La U que planea Diego López
El nuevo DT iniciará su ciclo con el gran desafío de mejorar el bajo desempeño y corregir las falencias futbolísticas. Al ser presentado, anunció otro modelo de juego.
Comienza el ciclo de Diego López al mando de Universidad de Chile. Este lunes, en el retorno de los azules a los entrenamientos luego de una semana de descanso a raíz de la detención del Campeonato Nacional, el DT se pondrá al mando del plantel. El uruguayo ha desarrollado gran parte de su carrera en Italia, incluso antes de su etapa de dos años en Peñarol, y por lo tanto existían dudas en el medio charrúa respecto del modelo de juego que intentó plasmar. En su desembarco en Chile, la situación no es muy distinta.
Por lo mismo, durante su presentación en las cuentas de redes sociales de la U, el tema no fue obviado. López se explayó en relación a los comportamientos en la cancha que intentarán desarrollar los azules. Un asunto no menor, debido a lo que dejó el ciclo anterior de Santiago Escobar en el cargo. La escuadra universitaria no logró alcanzar una fisonomía de juego clara y lo peor fue que, en muchas ocasiones, el accionar colectivo no fue coherente con las promesas tácticas del estratega colombiano.
Noción de bloque
El primer concepto táctico que esbozó López guarda relación con el principio de juego general Noción de bloque. El DT anunció que la U será “un equipo corto”, lo que implica la recurrencia de distancias mínimas entre los tres sectores que conforman la escuadra (defensa, mediocampo y delantera). Si esta parte de la propuesta se concreta, sería un avance respecto de lo mostrado por los azules en el primer semestre de 2022.
La proximidad de las líneas constituye un recurso defensivo clave en el fútbol contemporáneo. En la élite internacional, la mayoría de los equipos se reagrupan en no más de 40 metros de largo, incluso hasta 30 metros, y lo hacen a distintas alturas en el campo de juego (zonas baja, media y alta). Así reducen espacios en la recuperación del balón y la labor se torna muchos más viable y productiva. Esta faceta fue una de las debilidades de la U, por su incapacidad para presionar y hacerse nuevamente de la pelota con el fin de obtener el control del juego.
Intensidad
Otro de los anuncios del nuevo DT universitario tuvo que ver con la frecuencia o repetitividad de las acciones en el terreno de juego. Dijo que la U va a ser “un equipo intenso” y en este apartado el objetivo no se aprecia demasiado distante en vista de lo que exhibieron los azules, sobre todo al cierre del semestre.
El desempeño colectivo, por momentos, tuvo altas cuotas de ritmo y suma de acciones físicas y técnico-tácticas. La U no fue un equipo que jugó a una intensidad menor que el resto, pero careció de precisión y claridad en la zona media y en el ataque para imponerse, junto a debilidades puntuales que le costaron caro en la defensa.
La muestra más clara al respecto es el caso de Álvaro Brun. El uruguayo no logró introducirse en la dinámica imperante en cada partido en el mediocampo y desapareció de la titularidad. Su lugar lo ocupó Felipe Seymour, quien posee como registro individual dominante la continuidad permanente de sus acciones de juego.
Si el nuevo DT aspira a mejorar los niveles de intensidad, sin duda que puede tener un rol clave la inclusión de los jugadores que están apareciendo en el primer equipo. Algunos ejemplos son claros: Darío Osorio y Lucas Assadi y en menor medida Bastián Tapia. En particular los mediocampistas, quienes también pueden actuar en ofensiva, le dieron un toque de mayo velocidad al equipo. Por lo tanto, contarían con grandes opciones de prolongar su presencia entre los titulares.
Identificación, competitividad y entrega
Los contenidos de juego finales enunciados por López se vinculan directamente al plano volitivo y actitudinal. El uruguayo afirmó que esperaba presentar en el terreno de juego un conjunto que generara “identificación con la gente del U”, que fuera “competitivo” y no diera “una pelota por perdida”. De este modo, agregó, su intención apuntaría a lograr “un equipo fuerte, duro de ganar”.
De los tres aspectos, la realidad indicó durante el primer semestre que solo uno se encuentra avanzado. Este tiene tiene ver con la entrega, puesto que los azules tuvieron una correcta disposición en la cancha. Sin embargo, el gran problema resultó de índole futbolística, ya que la oncena no funcionó colectivamente. Que no fue competitivo está más que claro por su ubicación en la tabla (puesto 11 con 17 puntos), lo que evidentemente repercutió en la identificación con sus hinchas. Sin embargo, el respaldo de los seguidores es un sello identitario del club.