ENTREVISTA AS
Es chileno, clasificó al Mundial y pide ayuda para viajar: “Estoy inquieto, pero no pierdo la fe”
“Queda un mes y medio y aún me faltan tres millones de pesos para ir a Italia”, dice Francisco Orrego, en diálogo con AS.
A partir del próximo 6 de septiembre se desarrollarán los World Skate Games 2024 en Italia. La cita mundialista reúne a diversos deportes sobre ruedas, como el skate, el hockey patín y el longboard. Justamente, en esta última disciplina se desempeña Francisco Orrego (26), uno de los seis chilenos que clasificó al certamen. El talquino, eso sí, podría no asistir: hoy busca fondos para financiar el viaje, a poco más de un mes del inicio del Mundial.
El también estudiante de Arquitectura cuenta, en diálogo con AS, que fue sexto en el Sudamericano de Argentina en 2022 y finalizó 31° en el Mundial pasado, efectuado en San Juan, ciudad del mismo país trasandino. Ahora, sin embargo, no sabe si podrá viajar a Tortoreto, provincia de Teramo, donde se efectuará la competición. “Necesitamos conseguir recursos, pero quedan un poco más de 40 días para que podamos viajar y, actualmente, no estaríamos pudiendo ir”, agrega.
De hecho, el seleccionado nacional está efectuando una rifa en estos momentos para costear el equipamiento, los pasajes y la estadía. Cada número tiene un valor de $3 mil pesos y se sortearán 16 premios (pincha aquí para más información). “Esta es la primera vez en la historia del longboard chileno donde pudimos constituir una liga, tener el respaldo de la Federación Chilena de Patinaje, entonces es un hito bien importante. Nos estamos moviendo”, declara.
- ¿Cómo afronta esta situación?
- La verdad, tengo inquietud, todos los días es un desafío, pienso en si podré ir o no, es una montaña rusa, pero no queda nada más que seguir intentando, no pierdo la fe.
-¿El monto que se debe recaudar cuánto es, aproximadamente?
- Para ir a Italia, nosotros como equipo consideramos un valor de 4,5 millones de pesos por cada uno. Actualmente, yo tengo un millón y medio, así que me faltarían tres.
- El longboard downhill es un deporte que está creciendo, ¿cómo ha sido para usted formar parte de la primera selección chilena de la disciplina?
- Ha sido un desafío súper grande porque es un deporte emergente, que no ha tenido muchas referencias. Nosotros aprendimos a patinar a través de ver videos, y mediante ensayo y error fuimos encontrando resultados. Referentes locales casi no hay. Por lo mismo, nos hemos asociado a lo largo de Chile, hemos organizado campeonatos para construir una escena en este deporte. Hoy tenemos el privilegio de tener varios clubes en Chile, somos cerca de 100 competidores vigentes. También nos encargamos de hacer clínicas en escuelas para enseñar a los más chicos. Todo es autogestión.
- ¿De qué manera han logrado financiarse hasta ahora?
- Lo único que siempre logramos es apoyo en algunos insumos, de pymes o tiendas relacionadas al deporte urbano. También de centros médicos. Pero apoyo de parte de privados más grandes, es muy difícil. Yo, en los 15 años que patino, sólo una vez recibí ayuda de alguna municipalidad, que fue la del Maule, de donde yo soy. Es complicado convencer y demostrar a los organismos públicos que es un deporte que se puede apoyar, que está creciendo. En general, siempre acudimos a nuestros pares, a nuestros familiares.
- ¿Por qué cree que en Chile tantos deportistas sufren por el tema de los recursos?
- Yo creo que es porque no se ha creado una cultura de apoyo al deportista en Chile. Los mecanismos tampoco están. Una empresa privada, por ejemplo, te puede pasar algo de plata con tal que ellos, no sé, puedan respaldar el IVA, por ejemplo. Y el principal problema para nosotros es un tema de plazos. Las ayudas estatales se solicitan con un año de antelación y la clasificación a estos eventos son con pocos meses de anticipación, entonces es difícil. Nosotros supimos hace tres semanas que estábamos clasificados, entonces ahora sólo nos queda hacer esfuerzos personales y luchar para poder inscribirnos, pero estamos ahí.
- ¿Cómo inició su afición por el longboard?
- Comencé a los 12 años por mi hermano y un vecino que patinaba ahí cerca de la casa. En realidad, partí con un skate, pero era remalo, jajajá. Entonces, conocí esta otra tabla, que es más grande, me movilizaba más rápido y tenía que esforzarme menos. Así fui conociendo la velocidad, la adrenalina… Es un deporte muy psicológico, porque estás tú sólo enfrentándote sobre una tabla a un camino que, de partida, está hecho para autos. Las bajadas son siempre un desafío. Al tiempo después, ya lo comencé a disfrutar, no tenía miedo. A mí me gustan las competencias porque es la instancia en la que te enfrentas a otros patinadores y donde cada uno da lo mejor de sí dentro de un contexto legal.
- Usted también es estudiante de Arquitectura...
- Sí, de hecho, mi tesis la hice sobre cómo el deporte es una herramienta para conocer el territorio. Por ejemplo, el longboard me ha servido para conocer la región del Maule, que tiene una cierta geografía, una condición, que en Brasil es totalmente diferente y en Argentina, también. Otra cosa que rescato es el contacto con la naturaleza.
- ¿Cómo ha sido compatibilizar una carrera universitaria con el deporte?
- Yo fui entendiendo que el longboard lo quería hacer de manera profesional, y una carrera universitaria también lo es, claramente. Entonces, se transformó en una carrera dual, muy difícil. Una parte, que es la de los estudios, te exige mucho tiempo… Arquitectura es conocida por ser una carrera con muchos trasnoches, donde hay que pensar mucho, trabajar con las manos y hay diseño de por medio. Mientras, la patineta te lleva a un límite físico y mental, pero que es una forma de liberarme. Es difícil, he tenido que dejar de entrenar por meses incluso por la carrera universitaria, pero ambas me ayudan.