El Superclásico ahora es una mentira en Chile

Se esperaba mucho, pero pasó nada en el Nacional. Del empate entre Universidad de Chile y Colo Colo en el Superclásico no quedará ningún recuerdo, más allá de la presencia de Marcelo Díaz, Charles Aránguiz, Mauricio Isla y Arturo Vidal. Solo faltó este último durante el segundo tiempo para que los cuatro históricos de la Roja coincidieran en la cancha y realzaran el encuentro. Hubiera sido fantástico, en lo simbólico principalmente, pero su presencia tampoco sirvió para elevar el juego.

El registro de las acciones claras de ataque fue muy pobre. En la U, solo Luciano Pons estuvo cerca de abrir la cuenta. Entró por el centro del área penal y, medio desequilibrado, intentó finalizar cómo pudo a la derecha de Fernando de Paul. Colo Colo atacó menos, aunque tuvo una posibilidad más para anotar. Fueron el tiro rasante de Vicente Pizarro que rozó el poste izquierdo y el cabezazo arriba y cruzado de Maximiliano Falcón, que Gabriel Castellón envió al córner.

Sobre si un partido es bueno, malo o más o menos, existen variadas apreciaciones. El catálogo es amplio, porque las opiniones también son diversas en torno a lo que sucede en la cancha. Sin embargo, hay una cosa que es determinante. Tiene que ver con los goles anotados o, en su defecto, con las llegadas, ocasiones, finalizaciones, tiros, chances para anotar, situaciones de gol o cómo se les quiera denominar. Un partido es bueno si el registro en este plano resulta más o menos prolífico. El Superclásico sumó apenas tres y, de estas, solo un disparo fue directo al arco de Castellón y de De Paul, respectivamente.

Lo que viene sucediendo en los últimos años es que el Superclásico se ha transformado, más que todo, en un fenómeno mediático y de las redes sociales. En la semana previa, el ambiente va progresando hasta llegar a mil, aunque esta vez quienes más tranquilizaron la cosa fueron los propios protagonistas. Al parecer, entendieron que lo que digan puede convertirse en una incitación a la violencia de los grupos delictuales que usan a los clubes para su criminalidad.

La atmósfera en el estadio también es fabulosa. Autorizaron la concurrencia de 45 mil espectadores en el Nacional y el recinto se llenó. Los hinchas locales no dejaron de alentar y con seguridad se retiraron complacidos de sus performances en las tribunas, pero qué pasó con la calidad del partido. Deplorablemente, la sensación instalada desde hace mucho tiempo es el que partido está de más. En otro escenario, con una trascendencia diferente y camisetas distintas, el encuentro pasa colado como uno de los malos del año. El Superclásico ahora es una mentira en Chile.