Entrevista AS
Pasó por la UC, se retiró a los 28 años y hoy tiene un local de comida: “La noche me afectó”
Eduardo Leal es autocrítico con su carrera. “Cuando eres joven, la plata llega de la nada y sales en la tele. Ahora puedo decir que no me cuidaba”, cuenta el ex volante.
Eduardo Leal (31) es uno de los tantos formados en Universidad Católica que no tuvo grandes oportunidades en el plantel de honor del club. El ‘Huevo’ solo disputó 12 encuentros como cruzado entre 2012 y 2014, y por ello debió tocar otras puertas. Fue así como Barnechea, Copiapó, Lota Schwager, Unión La Calera, Valdivia y San Antonio Unido aparecieron en su camino.
Sin embargo, en 2019, Leal se cansó. Con solo 28 años, y luego de algunos problemas en el ‘SAU’, decidió dejar el fútbol. Hoy, eso sí, el ex volante no desaprovecha su tiempo, pues administra un local de comida rápida y sushi que fundó junto a un socio tras decirle adiós al profesionalismo. El nombre de su emprendimiento es ‘Abrazo de Gol’ y cuenta con dos sucursales (Peñalolén y Huechuraba).
“Echo de menos varias cosas del fútbol, pero esta etapa también es bonita, porque ya tenemos dos locales y estamos viendo si abrimos un tercero. Recién llevamos dos años y la pandemia nos afectó, pero nos ha ido súper bien”, cuenta Leal en medio de una charla con AS, donde también repasa su carrera con mucha autocrítica.
- ¿Por qué decidió dejar el fútbol en 2019, con solo 28 años?
- Me retiré por dos problemas que tuve en San Antonio. Uno fue con los dirigentes, netamente porque creo que uno de mis compañeros, el ‘Mota’ González, fue injustamente despedido del club. Fui el único que me opuse y demostré mi enojo con el cuerpo técnico y los dirigentes, y ahí los más grandes pensaron que yo estaba remando para el otro lado y que prácticamente no estaba ni ahí con el equipo... También sufrí una lesión grave en el aductor, teniendo que estar fuera como cuatro meses, y se dio que los dirigentes decidieron desvincularme.
- ¿Por la ‘rebeldía’?
- Sí. O sea, ellos lo tomaron así, pero en realidad fue porque el club no tenía los medios para hacerme terapia. No quisieron que yo me tratara en Santiago, porque obviamente yo tenía contactos en Católica, en Meds. Pero San Antonio decidió que me tratara con el kinesiólogo del club, que es un buen profesional, pero tampoco tenía las armas necesarias para tratarme en el recinto donde entrenábamos.
- ¿Igual dejó el fútbol por cierta desilusión?
- Lo que pasa es que la lesión se dio justo a mitad de año y tenía que esperar seis meses, entre que me recuperaba y volvía a entrenar por mis medios. Tampoco tuve la motivación de buscar equipo en la B, porque en ese momento ya no podía jugar en Segunda, por haber estado en San Antonio. La B era la opción y Primera estaba muy lejos... Pero justo a fin de año se dio la posibilidad de poner el negocio de comida con un amigo, ya que tenía mis lucas ahorradas. En el 2020 igual fui al Sifup, pero solo alcancé a entrenar una semana, porque justo abrimos el local. No me daban los tiempos. Entonces, en realidad no me desmotivé, no me desilusioné del fútbol, pero sí del último año que viví. Y anteriormente, en Deportes Valdivia me pasó algo similar.
- ¿Qué pasó específicamente?
- Tuve problemas con el ‘Mortero’ Aravena en nuestras formas de pensar, que eran diferentes. Lo que pasa es que él es súper jerárquico, es como un buen patrón de fundo. Entonces, eso ya está obsoleto en el fútbol. Ahora, los técnicos tienen que saber llevar a los jugadores. Ya no existe eso de que el DT se preocupa de los titulares y que los otros la remen solos y que prácticamente ni les habla. El ‘Mortero’ es así. A mí no me dejaba entrenar y, de hecho, llamé al Sifup y me dijeron ‘si no te dejan entrenar, vamos a tener que multar al club’. El ‘Mortero’ hacía fútbol 11 contra 11 y me dejaba fuera. Solo me hacía correr por fuera. En ese momento hablé con el presidente de Valdivia, pero me dijo que apoyaba al entrenador y que cada uno tenía su forma de trabajar... Aguanté como seis meses sin entrenar. Entrenaba solo...
- ¿La pasó mal?
- Sí, pero me refugié en mis compañeros. Lo bueno es que ellos tenían claro mi nivel futbolístico y el aporte que yo podía hacer en el equipo. Me llevaba muy bien con todos. A pesar de no jugar, nunca me descargué con ellos. Siempre fui la alegría del camarín, me gustaba mucho bromear y, de hecho, bromeábamos hasta con la desgracia que me pasaba. Pero igual, ya después de tantos años, uno asume que eso puede pasar. Da pena, da rabia. Da impotencia no poder jugar y que no te dejen entrenar, pero al final, más que una pasión, el fútbol igual es un trabajo.
- ¿Le faltó pelearla o fue una buena decisión el retiro?
- Pude haber dado un poco más, porque obviamente cada uno tiene sus metas. Quizás algunos lo ven como una pasión de vida, otros como un trabajo y otros como un hobby. Pero obviamente que mi ilusión siempre fue volver a jugar en Primera, sea en el equipo que sea, y consolidarme. Ahora, que soy grande, de repente igual me arrepiento de haber pasado por tantos clubes. Quizás en algún momento tuve que haberme quedado en uno, unos cuatro o cinco años y haber luchado, porque, al final, ir de club en club no es muy cómodo.
- ¿Se reprochó algo por no tener opciones en Primera?
- Lo que pasa es que yo siempre me consideré un jugador muy hábil, muy técnico, y como me formé en Católica, siempre tuve buen estado físico. Pero nunca fui un jugador que trabajó el doble o en las tardes. Nunca me quedé después de los entrenamientos. Entonces, como que a su vez igual me conformé un poco. Nunca pude pulir mis debilidades y eso, quizás, igual llevó a muchas lesiones, porque en los últimos años sufrí muchos desgarros. Quizás fue una mala alimentación, el descanso, el no entrenar el doble. Hoy en día, los jugadores están mucho más profesionales y tienen muchas más herramientas para jugar más años.
- ¿Con quién creció en Católica?
- De mi generación, ningún jugador brilló así como a nivel de Selección, pero todavía están activos. Diego Opazo, que es el capitán de Puerto Montt, Juan Pablo Gómez, que está en Curicó... Lo que pasa es que en juveniles te juntan con dos o tres años. Entonces, alcancé a jugar con Enzo Roco, Claudio Sepúlveda, Felipe Gutiérrez, Stefano Magnasco, que es mi mejor amigo... Igual estuve varios años en el plantel y cuando volvía de los préstamos, tenía que entrenar con ellos y hacer la pretemporada. Fue una linda experiencia, fueron buenos años. Alcancé a jugar como 10 años de forma profesional y bueno... Al final, uno se arrepiente de, quizás, no haber sido más profesional y no haber entrenado el doble.
- ¿En qué le faltó cuidarse?
- Cuando fui más joven, igual salía con amigos, iba a fiestas. Cuando uno es joven, la plata te llega de la nada, te hacen contrato y sales en la tele...
- ¿La noche le jugó una mala pasada?
- No sé si mala pasada (ríe), pero sí fue uno de los puntos de que al final me afectó. De la misma forma, hay muchos jugadores que quizás no salen, pero sí comen mal y son gordos... Aunque sí, cuando era joven, yo salía demasiado. No al nivel de Pinilla y tampoco tan famoso (ríe), pero sí salía con mis amigos. Me gustaba salir una o dos veces por semana.
- ¿Gastaba mucho dinero?
- En realidad, todos poníamos lucas. No fue como que yo derrochaba todo el dinero, pero sí cuando salía con amigos que todavía no entraban a la universidad, por ejemplo, obviamente que yo era el que ponía las lucas. Al final, yo era el que a los 20 años ya tenía auto y ellos trabajaban en lo que podían. Yo, puta, tenía contrato, jugaba en Católica... Ahora que estoy retirado sí te puedo decir que no me cuidaba, que no entrenaba el doble y que, quizás, no me alimentaba como correspondía.
- Y volviendo lo que fue su última experiencia en el fútbol, en San Antonio Unido, donde pudo estar con Humberto Suazo. ¿Sacó alguna enseñanza viendo a un jugador como él?
- No compartí tanto con el ‘Chupete’. O sea, obviamente sí compartimos camarín, él era un tipazo, pero era muy callado. De hecho, hablaba solamente en los partidos, así como en la arenga previa. Yo creo que justo me lo topé cuando él volvió al fútbol como a reencantarse, a divertirse... Después lo vi y estaba 10 kilos abajo. Entonces, sí se tomó en serio el fútbol nuevamente. Cuando estaba conmigo, obviamente que él quería ganar, quería volver a triunfar, pero sí lo vi más relajado.
- ¿Qué le llamó la atención de Suazo en lo futbolístico?
- Su calidad era tremenda. En el trabajo de definición, todas las mandaba al ángulo y con las dos piernas. Una movilidad en la cancha que solamente tienen los jugadores de elite... Para mí fue mucho más cómodo jugar con un futbolista de ese estilo, que con un joven que recién se está armando.
- ¿'Abrazo de Gol’, su local, le ha dado más réditos económicos que el fútbol?
- Aquí solo administro y está un poco similar. Pero sí te puedo decir que cuando juegas fútbol y entrenas, lo pasas bien. Muchas veces, en mi trabajo no lo paso bien, porque obviamente a nadie le gusta, de repente, atender gente, comprar cosas, pagar sueldos. De repente uno se aburre. Pero sí es mucho más entretenido ser dueño de algo, donde tú puedes manejar tus tiempos. Puta, si yo quiero no trabajo. O sea, administro, pero no hago turno y le pago a alguien.
- ¿Y sigue jugando fútbol?
- Sí, en ligas amateur de San Felipe, donde me pagan y todo. Muchos amigos me dicen ‘¿por qué no vuelves al fútbol profesional?’, pero yo les digo ‘hueón, ¿sabes qué? Comerme viajes en bus de 10 horas, tener que entrenar con los horarios del entrenador, que me digan lo que tengo que hacer y lo que no, no... Como que ya me puse el traje de jefe.
- He visto que César Fuentes ha ido a su local. ¿Son amigos?
- Sí, a él lo conocí por (Stefano) Magnasco. Como jugaron juntos en Católica, nos hicimos amigos. Él nos ha apoyado harto y, de hecho, queremos hacerle un roll en su nombre (ríe). Así como ‘El Corralero’ y que salga él auspiciándolo.
- Explique eso de los nombres...
- Tenemos comida rápida y sushi. Y en la carta de sushi por lo menos, todo es ligado al fútbol. Las promociones de sushi se llaman ‘Promos del culto’, que son todas las frases que se han mandado los futbolistas: ‘El conmigo sin migo’, ‘con chispeza’, ‘vimos el Rey León’, ‘el pololo de mi novia’, ‘Chupete y la concha de tu hermana’... Y después, cada sección tiene como nombres de seleccionados, entrenadores. Es una carta bien amplia y entretenida.
- A la gente futbolera le debe gustar bastante...
- Sí. De hecho, mucha gente que va al local se caga de la risa con las promos. Igual es súper entretenido este rubro. Ahora está complicado, porque las ventas bajaron por cómo está el país, pero igual se vende. Al final, la gente no para de consumir, no para de comer, y teniendo un par de lucas, igual van a un local. Lo bueno es que el menú es súper amplio y un completo te puede costar mil y tanto, por ejemplo.
- ¿Lo han visitado otras personalidades del fútbol?
- Al local de Huechuraba, que queda en un recinto deportivo (Club Rinconada), han ido varios. Jeisson Vargas, Mario Larenas, el mismo Magnasco. El proyecto allá también es tener camisetas de todos los futbolistas amigos o que nos quieran regalar, y tenerlas enmarcadas.