“¿Juegan acá?”: la desidia y el ‘no Covid’ que esperan a la Roja en Rio
A poco más de 24 horas para el partido entre Brasil y Chile, el ambiente no prende. Varios habitantes de la ciudad no sabían del partido.
“¿Juegan acá?¿En el Maracaná? ¿El jueves?”. André, taxista en el aeropuerto de Rio de Janeiro, se sorprende con la información. No tenía idea de que en poco más de 24 horas se juega un partido trascendental, al menos para Chile, en su propia ciudad. Es que Brasil ya está clasificado al Mundial y él tiene la mente puesta en otro duelo. “Soy hincha de Fluminense y el domingo nos jugamos el paso a la final del Torneo Carioca ante Botafogo. Si pasamos jugaremos la final con Flamengo”, cuenta con entusiasmo.
Es que, además, a él simplemente no está conforme con cómo está jugando la ‘Verdeamarelha’. “Neymar no me gusta, no está a la altura de Romario, Bebeto, Ronaldinho o Ronaldo. Chile tiene posibilidades”, recalca.
El desconocimiento de André sobre el encuentro de este jueves no es un hecho aislado, por más increíble que parezca. Marcelo transita por Copacabana con la camiseta del Flamengo, el elenco más popular de la ciudad y también lo toma por sorpresa la información. “¿Y juega Vidal?”, es su primera pregunta. “Ese sí es un crack, ojalá fiche por mi club”, añade. Al lado su amigo Benny sí dice saber del partido. Él es brasileño, pero vive en Israel. “Creo que vamos a ganar, jugaremos en el Maracaná”, apunta.
Vidal es, sin duda, el más conocido de la Roja y sus deseos de fichar en el popular club carioca ilusiona a los hinchas. Luciano vende camisetas en el corazón de la playa de Copacabana, varias de ellas son del Flamengo, y sueña con vender pronto la 23 del ‘King’. “Si él llega al ‘Fla’, el equipo lo tendría todo, es el que nos falta”. Y luego va más allá. “Quiero que gane Chile, nosotros ya estamos clasificados”.
Ciudad ‘sin Covid’
Además del poco entusiasmo de la hinchada brasileña, hay otro hecho que llama la atención en Rio. Cuando la pandemia aún está lejos de terminar, la ciudad se muestra con una increíble e inquietante normalidad. Más de la mitad de la gente que recorre las calles no usa mascarilla, no hay distancia social y los saludos son como siempre. Acá lo raro parece protegerse, porque la pandemia ya parece ser parte del pasado.
