Entrevista AS
Fue el primer venezolano que jugó en Chile y hoy trabaja en Calama: “Mis jefes me piden fotos”
“Me alegro mucho que siempre se acuerden de mí. Y en vida... Gracias a Dios, por el fútbol, sigo ganando”, afirmó.
Mientras la Roja y la Vinotinto jugaban en el estadio Nacional, a más de 1.500 kilómetros de distancia, en Calama, Diony Guerra (53) miraba el partido por la televisión. El primer venezolano que llegó al fútbol chileno, concretamente a Deportes Concepción (1996), sufrió con la derrota 4-2 de su país, pero sigue confiando en que el equipo de Fernando Batista puede clasificar al Mundial.
“El tren pasa una sola vez. Si Venezuela se monta en él, yo creo que nunca más se va a bajar”, dijo el ex seleccionado en diálogo con AS. La Vinotinto es octava con 12 puntos y está a una unidad de entrar a la zona de repechaje. En la próxima doble fecha eliminatoria, que se disputará en marzo del 2025, el elenco llanero visitará a Ecuador y recibirá a Perú. “La Selección me motiva mucho”, explicó el ‘Loco’.
El duelo entre la Roja y Venezuela, por cierto, fue especial para Guerra, ya que él tiene un vínculo muy fuerte con Chile. Junto con llevar casi una década viviendo en el país, su esposa y su hijo mayor son chilenos. Sin embargo, el ex delantero fue claro. “Nada cambia mis raíces, soy venezolano”, contó con simpatía.
Diony Guerra y la vida en Chile
En medio de la conversación, Guerra también abordó su presente en Chile. Hoy está radicado en Concepción y sólo se mueve cada dos semanas a Calama por trabajo. Su nueva vida está en la Minera Centinela, donde ayuda en labores de electricidad.
- ¿Por qué decidió quedarse a vivir en Chile?
- Bueno, mi esposa, a quien conocí cuando yo era futbolista y con quien llevo casado casi 29 años, es chilena. Hace 10 años, su papá tuvo una enfermedad, cayó en cama y nos volvimos de Venezuela. Hace como cuatro años que él falleció y aún estamos acá. Falta que Venezuela se acomode para poder irnos y terminar mi vida allá. Mi hijo mayor, de 26 años, es chileno y mis dos hijas, de 12 y 18, son venezolanas.
- ¿Cómo definiría su etapa en Chile?
- Yo feliz, porque estoy con mi familia. Y feliz porque mis hijas están estudiando. Me gusta porque acá hay más tranquilidad, en el sentido de que si se te enferma alguien, puedes ir a un médico cercano y te atienden como en una clínica. Hasta te dan los remedios... Chile me ha dado muchas cosas, como estabilidad económica, trabajo, estudio, y también estoy agradecido por todas las cosas que han pasado mis hijos. También estoy orgulloso de mi señora, que ha estado en buenas y malas conmigo.
- Me comentó que ahora está trabajando en una mina en Calama...
- Sí, soy maestro primero en la parte eléctrica. Estoy haciendo cursos, pero eso también se va aprendiendo al momento de trabajar.
- ¿Qué hacía antes de partir a Calama?
- Tuve una escuela de fútbol en Concepción, pero con la pandemia se vino abajo y tuve que dejar todo y venir acá a trabajar. La plata que se gana acá, no se gana en Concepción. Trabajo 14 días y descanso 14. Es un poco duro, pero lo disfruto.
- Usted fue el primer venezolano en llegar al fútbol chileno. Eso debe ser motivo de orgullo...
- Sí, claro. Estoy orgulloso de ser el primero y poder abrir la puerta a otros venezolanos que han llegado como futbolistas. Me alegro mucho que siempre se acuerden de mí. Y en vida... Gracias a Dios, por el fútbol, sigo ganando, porque me reconocen y me respetan. Hasta he conseguido trabajo gracias a mi nombre.
- ¿En Concepción lo reconocen mucho?
- No sólo en Concepción, sino que en todo Chile. En Calama ando con la camiseta de la Vinotinto y con una gorra de la Selección, y ya saben quién soy. Me señalan y se tiran fotos conmigo, incluyendo a los jefes y los trabajadores. Tenemos una buena amistad, hay buenos compañeros de faena.