“Mi hijo es tres del mundo, pero me superó como persona... Logró objetivos que yo nunca hubiera podido conseguir”
“Una vez le preguntaron qué le debía a sus padres y él dijo ‘no es que les deba algo, les debo todo’ y no sé si es tan así. Él ha hecho mucho por nosotros”, dice Fernando Chingotto.


Son las 14 horas del martes 25 de marzo y en el village del Santiago Premier Pádel P1, Fernando Chingotto (55) está solo en una mesa del lugar a punto de disfrutar de una papas fritas y una cerveza. Minutos después, AS Chile se acerca a él para hablar de Federico, su hijo que esta semana alcanzó el puesto número tres del ranking mundial y que el domingo pasado ganó el Premier Pádel de Miami.
“¡Por supuesto! Hagamos la nota, muchas gracias por el interés”, dice mientras saluda cordialmente.
- ¿Qué significa tener un hijo número tres del mundo?
- Es una cosa maravillosa, más que nada por él, porque él está peleando por estar siempre en lo más alto. Para nosotros con mi señora, él ya ganó. Ha logrado cosas muy importantes de chico, ya tiene dos Mundiales y anteayer nos enteramos que está en el puesto tres, que es una cosa muy linda. Se seguirá avanzando, se trabaja y se lucha por esto y gracias a Dios se nos está dando todo.
- ¿Qué siente al ver que cada vez que puede, él los trae a los torneos?
- Cuando estoy en casa y ‘Fede’ gana, lloro mucho. También debe ser porque estoy grande (ríe). Cuando estás en vivo es distinto. El día que ganaron el primer partido en Miami, le digo a ‘Galanchu’ (Alejandro Galán): ‘esto es Mar del Plata’ (N. de la R: en esa ciudad, Chingotto y Galán fueron campeones). Y se dio igual. Venían de entrenar mucho sin saber cuándo iban a volver a jugar, entonces significaba mucho volver, para todos los jugadores. Era empezar una temporada nueva y eran mucha presión. Fue una emoción muy grande, más con toda la familia. Nosotros somos tres, entonces si falta uno, la mesa está coja. Por suerte, ahora con la tecnología, se puede disfrutar a la distancia, pero no es lo mismo que estar cara a cara.
- ¿Cómo es Federico en cuanto a personalidad?
- Como familia vimos todos los cambios de él. A los 18 años se fue solo a España, siendo hijo único, lo que significa mucho porque es muy apegado a mi señora. Allá se hizo solo. Nosotros podíamos darle un lineamiento, pero después lo que hiciera, era decisión suya. Gracias a Dios tuvo la suerte de que la gente que se le acercó fue muy buena, que lo ayudó y que lo sigue guiando hasta hoy. Ahora se ha puesto más sentimental según lo que nos cuenta y de vez en cuando se le cae una lágrima (ríe).
- ¿Cuánto tiempo le tomó aceptar que su único hijo se iba tan lejos de su casa?
- Yo lo sabía desde el año 2015 cuando se junta con el ‘Gato’ (Juan Tello), a la madre le costó un montón. Federico había empezado a estudiar y dice ‘denme un año y vemos. Si me va bien, me dedico al pádel de lleno. Si no, termino de estudiar’. Él iba a estudiar para ser profesor de matemáticas y como entrenaba a 100 kilómetros de casa tres veces a la semana, la madre se anotó con él en la carrera para ayudarlo. Le tomaba los apuntes cuando no estaba y esas cosas. Pero llegó un punto en que las cosas no eran compatibles. En 2015 terminó uno de Argentina y en 2016 fue la primera vez que fue a España. De hecho, te contaré una historia...
- Lo escucho...
- Las despedidas en Ezeiza fueron terribles. La vuelta de Ezeiza a Olavarría en el auto, cuatro horas de viaje, ella y yo... Un silencio... No se hablaba. Aún nos pasa. Es su vida, tiene 27 años, pero a la madre le sigue doliendo que se vaya. Pero él siempre nos dijo: ‘cuando yo sea el mejor, tengo que serlo en el mejor circuito del mundo’. Los estamos intentando, estamos cerca, pero falta un montón.
- ¿Qué es lo mejor de ser el padre de Federico?
- ¡Uuuuuh! ¡Qué buena pregunta! (Piensa y se emociona) Es que... Yo tengo una admiración, más allá del orgullo, porque él se hizo solo después. Nosotros sí lo acompañamos de chiquito, lo llevábamos, no viajaba yo, sino que su madre porque obviamente no nos daba. Capaz que pueda contar con las manos los torneos a los que pude ir estando él en Argentina. Había que sacrificarse. Cada vez que lo veo y cuando charlamos íntimamente le digo que me superó como persona en todo sentido y logró objetivos que yo nunca hubiera podido lograr por mi forma de ser y de pensar. Mi hijo hoy es tres del mundo, pero no tengas dudas que me superó como persona.
- Se emociona al hablar así de él...
- Es que por nombrarte algo, estuvimos un año entero sin pasar cuartos en Argentina. Era ir a Tucumán 1.500 kilómetros y el sábado por la tarde hacer la vuelta a casa. Lo admiro muchísimo, ver cómo ha crecido.
- ¿Y qué es lo mejor de él como hijo?
- Lo que no tiene te lo va a dar. En Olavarría le hicieron un homenaje y le preguntaron qué le debía a sus padres y él dijo ‘no es que les deba algo, les debo todo’ y no sé si es tan así. Él ha hecho mucho por nosotros y por eso lo admiro tanto.
- Si Federico lee esta nota, ¿qué le gustaría decirle?
- Si ves esta nota hijo... Vos sabés, nada más. Él sabe (sonríe).
