“Tuve una depresión horrible”: el ex seleccionado uruguayo que quiere renacer en Chile
Rodrigo Piñeiro fue uno de los fichajes de Unión Española para esta temporada. El atacante llega desde la MLS, donde no lo pasó nada bien: “Sufrí humillaciones; estuve solo”.
Una de las incorporaciones más interesantes de esta temporada en el fútbol chileno fue la de Rodrigo Piñeiro (22). El joven uruguayo concretó su préstamo a Unión Española a fines de enero pasado, luego de arreglar su salida del Nashville Soccer Club, cuadro de la MLS donde, lamentablemente, enfrentó desafortunados episodios que le provocaron una depresión. “Viví muchas cosas feas, humillaciones, malos tratos, cosas que no merecía”, adelanta.
Allí, en el cuadro del estado de Tennessee apenas disputó nueve minutos en todo 2021. Una situación muy particular para quien fuera considerado un jugador de proyección en el fútbol ‘charrúa’, tanto así que vistió la camiseta de la Selección Sub-20 a partir de 2018. A Nashville fue vendido por 1,55 millones de dólares desde Danubio, donde había encontrado regularidad. Sin embargo, en Estados Unidos todo parecía esfumarse: “Estuve solo, me costó el idioma, apenas jugaba... fue una acumulación de cosas”.
Hoy, más tranquilo, atiende a As. Revela que en el conjunto de Santa Laura se sintió querido desde el primer día y que aún intenta dejar atrás aquellos pasajes recientes de su vida donde lo pasó realmente mal. Por el momento, registra dos goles, uno en el Torneo Nacional y otro en Copa Sudamericana. Aquí, el también ex Peñarol muestra su lado más sincero.
- Vayamos a su infancia. ¿Dónde son sus primeros recuerdos junto a un balón de fútbol?
- Mis primeros recuerdos con la pelota son en mi niñez, en el barrio de la Unión en Montevideo, un lugar muy pobre. Ahí jugaba con mis amigos, que son cinco o seis años más grandes. Me acuerdo de dos cosas: jugaba descalzo y mi mamá siempre estaba gritándome (ríe). Me decía que tenía que entrarme, que no podía jugar con niños más grandes. A los cinco años ingresé a Independiente de la Unión, un equipo donde solo había niños, y ahí comenzó mi historia en el fútbol. Varios amigos míos también estaban ahí, y me quedé. A esa edad ya le decía a mi mamá que no quería ir a estudiar, que quería ser jugador de fútbol. Y gracias a Dios se dio.
- ¿Le costó la transición desde juvenil a profesional? Explotó muy temprano.
- Sí, igual. Lo más difícil fue entrar en un entorno distinto. El fútbol, generalmente… siempre, en realidad, se juega por dinero. En juveniles juegas por amor al fútbol, y creo que yo todavía tengo eso. Después más grande tienes que cuidarte un poco más. Pero sí me adapté rápido, gracias a personas más grandes, con más experiencia en el fútbol, que me aconsejaron. Cuando estaba en Miramar Misiones, un equipo de Segunda en Uruguay, estaba Facundo Tealde, y me ayudó mucho, me aconsejó cuando yo cometí errores, o incluso me ayudó con plata, cuando yo no tenía para ir a entrenar. Él me ayudó, fue como mi guía para entender varias cosas. Después cuando llegué a Peñarol a los 18 años conocí a mi ídolo, Fabián Estoyanoff, compartí con él y jugué además con el ‘Cebolla’ Rodríguez y otros grandes, que me dieron a entender muchas cosas.
- ¿Le tocó sacrificar cosas para cumplir su sueño de ser futbolista?
- Sí, pasé de niño y en mi adolescencia varias cosas feas. Ver a mi papá luchándola siempre… él me ayudó a llegar donde estoy, siempre me llevó a las prácticas. Él tenía otra profesión, pero fue futbolero y me inculcó eso desde siempre. Jugó amateur y no llegó por motivos personales, pero cuando yo nací me puso la pelota bajo el brazo. Nunca me dejó faltar a una práctica (ríe).
- A los 18 llegó a Peñarol, uno de los clubes más grandes del continente. ¿Qué significó para usted?
- Para mí significó todo. Es mi orgullo y el de mi familia, nosotros somos todos hinchas. Yo tengo tatuado el escudo de Peñarol, me lo tatué a los 13 años. Fue cumplir un sueño, una sensación hermosa, era lo que yo quería lograr, no me rendí y lo hice súper joven. Siempre estará el deseo de volver, la gente me quiere, pero eso se verá con el tiempo.
- Ahí no logró la continuidad que esperaba, ¿qué cree que le faltó?
- Quizás me faltaron oportunidades. Hubo problemas internos también, que eran ajenos a mí, pero me los terminé comiendo yo. Me faltó madurez también, más confianza. Peñarol es bravo, es como estar en Colo Colo en la U acá, ¿me entiendes? Hubo decisiones también que yo, como era chico, las dejaba pasar. Me mandaban a préstamo… en un momento pude irme a otro país y no lo tomé, porque me pintaron fantasías, me la jugaron mal… al final ahí tuve un bajón. Después cuando llegué a Danubio, que es el tercero más grande del país, me sentí muy cómodo, como en casa, me dieron libertad y jugué bien.
- Tras Danubio logró salir al extranjero. Se fue a Nashville, pero no lo pasó bien. Hace un tiempo confesó haber tenido depresión. ¿Por qué se le dificultó tanto?
- Nashville me compró, y fue como cumplir otro sueño. Uno siempre piensa en salir de su país. Yo todavía tengo contrato con ellos. Me dijeron que iba a jugar, que era un jugador de proyección. No sabría decirte bien lo que pasó, yo no cometí, de verdad, ningún error. Después me costó el idioma, estaba lejos de mi familia… estuve un año lejos, solo, sin tener el apoyo de alguien cercano. Tenía a veces visitas, pero por poco tiempo, tú sabes que el ingreso a Estados Unidos es complicado. Y viví muchas cosas feas, humillaciones, malos tratos, cosas que no merecía, quizás por ser latino o no sé. Estuve con una depresión horrible. Fue una acumulación de cosas al final. El ser humano en algún momento explota.
- ¿Y pudo olvidar esos episodios? ¿O superarlos?
- En verdad, olvidarlo yo creo que nunca. O sea, ahora estoy bien, estoy feliz, acá me tratan bien, me gusta Chile y me siento querido. Pero nunca voy a poder olvidar lo que viví, sí quizás dejarlo atrás y que solo quede como una anécdota más.
- Su confesión fue muy importante porque hay futbolistas que prefieren no hacer públicas ese tipo de cosas. ¿Usted por qué lo hizo?
- Yo comenté el tema de mi depresión en una entrevista y de verdad que me sentí avergonzado. El futbolista tiene vergüenza o piensa que revelar algo así le puede jugar en contra. Después los clubes pueden decir “ah, pero cómo vamos a contratar a Piñeiro, si sufre de depresión”. Crees que vas a causar problemas. En mi caso la depresión fue por motivos ajenos a mí, se causó por eso. Hasta que, en un momento, con la ayuda de compañeros en Uruguay y conocidos, con consejos de ellos y de sicólogos, preferí decirlo. Me decían que lo largara, que sino iba a ser peor.
- Y ahora, en Unión, ¿cómo se ha sentido?
Querido desde el primer día que llegué. El cuerpo técnico me vio, me llamó. César (Bravo) me ha bancado mucho, siempre me da la confianza y me dice que él quiere que yo retome mi nivel. Y quiero seguir así, jugando.
- Hace poco convirtió su primer gol, ante Huachipato. ¿Cuánto lo ayudó eso?
- Fue un desahogo tremendo, me saqué una espina que tenía, de todas las cosas feas que pasé. Hasta mi familia se emocionó. Fue un gol que yo necesitaba, para poder soltar esa mochila que traía desde Estados Unidos, que era muy pesada. Ese gol me ayudó a soltarla. Yo vine con esa presión de pensar “¿qué pasa si no juego en Chile?”. Fue muy importante.