ENTREVISTA AS
“Dormí dos meses en la calle, a veces no pude comer y extraño a mi mamá y a mi hija, pero no me arrepiento de elegir a Chile”
“Me quedaba en paraderos y una vez me intentaron robar, pero ya está llegando lo positivo. Llevo a Chile en el corazón, acá me siento en casa”, dijo.
La imagen que acompaña este artículo es la primera foto que Yunerki Ortega (35) se tomó en Chile. Justo un mes después de fugarse de la delegación cubana en los Juegos Parapanamericanos Santiago 2023, el deportista visitó la Catedral Metropolitana de Santiago. Allí, se arrodilló ante la Virgen del Carmen Patrona y le agradeció por “iluminar mi camino”. Su historia en el país recién comenzaba.
Ortega, quien perdió la vista a alrededor de los 15 años, era uno de los nadadores paralímpicos más importantes de Cuba. En 15 años, ganó cuatro medallas parapanamericanas, fue finalista en dos Juegos Paralímpicos y se transformó en un referente mundial. Sin embargo, cansado de las malas condiciones del equipo y el adverso panorama económico, decidió que se iría de ese país. Tuvo la idea en su cabeza durante muchos años, hasta que lo concretó mientras competía en Chile.
Su deserción llamó la atención de los medios de comunicación y del gobierno chileno, pero el caso desapareció de la escena pública en pocos días. En un año y dos meses, la vida de Ortega ha tenido vuelcos que solo él conoce en profundidad: desde sacrificios conmovedores y un proyecto de nacionalización por gracia que la diputada Erika Olivera acaba de presentar, hasta un inesperado final de esta entrevista.
- ¿Nunca se ha arrepentido de la decisión que tomó?
- Es una decisión que yo tenía tomada desde que me llamaron para formar parte de la delegación cubana que venía a Santiago 2023. Aunque he pasado por muchas cosas, no me arrepiento de haberme quedado en Chile. El camino ha sido muy difícil, pero vienen llegando las cosas positivas y todo lo que he vivido será parte de la historia que podré contar algún día. Si lo tuviese que decidir nuevamente, lo volvería a hacer.
- ¿Qué cosas ha vivido?
- Los primeros seis meses me quedé con don Alberto Maresma, un señor que me abrió las puertas de su casa, pero después me fui. Ahí comenzaron los problemas. Tuve que dormir dos meses en la calle, a veces no tenía para comer y no estaba acostumbrado a un invierno tan fuerte. Nunca dejé de entrenar, pero en los últimos meses casi me desmayé corriendo y tuve que contarles todo a mis entrenadores. Estuve en casa de mi guía algunos días, en la Municipalidad de Puente Alto me abrieron las puertas y me dieron trabajo, y logré arrendar una pieza. Ahí comencé a ver la luz al final del túnel.
- ¿Por qué decidió irse de la casa de él?
- Salí a abrirme camino porque creí que era necesario... Tenía que surgir. Ya eran muchos meses y yo no tenía trabajo ni cómo retribuirle al señor. Él me estaba dando hospedaje, alimentación, y yo sentía que era demasiado. Es una persona mayor y ya había hecho bastante por mí. Me enseñó cómo moverme en Santiago y le dije que tenía dónde ir para que no se preocupara. Él supo la verdad mucho después.
- ¿Cómo se las arregló en las calles?
- En el día vendía chocolates en el metro y en la noche me movía por distintos lugares de Santiago. A veces me quedaba en Estación Central, pero no tenía un lugar fijo. Generalmente me quedaba en paraderos, incluso en una ocasión trataron de robarme la mochila, donde tenía el celular. No lo permití.... Yo antes practicaba karate y a pesar de que soy ciego, logré defenderme y evitar que se llevaran las cosas.
Yunerki Ortega: “Le dije a mi mamá que conocía a muchos chilenos, pero no era así”
- ¿Ni siquiera en ese momento (el intento de salto) se arrepintió de estar en Chile?
- No porque, a pesar de que yo le dije a mi madre que conocía a muchos chilenos para que no se preocupara, yo había visualizado que pasaría por muchas cosas. Sabía que mi primer año sería con muchas necesidades, solo tenía que esperar mi oportunidad. Ahora estoy dedicado al triatlón y voy a poner corazón a cada competencia y entrenamiento para retribuirle a Chile con resultados. Así que no, jamás me arrepentí.
- ¿Qué significa Chile para ti?
- Aquí me siento espectacular y muy emocionado. Chile me ha tratado increíble, he tenido una acogida muy cálida... Me siento como en casa. Yo sabía que en Chile son solidarios porque otros deportistas me lo habían dicho, pero igual sorprende. Llevo a Chile en mi corazón y estoy haciendo lo posible por representar al país en eventos internacionales. Intentaré poner el nombre del país en lo más alto.
- Recién habló de su madre... ¿Cómo enfrenta esa distancia?
- Sabía que en muchísimo tiempo no me iba a poder encontrar con mi madre y con mi hija, que tiene nueve años. De mi mamá logré despedirme, de mi niña no. Que no me pueda encontrar con ellas es lo que más me ha pagado.... Me han hecho mucha falta. Con mi mamá hablo todos los días. Con mi hija no porque ella es de una zona más rutal, pero es mi motor y por ella hago todo esto: para que un día tenga un futuro mejor, con calidad de vida, y no pase por todas las cosas que yo pasé en mi vida.
- A fines de diciembre se presentó el proyecto de ley que le otorgaría su nacionalidad. ¿Qué sintió?
- Eso fue “wow”. Me acerca más a ese sueño de poder ser chileno oficialmente, eso fue una gran noticia para mí. Ojalá que las personas que tienen relación con esto (el Congreso) pongan su corazón y me ayuden con esto... Que me den la oportunidad de retribuir todo esto que ha hecho Chile por mí. Les digo a ellos y a los chilenos que cada vez que salga a representar al país, voy a dar la vida.
Yasmani Acosta llega a la entrevista
En medio de la conversación, justo afuera de la residencia de los deportistas chilenos, aparece Yasmani Acosta. El medallista de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024 llega de su entrenamiento, observa el escenario y se detiene a escuchar.
El luchador tiene un origen similar. En 2015 abandonó una delegación cubana y dejó a su familia lejos para cumplir sus sueños. Se radicó en Chile y tres años después recibió la nacionalización por gracia. La misma que desea Yunerki.
Cuando Ortega se entera de la presencia de Acosta, sonríe y habla: “Conversamos muchas veces por Whatsapp y cuando lo conocí personalmente, fue algo tremendo. Él fue fundamental en esto porque me ayudó a llegar a la diputada Olivera y me ha estado apoyando muchísimo. Para mí, es un ejemplo”, dice. Y se vuelve a emocionar.