en algún momento a debutar en el profesionalismo. Y lo pasé muy mal cuando perdió el sentido de la la competencia lo económico. Cuando en un momento yo no sabía directamente cuándo podía jugar y cuándo no. Uno sabe cuando rinde y se da cuenta cuando un compañero tampoco lo está haciendo bien. Entonces, ahí empecé a perder un poquito el amor por la competencia.

- ¿Pero usted se daba cuenta de que quizás no era solamente una situación deportiva el hecho de no jugar?

- Siempre está el ego del jugador que juega y el que no, de que viene fin de año y hay que renovar, todo eso. Y yo me encontré con compañeros que tenían buenas intenciones y otros que no. Y lo otro con el tema de vender a los jugadores. Había que hacerlos jugar, porque estaba el tema del CDF. Eran chicos que no estaban preparados, pero había que mostrarlos. Entonces, cuando veías a un presidente que no tenía idea de fútbol y le gritaba al DT por qué no jugaba tal jugador que no era citado y pasaba a ser titular... ahí me empecé a desencantar con el fútbol.

- ¿Le afectaba eso mentalmente o se podía abstraer llegando a casa?

- Salía de mi casa con toda la motivación de conquistar el mundo y llegaba de vuelta, con ganas de no salir más. Eso sí, podía contar mis cosas. A mi mujer le dije que en Deportes Temuco un técnico me puso la cruz encima. Uno por querer lucharla entrenaba más duro, más tiempo, pero llegué a un momento de llorar en mi casa. Ella me abrazó y me puse a llorar.

- ¿Y de la U qué recuerdo tiene?

- Yo tengo el mejor recuerdo de la U. De hecho, si veo un partido en algún momento, es uno de la U. Me desencantó tanto la actividad que en mi casa no hay fútbol. Hace tres años que no veo un partido de la U sentado tranquilamente. Pero lo que me dejó la U en todos los aspectos, no lo hubiese cambiado por nada.

- ¿Qué fue Markarián para usted?

- Markarián en algún momento fue un buen técnico que me dejó muchas enseñanzas. De hecho, yo no me fui a préstamo a otros equipos porque él dijo que yo me iba a quedar. Él me decía ‘Zurdito’. Yo en ese tiempo era el suplente de Pepe Rojas, pero después llegó gente del Everton campeón y empecé a bajar en la consideración. Tres semanas antes de empezar el torneo, me dijo ‘Zurdito, no vamos a contar con usted este campeonato’. Ahí entendí el concepto del representante que es un mal necesario. Yo no tenía. En ese tiempo había uno que llevaba jugadores al Feyenoord y yo le dije que no, porque creía que mis capacidades me harían jugar, pero la llegada que tenían ellos era más fuerte que un tema deportivo.

- ¿Y se fue de la U por decisión propia?

- Yo tenía contrato con la U por cinco años y partí antes. Me fui con Marcelo Salas al proyecto con Unión Temuco. Antes, eso sí, yo volví a la U después de mi préstamo en La Calera y me dijeron que me iba a quedar. En ese momento estaba Don Arturo Salah. Él era un caballero del fútbol, del deporte y de la vida. Ahora entiendo porque era Don Arturo. Él valoró mi progreso, pero cuando me iba a quedar, lo echaron.

- ¿Nunca se arrepintió de tomar esa decisión de irse de la U?

- Sí, me arrepentí, porque si hubiese estado en la U quizás habría encontrado un equipo en Santiago con una vitrina distinta, por la sencilla razón de que la televisación estaba garantizada. Quizás a Puerto Montt iban una vez cada seis meses. Pasó el tiempo y me quedé en Temuco y quizás no salir a otro lado me fue opacando en el fútbol. Le dije que no al ‘Chifli’ Rojas en Ñublense. Hablé con Mario Salas cuando estaba en Barnechea y también le dije que no. Después me arrepentí.

- ¿Y por qué les dijo que no?

- Porque soy de Temuco, tengo mi casa acá, mi señora estaba estudiando y quería que estuviera tranquila y que no lo alargara un año más. Pero después el cambio fue a La Serena. De casa a casa fueron 1220 kilómetros en auto.

- ¿Y usted supo en el momento en que se fue de la U que quizás no iba a volver o tenía esa esperanza de regresar?

- Estaba la instancia de volver por contrato, pero mi sensación era que no iba a volver, porque la competencia era dura y todos los años llegaba más gente de afuera y de inferiores. Era difícil a menos que yo destacara mucho en otro lado, y lo más probable es que de ser así, hubiera salido de Chile.

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