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“Cuando volví a Chile entré en depresión, no tenía ganas de salir de la cama... Mi esposa me ayudó a aceptarlo”

Nicolás Jarry, actual 100° del mundo en el ranking ATP, confiesa la batalla más difícil de su carrera. “Ella me ayudó a pasarlo bien con mis hijos, hacer cosas en familia”.

“Cuando volví a Chile entré en depresión, no tenía ganas de salir de la cama... Mi esposa me ayudó a aceptarlo”
Italo Morales
Editor General de la edición chilena del Diario AS desde el 2019. Antes trabajó en ATP World Tour y Emol. Máster en SEO por KSchool (Madrid) y SEO Manager en Prisa Chile.
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Nicolás Jarry, actual número 1 de Chile en el ranking ATP, compartió los duros momentos que vivió el año pasado a causa de la neuritis vestibular, enfermedad que le provocó vértigo, náuseas y problemas de equilibrio.

“Fue muy difícil, el peor semestre de mi vida. Había doctores que decían que esto sería rápido y en tres semanas estaría listo. Después decían un mes, tres meses, cuatro, y siempre con una incertidumbre falsa. El peak fue en el US Open, donde muchos doctores decían que ya iba a estar bien, pero llegó el partido y seguía muy mal”, afirmó a El Mercurio.

Jarry confesó que la condición le causó un fuerte bajón. “Cuando volví a Chile entré en depresión, no tenía ganas de salir de la cama y tuve que hablar con mi psiquiatra para empezar a tomar algo que me ayudara”, reconoció Jarry, quien hoy figura en el puesto 100 del ranking ATP.

La lucha contra la depresión

A pesar de esos momentos oscuros, Nicolás destacó que su familia fue fundamental para salir adelante. “Laura, mi esposa, me ayudó a aceptarlo y a disfrutar los pequeños momentos con mis hijos”, contó.

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“Me ayudó a pasarlo bien en los viajes, a hacer cosas entretenidas con la familia y a disfrutar viendo cómo crecen mis hijos, llevarlos al parque y pasar tiempo con ellos cuando internamente sentía todo ese dolor. Sin ellos no habría salido adelante”, profundizó sobre su pilar.

El número 100 del mundo agregó que, aunque la enfermedad aún no ha desaparecido, ya no siente que le afecte en su día a día. “La enfermedad todavía no se ha ido, pero creo que estoy en una recta final donde ya no siento que me afecte”.

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