La chilena que rompe los límites: “Me ha tocado abrir camino en el mundo... Con el apoyo de mi familia fue más fácil”
“Siento que esto es también darle una mano a los niños porque yo estuve en esa posición”, comentó María Ignacia Montt a As.
María Ignacia Montt (29) se ha consolidado como una de las principales figuras del atletismo chileno. No solo por los tiempos que ha conseguido y que la han llevado a competir en torneos de élite alrededor del mundo, sino también por su lucha diaria contra la diabetes tipo 1.
La embajadora de Medtronic es una de las pocas atletas del alto rendimiento mundial que convive con esta condición.
“Ina”, como es conocida, es la menor de tres hermanas, fue diagnosticada a los 11 años, ha representado a Chile, conquistó la medalla de plata en Santiago 2023 en la posta 4x100 y, en esta misma prueba, integró la delegación nacional que compitió en el Mundial de Tokio disputado en septiembre de este año. Un logro histórico para la disciplina.
“Mis dos hermanas grandes también tienen diabetes. Mi hermana mayor le dio a los tres y a la otra a los seis. Entonces, la verdad a mí me tocó más grande, pero por el apoyo de mi familia fue mucho más fácil. Sí, al principio lo tomé con mucha ingenuidad y después con el tiempo me fui dando cuenta que no era tan poca cosa”, señaló Montt en conversación con As.
- ¿Cómo ha logrado compatibilizar su carrera con la diabetes tipo 1?
- La verdad es que ha sido un largo proceso de ensayo y error. Cuando partí en el deporte yo nunca creí que iba a poder ser deportista profesional porque no conocía a ninguno que tuviera diabetes y pensé que iba a ser una limitante. Entonces, de a poquito, me fui metiendo en el alto rendimiento, abriendo camino y dándome cuenta de que sí se podía. Pero, para llegar a conocer mi cuerpo y saber cómo reacciona ante los entrenamientos y las competencias, fueron muchos años de poder encontrar la fórmula que me permite tener controlada mi diabetes y poder rendir.
- ¿Qué le han dicho los atletas por lograr competir teniendo diabetes?
- Somos pocos los deportistas con diabetes tipo 1 a nivel mundial, porque es mucho trabajo, es como tener un entrenamiento más del que preocuparse porque hay que mantener el azúcar en rangos normales, hay que organizarse en los entrenamientos, las comidas y al final eso, igual te afecta en tu rendimiento. Entonces, se requiere más planificación, paciencia y tolerancia a la frustración. Es difícil, pero no imposible.
- ¿Qué ha sido lo más complicado que ha tenido que enfrentar hasta el día de hoy?
- Lo más complicado... Creo que como ya le perdí el miedo a la enfermedad y aprendí a poder a manejarla bien, fueron muchos años de eso. Como atleta me desarrollé tarde, de los 20 a los 24 años fueron muy malos porque no le había tomado el peso a la diabetes y de lo importante que era para el rendimiento, pero una vez ya me hice consciente de esto, me preocupé más y empezaron a llegar los resultados. Entonces, creo que lo más difícil fue agarrarle la mano, porque esto es algo que uno vive todos los días.
- Usted compite al rededor de todo el mundo. ¿Cómo lo hace para transportar todos sus medicamentos, como por ejemplo su insulina?
- Me convertí en una persona que aprendió a que no puede viajar ligero, por mucho que lo intente, no puedo (ríe). Esto porque viajo con todo lo que necesito, más el doble, por cualquier cosa. Por ejemplo, si se me acaba la insulina estando en China, conseguir un doctor que me dé una orden para comprar el medicamento allá es complicado, entonces siempre trato de llevar el doble. Soy súper responsable y vengo seguido a Chile por lo mismo, porque necesito reponer todo el stock de mis medicamentos.
- Usted compite con su medidor de glucosa y su bomba de insulina. ¿Le han hecho problemas por tener estos dispositivos?
- En el circuito ya me conocen, pero en un principio sí. En los primeros juegos que fui no me querían dejar pasar a la zona de competencia porque era un artículo electrónico. En este tipo de competición está prohibido el uso de relojes inteligentes o cronómetros porque te pueden dar ventaja, pero lo mío era por salud. El Team Chile habló con los médicos y me dejaron entrar y se entendió el protocolo. También algunas compañeras de profesión me apoyaron y me ayudaron en este tipo de situaciones. Me ha tocado abrir camino para los demás atletas.
- Me habló de otras competidoras, pero, ¿cómo ha sido esto con las ‘Pumas’?
- Siempre han sido muy buenas compañeras y amigas que se preocupan mucho de que tenga el azúcar bien. Siempre están preguntándome como estoy en las competencias porque por el estrés y nervios siempre tiende a subir el azúcar. Cuando compito me saco la bomba y la dejo en la pista y luego me la vuelvo a poner. Generalmente, hay alguien que la recibe y me la trae de vuelta, muchas veces son mis propias compañeras de la posta que la agarran y me la traen corriendo.
- El 6 de noviembre usted fue parte de una actividad y se encontró con una niña que tenía una bomba de insulina. ¿Cómo fue ese momento?
- ¡Sí! Fue demasiado lindo porque llegó con mi misma bomba de insulina y ella era chiquitita. Los niños se van reflejando en uno y al final a mí me hubiese encantado tener una figura como ellos lo tienen. Siento que esto también es darle la mano a esos niños porque yo estuve en esa posición.
- ¿Qué le genera ser referente para aquellos niños y adultos que enfrentan esta enfermedad?
- Me lo tomo con mucha gratitud porque al final todos me ayudan mucho, porque saben lo que significa. Todos son demasiado buena onda porque ven mis carreras y me mandan mensajes de cariño. Es lindo tener el apoyo de toda la comunidad diabética.
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