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ENTREVISTA AS

El paso por la U de promisorio arquero de la B: “No dimensioné lo que era estar ahí”

Entre la Sub 11 y Sub 13, Jaime Vargas, hoy en Recoleta, estuvo en el CDA. Sin embargo, no siguió porque vivía fuera de Santiago y no podía entrenar todos los días.

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El paso por la U de promisorio arquero de la B: “No dimensioné lo que era estar ahí”
GENTILEZA JAIME VARGAS

Jaime Vargas estuvo en Universidad de Chile entre la Sub 11 y Sub 13. Si bien sus condiciones eran ponderadas en el club, el no viajar todos los días desde San Vicente de Tagua Tagua al CDA llevó a que los azules decidieran no contar más con él. En charla con AS Chile revive esa etapa.

- Estuvo dos años en Universidad de Chile. ¿Logró dimensionarlo?

- En esos momentos no dimensioné lo que era estar ahí porque era muy niño. Mi papá sí me decía ‘mira la oportunidad que tienes’, pero nunca le presté la atención necesaria. Yo podría haber seguido ahí, no me fui por falta de condiciones, pero ahora que estoy más grande pienso que es diferente estar en la U, con todas las comodidades que tiene un equipo en Primera, a estar en un equipo como Recoleta, que no le falta, pero tampoco le sobra nada. Ahí uno empieza a valorar más lo que tuvo y lo que ya no tiene.

- ¿Y esa decisión de partir fue suya?

- No, no. Pasó por los ‘profes’ de allá. En ese tiempo todavía no me había ido a vivir a Santiago, entonces no podía ir a entrenar todos los días. Yo me atrasaba mucho en los trabajos, pero estaba al nivel que me requerían.

- ¿Entonces desde el club sintieron que no le podían sacar el máximo potencial en base a que no podía ir todos los días?

- Claro. Yo no estuve como debí estarlo, porque uno cuando se dedica a algo, tiene que estar de lunes a lunes y a full todos los días.

- ¿Hubo un plan familiar para que se mudara a Santiago y de esa forma continuar en la U?

- En un momento se habló, pero mi mamá nunca me dijo que sí (ríe). Cuando me fui a Deportes Recoleta en 2019, fue sin su permiso. Hasta el día de hoy me dice que me devuelva (ríe). Mi papá me apoyaba y chocaba con mi mamá por eso (ríe).

- Ahora que su madre lo ve jugar, ¿qué le dice?

- Cada vez que vengo a San Vicente me dice que me quede, que no vuelva a Santiago (ríe). Es difícil para ella aceptarlo, pero ahora entiende más que es mi profesión y lo que quiero hacer.