Entrevista As
El nuevo crack de Chile: “Quiero ir a los Juegos Olímpicos”
Francisco Salas es una de las promesas del esquí freestyle chileno. Gracias a su madre, Pauline Kantor, incursionó desde pequeño en el deporte de montaña.
Francisco Salas solo tiene 20 años, pero ya desde hace un buen tiempo que es considerado uno de los deportistas más prometedores del país. El joven esquiador, especialista en freestyle acrobático, ganó el 7 de agosto pasado tres de las cuatro competencias en las que participó en el Circuito Sudamericano de Freeride que se disputó en El Colorado.
“Creo que se puede mejorar un montón, hay mucho todavía por mejorar. Acá en Chile los saltos son más chiquititos, está en un nivel más acotado. Ahora voy a Argentina y espero poder llevarme el título para obtener un cupo al Mundial”, dice Salas, en conversación con As.
Su madre, Pauline Kantor, fue quien lo instó a incursionar desde pequeño en el deporte de montaña. La ex ministra del Deporte de Sebastián Piñera se coronó campeona nacional en 1776 y 1978 e integró el Equipo Nacional de esquí entre 1979 y 1982. En 2006, se incorporó como dirigente de la Federación de esquí y snowboard de Chile. Toda una vida ligada a la nieve.
“Yo vengo de una familia de esquiadores. Por el lado de mi mamá, mis abuelas ya esquiaban, entonces ella también lo hizo desde chica, siendo campeona nacional después. Tengo todo un background a partir de ahí. Mi papá también esquió desde joven, él es súper fanático, pero le gustaba hacerlo de manera más recreacional. A los dos años ya me había puesto los esquís, entonces todos mis recuerdos son en la nieve”, declara.
- Comenzó como esquiador alpino, pero terminó dedicándose al freestyle acrobático. ¿Cómo fue eso?
- Yo siempre tuve un tema con las autoridades, con las reglas, y el esquí alpino es súper estructurado. Mucho de hacer ejercicio, de fijarse en lo técnico, de que “esto es así, esto otro es de esta forma”, y eso a mí me cabreó. Ahí tuve la suerte de empezar a conocer gente que estaba empezando a saltar, y yo comencé a escaparse de los entrenamientos (ríe). Tenía 10 años. Nos conocimos, me apadrinaron, porque ellos eran más grandes, y me comenzó a gustar el freestyle. Me incitaban a hacer locuras y me decían que el esquí era para pasarlo bien. Mis papás obviamente no estaban muy felices, ellos querían que yo fuera esquiador alpino. Hasta que, un día, vieron que había un club de doble temporada en Valle Nevado, y se decidieron en mandarme. Ese fue mi primer encuentro más real con el freestyle.
- Desde pequeño se le considera la gran promesa del esquí chileno. ¿Siente alguna presión respecto a eso?
- Es más motivación. Creo que cuando se transforma en presión, es porque ya te estás creyendo mucho la película. O sea, hay que creérsela, pero siempre humilde. A mi esta cuestión me gusta, me raya, si fuese el mejor o no fuese el mejor, seguiría haciéndolo igual. No tengo expectativas de satisfacer a otra gente.
- ¿Por qué entrena regularmente en Estados Unidos? ¿Cuáles son las diferencias con Chile?
- En Estados Unidos o en Europa, los campamentos de entrenamiento son mucho mejores. La calidad de los snowparks es brutal. Además, tienen lugares de entrenamiento fuera de la nieve, que simulan las condiciones, con bolsas de aire, camas elásticas, y otras cosas. También está toda la gente que anda allá, que son los mejores del mundo. Acá es complejo, porque no se pueden hacer grandes trucos, pero sí se puede mejorar en otras cosas, pero hay que ser carne de perro y mentalizarte.
- Además, hoy está estudiando una carrera universitaria. ¿Cómo compatibiliza eso el deporte?
- Sí, estoy cursando College de Ciencias Sociales en la Universidad Católica. La modalidad me calzó como anillo al dedo. 2021 fue el año que más pude esquiar y estaba muy motivado. A mí me gusta lo que estoy estudiando, pero no me gusta tanto ir a la U (ríe), porque prefiero esquiar. No soy muy fanático de la ciudad. Pero el año pasado, cuando entrenaba y después me metías al computador para las clases, estaba con muchas ganas. Había aprendido un truco en la mañana, y después me iba feliz a las clases. Me ha ido bien, tengo solo promedios 6.
- Hasta hace un tiempo, usted era seleccionado, pero no pertenecía formalmente al Team Chile, debido a que su madre, Pauline Kantor, era ministra de Deporte. ¿Le afectó eso de alguna forma?
- No, no me causó ninguna desventaja. Solo sentí orgullo e inspiración por lo que estaba haciendo mi mamá. Y yo creí que, al minuto que ella asumió en el Ministerio, había que desligarse de todo el tema de la Federación.
- Ahora va a Bariloche y a Chapelco a competir. Si le va bien, clasifica al circuito mundial con los mejores…
- Sí. Yo ya he participado en seis Copas del Mundo y en tres Mundiales, pero nunca ha sido por un cupo propio, sino porque había algún cupo libre, cupo país o algo así. Han sido de las mejores experiencias, porque esquías con tus ídolos y, a veces, te haces amigos de tus ídolos. Yo conozco varios de los que están en lo más alto y que hoy los considero súper cercanos.
- ¿Cuáles son sus próximos desafíos?
- Yo creo que, a corto plazo, llevarme el título sudamericano. No ha habido competencias en los últimos dos años, entonces eso me juega en contra porque no tengo resultados para mostrarle a las marcas, para mostrarle a la Federación. No hay resultados para decir “oye, me tienen que apoyar, acá vamos con todo”. Este próximo ciclo olímpico de 2026, de verdad, que se puede llegar muy bien. Las ganas para ir a los JJ.OO. de Invierno están más altas que nunca. Hay que armar buenos planes de entrenamiento, porque en este deporte eres bueno siempre y cuando lo puedas practicar siempre.
- ¿Representar a Chile es el gran objetivo de su carrera?
- Eso sería gigante, muy significativo, porque acá es complejo el tema de ser esquiador. Tenemos el cordón montañoso más largo, muy buena calidad de nieve, pero mi disciplina en específico es muy difícil de entrenarla acá. Es una meta que requiere mucho esfuerzo, y llegar hasta los Juegos Olímpicos hablaría de la perseverancia que se requiere, eso es lo motivante, el hecho de que sea tan difícil.