ENTREVISTA AS

“Nos han dicho que no somos chilenos, pero sí lo somos... Lo damos todo y nos sacrificamos para dejar un legado en Chile”

“Uno sacrifica tiempo para perseguir un sueño como este y espero que se logre con mucho apoyo. Queremos que otras generaciones crezcan”, dijo.

Diego Vega

Yunerki Ortega (35) es el protagonista de una de las historias más duras del deporte. El nadador paralímpico, quien perdió la vista cuando tenía 15 años, se aburrió de sus condiciones económicas en Cuba y decidió fugarse de la delegación de su país en plenos Juegos Parapanamericanos 2023. Con la ayuda de un amigo, salió encapuchado de la Villa Olímpica, tomó una micro y llegó al Estadio Nacional. Allí, se subió a un taxi en el que recorrió las calles de Santiago durante dos horas.

En un año y dos meses, la vida de Ortega ha dado múltiples giros. Así como se alegró con un proyecto de ley -presentado por la diputada Erika Olivera- que le concedería la nacionalización, también sufrió cuando no tuvo techo: “Dormí dos meses en la calle, a veces no pude comer y extraño a mi mamá y a mi hija... Me quedaba en paraderos y una vez me intentaron robar”, dijo en una reciente entrevista con AS Chile.

En esa misma conversación, el deportista (ahora triatleta) vivió un momento emocionante. Mientras hablaba con este medio sobre sus sueños en Chile, llegó un espectador especial: Yasmani Acosta. El medallista de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024 se posicionó al frente de él y escuchó atentamente las respuestas.

Cuando Ortega supo que el luchador grecorromano estaba allí, sonrió: “Conversamos muchas veces por Whatsapp y cuando lo conocí personalmente, fue algo tremendo. Él fue fundamental en esto porque me ayudó a llegar a la diputada Olivera (para la nacionalización) y me ha apoyado muchísimo. Para mí, es un ejemplo”, reaccionó.

Yasmani vivió una historia similar. Antes de triunfar con Chile y competir en una final ante Mijaín López, uno de los deportistas más ganadores de la historia, Acosta dejó la delegación cubana y se quedó en Santiago. Trabajó como guardia de fiestas, sufrió con la distancia familiar y tres años después, recibió la nacionalización por gracia que le permitió defender a Chile. Hoy tiene muchas enseñanzas que transmitir.

Después de la entrevista, la conversación entre ambos duró más de 40 minutos. Así lo resumió Acosta en AS Chile: “La historia de Yunerki es muy conmovedora y me recuerda a mis inicios, cuando llegué a Chile. Todas las personas tienen un propósito y el sueño de un atleta es llegar a lo más alto a nivel olímpico o paralímpico”.

- ¿Qué tiene que saber Yunerki en este momento? En base a la experiencia que usted tuvo...

- Uno sacrifica tiempo y amistades para perseguir un sueño como este, y espero que se dé con mucho apoyo y esfuerzo. Nosotros le aportamos a las nuevas generaciones del deporte chileno y eso es fundamental para que el país vaya por más medallas.

- Hay muchos sacrificios detrás, ¿no?

- Las personas ven el resultado o la máxima noticia, pero detrás, hay mucho sacrificio y cada persona lo vive de forma diferente. Muchas veces hay comentarios de que “él no es chileno” o “no nos representa”, pero sí lo somos... Estamos aquí dándolo todo y apoyando al máximo. Cuando nos vayamos, el que venga atrás va a estar con todas las condiciones porque seguimos enseñando. Queremos que el deporte chileno crezca y queremos dejar un legado para los chilenos... El sacrificio vale la pena.