Entrevistas AS | Parte II
Pasó por tres clubes, dirigió a 4 mil metros y le piden volver: “Viví las diferentes Bolivias”
El DT chileno estuvo al mando de San José de Oruro, Blooming y Wilstermann antes de volver a Wanderers. Hoy es protagonista en la ‘B’ con Iquique: “Fue una gran experiencia”.
En 2019, Miguel Ponce optó por hacer un quiebre en su etapa como DT en Chile. Luego de su ciclo en Temuco, el ex lateral izquierdo decidió partir a la liga de Bolivia, aceptando la propuesta de San José de Oruro. Esto marcó el inicio de su trayectoria en el exterior, porque después dirigió también a Blooming de Santa Cruz de la Sierra y Wilstermann de Cochabamba. “Fue una gran experiencia como entrenador y también de vida”, apuntó el actual técnico de Iquique, de buena campaña en el Campeonato Ascenso. Ponce dialogó con AS sobre su actualidad en el cuadro nortino, pero también se dio un tiempo para abordar la vivencia en la liga altiplánica.
“En mi última experiencia, me fui con la familia a Bolivia, con mi señora y mi hija más chica, porque mis hijos grandes ya están en la universidad. Me tocó vivir las diferentes Bolivias, llegué a Oruro a 3.700 (metros de altitud), cerca de Iquique, a cinco horas. Es una vida distinta, en el altiplano. Después pasamos a la otra Bolivia, a Santa Cruz, con toda la diferencia que hay en geografía y paisajes. Eres vecino de Brasil, hay muchos argentinos, uruguayos. La verdad fue muy distinto y después vino la última etapa en Cochabamba. A 2.600 (metros de altitud), distinto a Calama, por ejemplo. Ahí se inicia la parte de Santa Cruz, que es la parte del trópico, un clima exquisito”, manifestó Ponce.
“Casi toda mi carrera la he hecho fuera de Santiago y uno termina viviendo las ciudades como son. Si uno va aun lugar y termina viviendo las ciudades como son, lo disfruta, con sus dificultades también. En Oruro, por ejemplo, estuve un mes con oxígeno, durmiendo con oxígeno, hasta fuimos a jugar un partido con el tubito de oxígeno (ríe). También me tocó ir a Potosí, a 4.000 (metros de altitud) y algo. La dificultad venía para dormir y ahí lo ocupaba. El oxígeno era mi mejor amigo (ríe). Los jugadores me molestaban con eso, que era mi mejor amigo”, agregó el DT, quien está invicto con tres triunfos y dos empates en 2023 en el Ascenso.
- ¿Futbolísticamente con qué sensaciones quedó?
- Fue una gran experiencia. Se juega con muchas diferencias. Nos tocó jugar 26 fechas por semestre, eran 14 equipos y se jugaba ida y vuelta, con todas las diferencias. Llegué a Oruro, a los tres días tuve que ir a Santa Cruz y después tuve que subir a Oruro de nuevo. Si hubiera estado un rato en Oruro, me hubiera acostumbrado, pero la altura me pegó al tiro y tuve que estar con oxígeno un rato.
- Una dificultad extra para los jugadores…
- Esa dificultad los jugadores la llevaban sin problemas. Hay harto profesionalismo, pese a que la liga no está ordenada y no tiene los recursos que le da la televisión al fútbol chileno, por ejemplo. No existe la estabilidad de hoy acá, que antes del ‘Canal de Fútbol’ no existía tampoco. Los paros los vivimos para cambiar el fútbol chileno y darle una estabilidad, que tenemos hoy día. Los jugadores son súper profesionales. Una vez tuve la posibilidad de volver a Chile a un muy buen equipo y me quedé con el contrato, porque seguí en Blooming. Comenzamos muy bien y después vino la pandemia.
- ¿Remarca entonces que les cuesta mucho a los entrenadores también?
- No es fácil, es una apuesta, porque tienes que vivir estas cosas, pero es una exigencia profesional muy alta. Te toca jugar contra Always Ready, que es la altura más alta, sobre 4.000 metros, en el Alto, más arriba de La Paz. Después tienes que ir a Santa Cruz y te toca jugar a las 3 ó 5 de la tarde, con 35 graos y 70 u 80 por ciento de humedad. Como entrenador, tienes que saltar esas dificultades. Volví y me llaman generalmente para ir de nuevo. En Oruro, con todas las dificultades que tuvimos, o sea jugadores cinco meses impagos y todo, jugamos también la Copa Libertadores, ya habían clasificado.
- ¿Qué tal esa vivencia?
- Nos tocó el grupo de Peñarol, Flamengo, y Liga de Quito, que fue ahora cuando Flamengo salió campeón. Me tocó ir a Quito y contra Peñarol en Oruro, porque con Flamengo ya habían jugado. Después con Blooming me tocó la Sudamericana. Allá tuve la posibilidad de vivir y de jugar esos torneos que son muy lindo, bien organizados, increíbles. Eso fue la bonito, pero está lo otro, lo de la deuda, que por supuesto que puede desestabilizar cualquier economía como familia. Pero sin duda que para nosotros como familia y cuerpo técnico donde nos trataron increíblemente bien.
- ¿Su familia cómo esta allá?
- Mira, la última vez, cuando nos tocó ir a Cochabamba, a mi hija le tocó ir al colegio en febrero. Estuvo yendo hasta mitad de año. Yo me devolví a Santiago Wanderers y mi hija y mi señora no se querían venir. Son experiencias que me han servido mucho y en eso estoy en Iquique. Tratando de dar el salto de jerarquía para posicionarme después de años, porque uno sigue siendo competitivo. Esto es competencia y eso busco.
- ¿En el ámbito cultura que le llamó la atención?
- Tuve la suerte de vivir todas las Bolivias. En Oruro, la población es mayoritariamente originaria y no hay mall. En Santa Cruz, sí y eso llama la atención de la gente. También no es una geografía fácil, pero al final uno termina valorando las cosas. Caminando siempre o en taxi, son ciudades caminables. Como cuerpo técnico siempre andábamos caminando de un lugar a otro. Una estándar de vida, que de afuera no se ve, bueno. Los servicios básicos son muy baratos y eso hace que la gente lo disfrute. Recorrimos mucho, Sucre, Potosí, después el trópico. Nos tocó ir a jugar amistosos a la frontera con Brasil y cruzamos la frontera caminando. Es muy entretenido Bolivia, fue una bonita experiencia.