FÚTBOL CHILENO
“Mi papá se emparejó con otra mujer y se fue, nos abandonó; mi mamá mantenía la casa”
“A ella le dieron pega como manipuladora de alimentos y ganaba el sueldo mínimo. Mi hermano y yo comenzamos a bajar de peso”.
A mediados de mayo pasado, Felipe Gutiérrez decidió retirarse del fútbol. El ex UC dejó la actividad a los 33 años, aquejado de una artrosis que le imposibilitó rendir como él esperaba durante las últimas temporadas. Hoy, se encuentra en otra faceta: recientemente cumplió 10 años de casado y ahora se ha dedicado a disfrutar de sus tres hijos.
“Se cerró la fábrica definitivamente”, señaló en diálogo con LUN, donde habló de todas las precariedades que atravesó en su niñez. “Yo tuve una infancia complicada, de carencias. De pobreza, para decirlo claramente. Sabía que para la Navidad no tendría regalos y que se comía lo que había cuando había. Hoy mis hijos, por suerte, no pasan lo que yo pasé. Pero con mi señora estamos muy preocupados de enseñarles que en la vida todo cuesta”, declaró.
“Yo nací en Viña, pero por trabajo mi papá nos llevó a Lautaro, en la Novena Región. Me acuerdo que estuvimos un par de años en familia con mi mamá (Luz Leiva) y mi hermano Orlando, pero mi papá se emparejó con otra mujer y se fue. Nos abandonó. Estuvo dos años ausente, pero después hubo cierto acercamiento. Él se encargó de pagar un internado para mí y otro para Orlando, pero nada más”, reveló el ex volante.
“Fue más fuerte y complejo sentirme abandonado”
El campeón de América en 2016 confesó que, a veces, simplemente no había qué comer: “La casa la sostenía mi mamá y a duras penas porque le pidió trabajo a un ex jefe de mi papá y le dieron pega como manipuladora de alimentos, es decir, se encargaba de la cocina de un colegio y ganaba el sueldo mínimo de ese entonces: 98 mil pesos. Mi hermano y yo comenzamos a bajar de peso”.
“Siento que fue más fuerte y complejo sentirme abandonado. Viviendo en un pueblo chico y pobre como Lautaro, las posibilidades de soñar eran nulas. Nunca pensé que podía ser médico o abogado, o nada. Mi mamá nos incentivó a jugar a la pelota para no caer en los vicios porque, si no era el fútbol, la alternativa era la droga y el alcohol y mi mamá nos decía que, si nos cachaba en esa, nos daría vuelta la boca”, complementó.