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Fue el primer chileno que jugó contra Djokovic y su vida dio un giro increíble: “Le hice un partidazo”

Con 16 años, lo enfrentó en Miami, en un torneo que el serbio terminaría ganando. “Hacía todo bien, es de esos jugadores que por momentos no sabes por dónde jugarle”.

Fue el primer chileno que jugó contra Djokovic y su vida dio un giro increíble: “Le hice un partidazo”
@charly.padel

A fines de 2002, Novak Djokovic con 15 años, luchaba en las clasificaciones de torneos juniors en Estados Unidos. En el Marriott Racquet Club de Miami, el serbio se encontró en la segunda ronda de la qualy con Carlos Zarhi, que tenía 16 y en la instancia anterior, había dejado en el camino a Fabio Fognini. Ese día, fue la primera vez que ‘Nole’ enfrentara a nivel ITF a un sudamericano.

Su rival, que actualmente tiene 38 años, recibe a AS Chile en su cafetería en Youtopia para recordar ese día y la etapa que vivió en el deporte que comenzó a practicar a los cuatro años y que dejó a los 17 por razones que explicará en esta charla. “Gracias por el espacio”, dice el actual jugador de pádel, que es parte del Premier Pádel P1 de Santiago.

- Hace unos años, realizó una megafiesta en el Movistar Arena y ahora volverá, pero siendo protagonista como jugador de pádel. ¿Qué piensa de eso?

- Es muy fuerte. Me ha pasado que la vida me ha devuelto a lugares que han sido muy importantes en mi vida. Esa fiesta fue en la que mejor lo he pasado, porque conllevó mucho esfuerzo y salió muy bien, es increíble. Por ejemplo, ahora donde estamos, en Youtopia, fue el lugar donde empecé a jugar al tenis y hoy, mi academia, ¡la tengo acá! Yo hacía muchas fiestas en la Plaza San Enrique y ahora, al lado, tengo un club de pádel. Pero pegado. Ahora en Sanhattan, donde tengo otro club, en el menos dos hacía fiestas. Es una locura y muy mágico.

- Antes, se dedicó durante muchos años al tenis. ¿Le costó soltar el sueño de ser profesional?

- Más que soltarlo, porque me di cuenta de que no podía lograrlo y dejé de entrenarlo, me costó mucho aceptarlo. Me sentía muy perdido en lo que iba a hacer porque era todo tenis desde los cuatro años y me salí del colegio a los 12. Lidiar con eso fue duro. Empecé a buscar opciones y llegué a la producción de fiestas que me hicieron perder un poco mi propósito sin perjuicio de que lo pasé muy bien. Conocí mucha gente, gané mis lucas haciendo mis eventos, fue algo que tenía que vivir para sanar y ver que el tenis sólo era un paso en mi vida.

- ¿Por qué lo dejó?

- Yo me lesioné dos veces y me dejó mucho tiempo sin entrenar. Eso, a esa edad, te genera una desventaja, porque estás creciendo, tus músculos se están adecuando y no has agarrado tu mejor nivel, es algo que me jugó en contra, pero la decisión de dejarlo fue en base a los resultados. Tenía mucha presión de volver a obtener los triunfos que alguna vez tuve y no supe manejar la cabeza. Si hubiese tenido una guía para manejarlo, quizás podría haber seguido. Ya lo estaba pasando mal. No me proyectaba con una vida de tenista.

- En un posteo de Instagram, usted mencionó la falta de madurez que tuvo cuando cerró su etapa en el tenis. ¿En qué la vio?

- Yo veía todo nublado y pensaba en que si no estudiaba a partir de los 18, me iría mal en la vida. No tenía esa amplitud mental para pensar en que si partía más tarde, estaba bien igual. No tenía a un psicólogo para contarle mis miedos. Yo sentía que si no estudiaba, sería un ‘Don Nadie’ y me quedaría en la calle, cuando nunca iba a pasar eso. Tenía mucho miedo al fracaso y no valerme por mí mismo. Tenía una baja de autoestima gigante, pero trabajé en quererme más. Cuando tú bajas tu autoestimas, jamás vas a lograr lo que te propongas.

- ¿Y qué vino después?

- Una etapa de pensar en lo que iba a hacer, pero de forma tradicional.

- Jugó contra Djokovic. ¿Cómo fue esa experiencia?

- Recuerdo que le hice un partidazo. Djokovic ganó ese torneo y yo tuve la oportunidad de jugarle muy bien. Claro, no sabía que después llegaría al lugar que llegó, pero yo terminé ese torneo y al día siguiente no quería jugar más, porque sentía esa desconfianza muy grande en mí. Te pones qué hubiese pasado sí...

- ¿Se imaginó que se convertiría en, para muchos, el mejor de la historia?

- Desde los 12 que ya era muy crack. No fallaba una pelota, era demasiado sólido. Tenía un gran ritmo y si le dejabas una pelota a mitad de cancha, te atacaba y definía. Hacía todo bien, es de esos jugadores que por momentos no sabes por dónde jugarle.

- También jugó contra Gael Monfils. ¿Era un personaje?

- Era más chico y no tan personaje como después (ríe). Fue un partidazo. Me saqué un 2-5 en el tercer set en Francia. Ahí pasó algo increíble. La gira era en arcilla, pero se puso a llover esa semana y nos mandaron a una cancha de cemento bajo techo. Me cambió todo (ríe) y jugué increíble igual (ríe). Me acuerdo que el árbitro francés me había tratado de trampear, en el tie break iba 2-5 y cuando gané... hice un festejo burlesco brígido (ríe). Casi que un Pato Yañez (ríe), pero más suave. Pero yo pensaba en que estaba festejando cuando le ganaba a mis amigos y estábamos picados (ríe), nunca como algo ofensivo. Después de salí de la cancha y mi profesor me dijo: ‘oye hueón, no podís celebrar así' (ríe).