A Europa altiro y sin pensarlo

De ser cierto, porque en Colo Colo todavía aseguran que no hay ninguna oferta concreta, Damián Pizarro cuenta con chances de partir a la liga de Bélgica. Union Saint-Gilloise, histórico club local venido a menos en las últimas décadas pero que hoy renace en Europa, pagaría US$6.8 millones por el 80 por ciento del pase del delantero surgido en el Monumental. Apenas se supo el trascendido, surgió inmediatamente el debate, sobre todo entre los seguidores del Cacique. Que recién cumplió 18 años, que todavía no tiene ni 20 partidos en Primera División, que aún no demuestra que es goleador y muchas otras cosas más se vienen diciendo hasta ahora.

En Colo Colo deberían estar felices si finalmente se materializa la posibilidad de transferir a Pizarro. En enero o febrero, era uno de los jugadores a tener en cuenta en el futuro próximo del primer equipo. Había grandes referencias del ariete, sobre su fortaleza física, el juego de arrastre que lo distingue y la enorme cantidad de goles anotados en el Fútbol Joven. No obstante, si alguien sostenía que, a mitad de año iba ser él delantero más importante del equipo, postergando a dos de las grandes contrataciones en 2023 (Leandro Benegas y Darío Lezcano), nadie le iba a creer. Sí, el fútbol es muy cambiante y dinámico, pero nunca tanto, aunque a veces hay una excepción. Evidentemente, esta corre en el caso de Pizarro.

Dicen que los belgas se convencieron de su contratación después de ambas presentaciones de Pizarro contra Boca Juniors primero en el Monumental y a continuación en La Bombonera. El delantero no tuvo ningún problema para replicar, en el ámbito internacional, lo que hacía en el fútbol formativo y luego comenzó a exhibir en el primer equipo. Les llamó la atención la capacidad de giro con el balón, y la aceleración y conducción en velocidad del chileno para ir hacia adelante sin ningún control posible de los centrales rivales. Los europeos saben cómo se juega en su país y, si buscan a Pizarro, es porque sienten que el jugador allá puede responder.

El principal cuestionamiento que enfrenta el colocolino, entendiendo que se trata de un atacante en plena etapa de formación, tiene que ver con las dificultades que muestra en las acciones de finalización. Solamente suma dos goles en el Campeonato Nacional (uno de estos de penal), de modo que las críticas tienen asidero. En Bélgica puede mejorar. Allá, son harto de mecanizar algunas acciones cruciales del juego, como es la definición, y sin duda contaría con más chances de corregir el déficit. Ben Brereton es un ejemplo claro de esto. Cuando ingresa al área penal y debe anotar, llega y actúa, sigue un protocolo previo que ya es parte de su identidad ofensiva para convertir. Acumula cientos de horas de automatización frente al arco rival y se nota.

Otra crítica que ha surgido en torno a un posible traspaso de Pizarro se relaciona con sucedido con los jugadores que, en condiciones algo similares, también partieron al exterior. A una mayoría importante, les fue mal y terminaron deambulando en pequeños clubes europeos, de ligas menores, hasta volver a Chile, también a cuadros de menor alcance. Hoy, varios se desempeñan en la Segunda División. Pero el caso del colocolino es muy diferente. Se trata de un jugador atípico, con un formato de juego distinto al de quienes lo precedieron en la emigración a Europa. Sus niveles físicos están largamente por sobre la media de Chile y el sustento de sus acciones en el campo está en sus cualidades condicionales. Puede llegar a Bélgica y ponerse a entrenar a la par del resto. No tendría ese problema.

Que Pizarro se vaya altiro, sin pensarlo. Sería fenomenal que la parte final del proceso de formación la concluya en Europa, en otro contexto táctico-técnico y bajo los parámetros de una mentalidad deportiva superior. No olvidemos lo que dijo hace poco Pablo Solari, explicando lo que había avanzado en River Plate. Aseguró que en Colo Colo no había sido tan profesional que digamos para graficar la diferencia de Chile con medios o ámbitos completamente más desarrollados.